Estados Unidos invoca su tratado de defensa con Filipinas tras los choques con China, incluyendo a la Guardia Costera. Descubre el impacto directo en la geopolítica.
En una contundente respuesta a la escalada china, Estados Unidos ha advertido públicamente que un ataque armado contra las fuerzas filipinas, incluyendo su Guardia Costera, activará el Tratado de Defensa Mutua, trazando una clara línea roja en el Mar de China Meridional.
La respuesta de Washington a la creciente agresividad de China en el Mar de China Meridional ha sido rápida, inequívoca y cargada de implicaciones estratégicas. Más allá de las condenas diplomáticas, la administración estadounidense ha puesto sobre la mesa su compromiso militar más serio con Filipinas, transformando una disputa regional en un punto de tensión global entre superpotencias.
El mensaje central fue entregado por el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, quien afirmó que el «peligroso comportamiento operativo» de China amenaza directamente la paz y la estabilidad regional. De manera crucial, Price especificó que un ataque armado contra las fuerzas armadas, buques públicos o aeronaves filipinas, incluyendo explícitamente a los de la Guardia Costera, invocaría los compromisos de defensa mutua de Estados Unidos bajo el tratado de 1951.
Esta aclaración es fundamental, ya que extiende la sombrilla de defensa estadounidense directamente a la agencia que está en el centro de las confrontaciones diarias con China. Es una señal directa a Pekín de que sus tácticas de «zona gris», que buscan evitar una respuesta militar formal, podrían tener consecuencias imprevistas y severas.
La «red de alianzas» entra en acción
La embajadora de Estados Unidos en Manila, MaryKay Carlson, ha sido una voz prominente en la condena de las acciones chinas, calificándolas de «agresivas, ilegales» y de «poner en peligro imprudentemente vidas humanas». Su retórica, sin embargo, va más allá de la simple condena. Carlson ha descrito la respuesta internacional como el surgimiento de una «red de alianzas y asociaciones cada vez más interconectada» dedicada a preservar el estado de derecho en las aguas en disputa.
Esta «red» no es solo una figura retórica; es la manifestación de la estrategia de «disuasión integrada» de Estados Unidos en el Indo-Pacífico. La crisis actual está sirviendo como un catalizador para operacionalizar esta arquitectura de seguridad.
* Apoyo aliado: Japón y Australia se han unido a Estados Unidos para expresar su alarma y han participado en ejercicios militares conjuntos con Filipinas, reforzando la imagen de un frente unido contra la coerción.
* Expansión de la cooperación: Filipinas, bajo el presidente Ferdinand Marcos Jr., no solo ha fortalecido su alianza con Washington, sino que también busca activamente expandir las patrullas conjuntas para incluir a otras naciones de ideas afines como Japón.
* Aislamiento de China: Al internacionalizar el conflicto, Estados Unidos y sus aliados buscan enmarcarlo no como una simple disputa territorial bilateral, sino como un desafío fundamental al «orden internacional basado en reglas». Esta estrategia tiene como objetivo aislar diplomáticamente a China y construir un caso más sólido para la acción colectiva.
«El volumen de condena de la comunidad internacional es fuerte y se hace cada vez más fuerte, y habla de nuestra resolución común en apoyo de las reglas y normas internacionales que nos benefician a todos», afirmó la embajadora Carlson.
La advertencia de Pekín
China, por su parte, ha rechazado la intervención estadounidense, advirtiendo a Washington que se mantenga al margen de lo que considera una «disputa puramente asiática». Pekín ve el fortalecimiento de las alianzas lideradas por Estados Unidos como un intento de contención y una injerencia en sus asuntos regionales.
La situación actual es una demostración en tiempo real de cómo se están reconfigurando los bloques de poder en Asia. Estados Unidos no solo está apoyando a un aliado, sino que está utilizando la crisis para probar y fortalecer una red de seguridad diseñada para contrarrestar la creciente influencia de China. Cada maniobra, cada declaración y cada colisión en el Mar de China Meridional es ahora una pieza en un tablero de ajedrez geopolítico mucho más grande.


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