sábado, diciembre 20, 2025

El regreso de Trump y el choque con el populismo de izquierda en América

El regreso de Trump y el populismo de izquierda: un choque inevitable y global

La reciente reelección de Donald Trump, uno de los líderes más polarizantes de la política estadounidense, promete traer repercusiones significativas tanto en Estados Unidos como en América Latina. Su figura ha generado emociones encontradas: por un lado, entusiasma a quienes buscan un freno al populismo de izquierda y a los movimientos progresistas, y, por otro, despierta serias preocupaciones en quienes temen el auge de un autoritarismo disfrazado de conservadurismo.

Trump y su cruzada contra el populismo latinoamericano: ¿una verdadera amenaza?

Para algunos, el regreso de Trump trae consigo una especie de justicia poética. Muchos ven en su mandato un contrapeso a los líderes populistas de izquierda en América Latina, quienes, en sus políticas y discursos, han mostrado afinidades por el socialismo y, en algunos casos, relaciones cuestionables con el narcotráfico, como en el caso de Venezuela.

Con Trump de nuevo en la Casa Blanca, es probable que la narrativa anti-populista se intensifique. Se espera que el republicano ejerza presión sobre líderes como Nicolás Maduro, a quien considera una amenaza directa para la estabilidad de la región. Sin embargo, mientras algunos aplauden esta posición de mano dura, otros advierten que su enfoque belicoso podría llevar a una intervención que no resolverá los problemas de fondo en estos países.

La derrota del “wokismo” en EE.UU. y su impacto en la cultura global

Trump también representa un giro conservador frente a la llamada “cultura woke”. Durante su campaña, el expresidente dejó claro que considera este movimiento una amenaza para los valores tradicionales y para el sentido de identidad que defiende la América profunda. En su visión, la diversidad de pensamiento es un ataque a la “verdadera” identidad estadounidense.

Las críticas de Trump al “wokismo” no solo se limitan a EE.UU.; su mensaje ha resonado con grupos de otros países, donde los temas de género, raza y justicia social han polarizado a las sociedades. El efecto de su discurso podría ir más allá de las fronteras, influyendo en las políticas de otros gobiernos que vean en el modelo trumpista una referencia para retomar un conservadurismo ortodoxo.

¿Un libertarismo radical o una vuelta al autoritarismo?

Es importante entender que aunque Trump se presenta como un líder antisistema, no necesariamente encarna un libertarismo puro. Su visión no se alinea con un modelo de “libertad absoluta” como muchos de sus seguidores creen. De hecho, su estilo de liderazgo se acerca más a una forma de autoritarismo que controla las instituciones y usa el poder militar como método represivo.

Aunque el término “fascismo” puede sonar alarmista, su figura cumple con varios elementos de esta ideología: la exaltación del militarismo, la concentración de poder y un discurso que busca dividir y confrontar. En un Estados Unidos que ha sido tradicionalmente un bastión de democracia liberal, el regreso de Trump podría poner a prueba la resistencia de las instituciones para limitar el poder del Ejecutivo.

Fundamentalismo y conservadurismo extremo: los aliados de Trump

El regreso de Trump viene acompañado de un grupo de aliados cuya visión de América está lejos de ser incluyente. Estos aliados, muchos de ellos fundamentalistas religiosos, ven en Trump una oportunidad para imponer su visión de un país blanco y cristiano. Esta facción ha prometido cambios que incluyen una postura radical contra temas como el aborto, el matrimonio igualitario y los derechos de las personas LGBTQ+.

El ascenso de figuras como J.D. Vance, senador convertido en uno de los principales aliados de Trump, deja en claro la intención de esta administración: construir una nación bajo principios de la América tradicional. Esto podría revertir años de progreso en derechos sociales y poner en riesgo las libertades civiles de muchas minorías.

¿Qué esperar para América Latina y el resto del mundo?

Para América Latina, el segundo mandato de Trump plantea desafíos únicos. El presidente buscará reconfigurar las relaciones con el sur bajo una estrategia de “América Primero” y probablemente verá a los líderes populistas de izquierda como un obstáculo para sus objetivos. Esto podría implicar un aumento en la presión económica y diplomática, o incluso sanciones.

Además, el enfoque de Trump hacia el narcotráfico y el control fronterizo podría significar políticas más duras que afecten a millones de migrantes y potenciales refugiados. Los países de la región tendrán que evaluar hasta qué punto pueden mantener relaciones diplomáticas con Estados Unidos sin comprometer su propia estabilidad interna.

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