La presidencia de Donald Trump dejó al descubierto algo más profundo que las políticas de un individuo: expuso cómo el cabildeo, esa maquinaria invisible, domina las decisiones políticas en Estados Unidos. Aunque Trump prometió «drenar el pantano» de Washington, lo que logró fue consolidar la influencia de grupos de presión y redefinir las reglas del lobbying.
El cabildeo en EE.UU., que comenzó formalmente en la década de 1970, se ha expandido hasta incluir a todos los sectores imaginables: desde la academia hasta los medios de comunicación. Según cifras recientes, hay más de 13,000 cabilderos registrados; sin embargo, la mayoría de ellos operan en la sombra, utilizando tácticas que eluden las leyes de divulgación.
Fake news y pandemias: las armas del lobbying
Un ejemplo impactante de los extremos del cabildeo es la historia de Evan Morris, un estratega de Roche Pharmaceuticals. Durante la amenaza de la gripe aviar, Morris lideró una campaña de miedo utilizando blogueros y fake news para amplificar la percepción de una pandemia inminente.
¿El resultado? Una reserva de 2,000 millones de dólares en medicamentos, la mayoría del producto estrella de Roche: Tamiflu. Aunque la pandemia nunca se materializó, la compañía farmacéutica cosechó ganancias exorbitantes, revelando cómo el cabildeo puede manipular tanto el mercado como la opinión pública.
La academia como herramienta del cabildeo
La influencia del lobbying no se limita a las corporaciones o los políticos. También penetra en la academia, donde investigadores y profesores son reclutados para legitimar causas particulares.
Un caso paradigmático es el de Joshua Wright, profesor de derecho en la Universidad George Mason. A pesar de su imagen como experto imparcial, Wright recibió 2 millones de dólares de empresas tecnológicas mientras utilizaba sus credenciales académicas para defender políticas favorables a sus clientes.
Esta práctica, conocida como cabildeo académico, amplifica mensajes y da credibilidad a posiciones que en realidad responden a intereses corporativos.
¿Qué hace invisible al cabildeo?
Aunque la Ley de Divulgación de Cabildeo en EE.UU. exige que los cabilderos revelen sus actividades, existen múltiples maneras de eludir esta regulación. Para ser considerado oficialmente cabildero, una persona debe dedicar al menos 20% de su tiempo a influir directamente en miembros del Congreso o funcionarios de agencias.
Esta regla tiene un vacío: los cabilderos invisibles evitan el registro alegando que no cumplen con ese porcentaje, mientras operan detrás de campañas de base, medios o grupos empresariales. Así, las tácticas de lobbying se desplazan a las sombras.
Super PACs y el lobbying en las elecciones
Los partidos políticos, tradicionalmente las fuerzas dominantes en las elecciones, enfrentan límites en la cantidad de dinero que pueden recaudar. Sin embargo, los súper PACs (comités de acción política) no tienen estas restricciones.
Estos grupos pueden gastar millones en campañas paralelas para apoyar a los candidatos de su preferencia, sin reportar directamente las conexiones con los partidos. Durante la presidencia de Trump, los súper PACs y grupos en la sombra consolidaron un modelo de influencia que conecta intereses privados con la política pública.
Trump y la reinvención del cabildeo
Aunque prometió acabar con la cultura de privilegios en Washington, Trump no solo falló en este objetivo: la amplificó. Durante su administración, sus hoteles y complejos turísticos se convirtieron en centros donde los negocios privados y los asuntos gubernamentales se entrelazaban.
El resultado fue una administración marcada por el cabildeo privilegiado, donde grupos de presión utilizaron estos espacios para negociar políticas en su favor.
Reflexión: ¿Quién manda realmente en Washington?
El cabildeo en Estados Unidos es más que una práctica política; es una industria multimillonaria que influye en cada aspecto de la vida pública. Desde las decisiones de salud pública hasta las políticas tecnológicas, los grupos de presión han moldeado el destino del país según sus intereses.
Es esencial que los ciudadanos comprendan cómo estas fuerzas operan para exigir mayor transparencia y rendición de cuentas.
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