El cambio climático ha acelerado el deshielo de los polos, lo que ha provocado la ruptura de gigantescos icebergs que antes permanecían inamovibles. Uno de los más grandes y esperados desprendimientos ha ocurrido recientemente, cuando el iceberg A23a, con un peso de un billón de toneladas, se desprendió de la plataforma de hielo Filchner de la Antártida. Este iceberg, que tiene el doble del tamaño de la ciudad de Londres, estuvo varado durante más de 30 años en el mar de Weddell, pero ahora se ha liberado y se desplaza por el Océano Austral.
El regreso del iceberg A23a
A23a, el iceberg más grande del mundo, ha comenzado a moverse luego de permanecer inmóvil durante tres décadas. Según el Dr. Andrew Meijers, oceanógrafo del British Antarctic Survey (BAS), «es emocionante ver a A23a en movimiento nuevamente después de períodos en los que estuvo estancado». Este iceberg comenzó a girar en el mismo lugar en 2020, debido a un fenómeno llamado «columna de Taylor», en el que el agua que gira sobre un monte submarino atrapa objetos en su lugar. Sin embargo, los satélites han confirmado que el iceberg finalmente se ha desprendido y se encuentra en un viaje hacia el norte, impulsado por la Corriente Circumpolar Antártica.
Impacto en el ecosistema
El destino final de A23a podría ser la isla subantártica de Georgia del Sur, donde las condiciones más cálidas harán que el iceberg se derrita. Aunque la ruptura de este coloso de hielo podría parecer un problema medioambiental, algunos científicos consideran que este evento podría tener un impacto positivo. Los icebergs como A23a proporcionan nutrientes a las aguas por las que pasan, creando ecosistemas prósperos en áreas que de otro modo serían menos productivas.
El futuro del iceberg A23a
El desprendimiento de A23a ha desatado un intenso interés científico, ya que expertos del BAS seguirán su trayecto para analizar su comportamiento y los efectos que tendrá sobre el medio ambiente marino. «Nos interesa ver si seguirá la misma ruta que otros grandes icebergs que se han desprendido de la Antártida», explicó el Dr. Meijers. Además, los científicos están atentos a los posibles cambios que este evento pueda traer al ecosistema local del Océano Austral.
El iceberg A23a, con su tamaño impresionante y su largo recorrido desde 1986, continúa siendo una de las mayores preocupaciones y, a su vez, una de las más interesantes observaciones para los estudios sobre el cambio climático y su impacto en los polos.
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