La violencia vuelve a golpear al Cauca. Un atentado con carro bomba en la madrugada de este martes 8 de julio en la Vía Panamericana, jurisdicción de Patía, dejó una mujer sin vida y tres policías heridos, en medio de una escalada de ataques en la región.
El sur de Colombia se despertó bajo el estruendo del terror. Un vehículo cargado con explosivos fue detonado en las primeras horas de este martes 8 de julio en las inmediaciones de la subestación de Policía del corregimiento de El Estrecho, en el municipio de Patía, al sur del departamento del Cauca. La violenta explosión, que ocurrió sobre la estratégica Vía Panamericana, cobró la vida de una mujer civil y dejó heridos a tres uniformados: dos subintendentes y un patrullero, quienes fueron trasladados de urgencia a un centro asistencial en Popayán.
Las autoridades acordonaron la zona, que presenta graves daños materiales, e iniciaron las investigaciones para determinar los autores de este nuevo acto terrorista. Aunque ningún grupo se ha atribuido el ataque de forma inmediata, las sospechas recaen sobre las disidencias de las FARC, que mantienen una fuerte presencia y actividad en la región.
La violencia que no cede: Un mosaico de ataques
Este atentado no es un hecho aislado. Se inscribe en una alarmante seguidilla de eventos violentos que azotan el suroccidente del país, poniendo en jaque la estrategia de seguridad del gobierno.
- Combates en Bolívar (Cauca): Durante la noche del lunes se reportaron enfrentamientos entre el Ejército y grupos armados en zona rural de este municipio cercano.
- Ataque Frustrado en Morales (Cauca): La Policía logró frustrar un ataque con drones contra su sede municipal gracias a la alerta de la comunidad.
- Asesinato de Soldados en Antioquia: En un hecho paralelo, dos soldados profesionales fueron asesinados por el Clan del Golfo en Cañasgordas, Antioquia.
- Bloqueo en Chocó: Presuntos miembros del ELN retuvieron un bus intermunicipal, atravesándolo en la vía y generando zozobra con la amenaza de que estaba cargado de explosivos.
La paradoja de la «paz total»
Estos ataques exponen la compleja y, para muchos, paradójica realidad de la política de «Paz Total» del gobierno de Gustavo Petro. La estrategia, que busca negociar simultáneamente con múltiples grupos armados ilegales, es criticada por analistas que la consideran una «fantasía improvisada» que, en lugar de disminuir la violencia, la ha fragmentado y vuelto más impredecible.
Al establecer ceses al fuego con ciertas facciones, se generan vacíos de poder en los territorios. Estos espacios son disputados a sangre y fuego por otros grupos criminales o por disidencias de las mismas organizaciones que negocian con el gobierno, desatando guerras por el control de las economías ilícitas como el narcotráfico y la minería ilegal. El atentado en Patía es un síntoma de esta violenta reconfiguración del poder criminal.
«La ‘paz total’ no es una política de Estado. Es una fantasía improvisada, diseñada sin cabeza militar, sin inteligencia estratégica, sin una hoja de ruta realista.» – Juan Manuel Santos, expresidente y crítico de la estrategia actual.
Terrorismo como Herramienta de Negociación
Un acto de alto impacto mediático como un carro bomba en una vía principal no es solo un ataque militar; es un acto de comunicación violenta. El grupo responsable busca demostrar su capacidad de fuego y generar terror para aumentar su poder de negociación frente al Estado. Con cada ataque, envían un mensaje: «Somos una fuerza que no pueden ignorar y deben negociar en nuestros términos».
Esta táctica pone al gobierno en una encrucijada: ceder a las presiones de los grupos violentos para salvar su política de paz o abandonar su proyecto bandera y optar por una ofensiva militar total. Mientras tanto, la población civil y la fuerza pública siguen pagando el costo más alto. Las cifras de seguridad muestran un panorama preocupante: entre 2022 y 2024, delitos como el secuestro extorsivo (aumento del 31,9%) y la extorsión (aumento del 26%) se han disparado, aunque algunos tipos de hurto han disminuido.
La violencia en el Cauca y otras regiones evidencia un problema más profundo: la ausencia histórica del Estado en las zonas rurales más allá de la presencia militar. Sin una estrategia robusta de inversión social, desarrollo económico y justicia, la paz seguirá siendo una aspiración lejana, y la «Paz Total» corre el riesgo de convertirse en una paz fragmentada y precaria.


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