En la capital de Omán, un hecho impensable ocurrió: Steve Witkoff, enviado especial de la Casa Blanca para Medio Oriente, se sentó cara a cara con Abbas Araghchi, canciller iraní. El lugar fue elegido con estrategia, lejos de los reflectores y cerca de la historia: Omán fue mediador durante el acuerdo nuclear que Barack Obama firmó en 2015 con Teherán.
La conversación duró 50 minutos. Hubo tensión, desconfianza y una historia compartida de traiciones diplomáticas. Aun así, las partes salieron con una promesa: verse de nuevo en Roma.
Trump busca un nuevo legado
Donald Trump, con la vista en la política exterior, ve en Irán la oportunidad de reescribir su narrativa internacional. En la conversación entre Witkoff y Araghchi, el mensaje fue claro: la Casa Blanca quiere desmantelar el proyecto nuclear iraní. ¿La moneda de cambio? Levantar las sanciones económicas que hoy ahogan la economía persa.
Teherán no se rinde fácilmente. Araghchi recordó cómo Trump rompió unilateralmente el tratado de 2015. Pero también reconoció, frente al ayatollah Khamenei y al presidente Masoud Pezeshkian, que la presión económica interna es insostenible.
El papel estratégico de Omán y Roma
El ministro de Exteriores de Omán, Badr al Busaidi, fue testigo del encuentro. Con experiencia como mediador en conflictos regionales, Omán volvió a posicionarse como un puente diplomático entre dos potencias enemistadas.
Roma será la siguiente parada. Y no es una elección al azar. Italia ofrece neutralidad y cercanía política con Washington y Bruselas. El próximo sábado 16 de abril, si nada cambia, se jugará una partida clave para la estabilidad del mundo.
¿Una paz real o solo una tregua?
Trump ya ha advertido: sin acuerdo diplomático, Estados Unidos considerará una ofensiva militar. Israel, por su parte, se muestra escéptico. Benjamin Netanyahu desconfía del ayatollah Khamenei y ve en el diálogo una pérdida de tiempo.
Mientras tanto, Witkoff ya informó a Trump en Mar-a-Lago, y mantuvo conversaciones con altos funcionarios israelíes. El mensaje: esta es una ventana única, pero también frágil.
Lo que está en juego
Más allá del programa nuclear, el acuerdo podría contener la influencia iraní en conflictos regionales: los Hutíes en Yemen, la guerra en Siria, la crisis en Gaza, y la tensión con Arabia Saudita. Un pacto sería un movimiento maestro para cambiar el equilibrio geopolítico de Medio Oriente.
Pero el camino no será fácil. El ayatollah Khamenei aún duda. Y el mundo observa con cautela si esta reactivación del diálogo será una reconciliación duradera o solo una tregua momentánea.
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