El frío del otoño ruso trae consigo más que hojas caídas. En las regiones fronterizas entre Rusia y Ucrania, miles de soldados norcoreanos trabajan reconstruyendo infraestructura destruida por la guerra. Según el Servicio Nacional de Inteligencia (NIS) de Corea del Sur, unos 5,000 operarios militares de construcción fueron enviados por Pionyang a Rusia desde septiembre, como parte del creciente apoyo del régimen de Kim Jong-un a Moscú.
Un despliegue sin precedentes desde la guerra fría
El NIS informó que además de los operarios, alrededor de 10,000 soldados norcoreanos se encuentran desplegados en la frontera ruso-ucraniana, cumpliendo labores de vigilancia, y 1,000 ingenieros militares se dedican a tareas de desminado. Esta operación, revelada durante una sesión parlamentaria en Seúl, marca la tercera ola de despliegues norcoreanos desde 2024.
Las cifras coinciden con las declaraciones del secretario del Consejo de Seguridad ruso, Serguéi Shoigú, quien en junio había mencionado la llegada de miles de zapadores norcoreanos a Kursk, una de las zonas más afectadas por los bombardeos.
Reconstrucción y cooperación militar: una alianza estratégica
Lejos de limitarse a la reconstrucción, los informes del NIS advierten que el intercambio entre Moscú y Pionyang se ha intensificado en materia militar y tecnológica. Corea del Norte estaría recibiendo asistencia rusa para mejorar su programa de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) y su flota de drones.
Uno de los desarrollos más recientes, el Hwasong-20, ha sido presentado como el “misil más poderoso” de Kim Jong-un, capaz de transportar múltiples ojivas nucleares. Sin embargo, aún no ha sido probado, por lo que su efectividad sigue en duda.
Aun así, analistas internacionales advierten que este intercambio militar y logístico fortalece la alianza entre dos regímenes sancionados por Occidente, consolidando un eje estratégico frente a las presiones de Estados Unidos y la OTAN.
Diplomacia en las sombras: señales de acercamiento con Trump
En un giro inesperado, el NIS también reveló que Corea del Norte habría explorado discretamente la posibilidad de un nuevo encuentro entre Kim Jong-un y Donald Trump durante la visita del expresidente estadounidense a Corea del Sur en el marco del Foro APEC.
Aunque la reunión no llegó a concretarse, los servicios de inteligencia surcoreanos detectaron preparativos diplomáticos y de seguridad en Pionyang, que incluso consideró enviar a su canciller, Choe Son-hui, a China y Rusia para coordinar posturas.
Estas maniobras sugieren una posible apertura de diálogo condicionado para 2026, tras los ejercicios militares conjuntos que Seúl y Washington planean para marzo.
Kim Jong-un: entre la cooperación y el desafío
La aparente disposición al diálogo no significa que el régimen haya moderado su postura nuclear. De hecho, poco antes de la visita de Trump, Pionyang lanzó misiles de crucero como gesto de advertencia.
Corea del Norte insiste en que no negociará con Washington mientras la desnuclearización siga en la agenda, el mismo obstáculo que congeló las conversaciones iniciadas durante el primer mandato de Trump.
Sin embargo, el NIS considera que Kim Jong-un ha reducido su retórica belicista y busca ganar margen diplomático mientras fortalece su posición interna y consolida su alianza con Rusia.
En medio de la devastación en Ucrania y la tensión global, el envío de miles de operarios militares norcoreanos no solo reconstruye carreteras y puentes, sino también un nuevo equilibrio geopolítico en Eurasia.


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