China ha lanzado un duro contraataque en la guerra comercial con la Unión Europea, prohibiendo a las empresas del bloque participar en licitaciones públicas para la compra de equipos médicos por valor de más de 45 millones de yuanes (aproximadamente 6.3 millones de dólares). La medida es una represalia directa a las restricciones impuestas previamente por Bruselas.
La disputa comercial entre dos de las mayores potencias económicas del mundo, la Unión Europea y China, ha entrado en una fase de confrontación abierta y directa. Pekín ha decidido responder con contundencia a lo que considera un acto de proteccionismo por parte de Bruselas, y el campo de batalla elegido es el estratégico sector de la salud.
El Origen del Conflicto: La Primera Medida de la UE
La acción de China no surge de la nada. Es una respuesta calculada a una decisión previa de la Unión Europea. Hace unas semanas, la UE restringió la participación de empresas chinas en sus propias licitaciones gubernamentales para la adquisición de dispositivos médicos por un valor superior a los 5 millones de euros.
Bruselas justificó su medida argumentando que era una respuesta a las «medidas excluyentes y discriminatorias» de Pekín. Según la Comisión Europea, cerca del 90% de los contratos de adquisición de material médico en China excluían sistemáticamente a los productos de la UE, creando un desequilibrio comercial inaceptable y cerrando de facto el mercado chino a las empresas europeas del sector.
La Represalia China: Un Veto Detallado y Contundente
La respuesta de Pekín ha sido simétrica y severa. El Ministerio de Finanzas de China anunció que las empresas con sede en la UE (excluyendo aquellas con capital europeo ya establecido en China) quedan vetadas de los concursos públicos que superen los 45 millones de yuanes (6.3 millones de dólares).
La prohibición afecta a una amplia gama de productos de alto valor añadido, entre los que se incluyen:
- Instrumentos quirúrgicos
- Maquinaria médica avanzada
- Prótesis
Además, para añadir más presión, Pekín ha estipulado que en las licitaciones en las que participen empresas no europeas, la proporción de productos de origen europeo en sus ofertas no podrá superar el 50%. Esta cláusula busca limitar aún más la presencia de la tecnología europea en su mercado, incluso de forma indirecta.
Una Guerra de Palabras y de Hechos
El conflicto se libra también en el terreno de la diplomacia y la comunicación. El Ministerio de Comercio chino calificó la medida de la UE como una muestra de «doble rasero», insistiendo en que Pekín siempre ha mostrado su disposición a resolver las disputas mediante el diálogo.
Por su parte, la Comisión Europea se mantiene firme. Olof Gill, portavoz de comercio del ejecutivo comunitario, declaró que las medidas de China son «injustas, injustificadas e incompatibles con las normas internacionales». Esta guerra de declaraciones refleja la profunda brecha y la desconfianza que se ha instalado entre ambas potencias.
Un Conflicto que se Extiende a Múltiples Frentes
La disputa en el sector médico es solo la punta del iceberg de un conflicto comercial mucho más amplio y sistémico. Recientemente, China también impuso aranceles antidumping de hasta el 34.9% al brandy europeo, una medida que afecta principalmente a los productores de coñac francés. A esto se suman las tensiones continuas en torno a los vehículos eléctricos y los subsidios industriales.
Lo que estos movimientos demuestran es un cambio fundamental en la relación UE-China. Se ha pasado de una competencia gestionada a un conflicto de represalias abiertas. Ambas partes están ahora dispuestas a utilizar el acceso a sus mercados como un arma en sectores estratégicos y de alto valor, creando un entorno de enorme incertidumbre para gigantes corporativos europeos como Airbus, Volkswagen o LVMH, cuyas estrategias de crecimiento dependen en gran medida del mercado chino. Con una cumbre UE-China programada para finales de este mes, las esperanzas de una desescalada son, por ahora, escasas.


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