Argentina inicia privatización parcial de la empresa nuclear Núcleoeléctrica
El anuncio llegó con la firmeza de un plan largamente anticipado. El vocero presidencial Manuel Adorni informó que el gobierno argentino iniciará el proceso de privatización parcial de Núcleoeléctrica Argentina, la empresa estatal que opera las tres centrales nucleares del país. La medida es parte del ambicioso plan de reformas del presidente Javier Milei, cuyo objetivo es reducir la participación del Estado en sectores estratégicos y abrir la puerta a la inversión privada nacional e internacional.
La estrategia de Milei: menos Estado, más capital privado
Con un discurso centrado en el “retiro del Estado de la explotación económica”, Milei ha insistido en que todas las empresas públicas serán sometidas a procesos de privatización. En este caso, se pondrá a la venta un 44% de las acciones de Núcleoeléctrica mediante licitación pública, mientras un 5% será destinado a un programa de propiedad participada para trabajadores. El 51% restante seguirá bajo control estatal, garantizando una mayoría accionaria que preserve la capacidad de decisión.
El valor de la energía nuclear en Argentina
Núcleoeléctrica administra las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse, con una potencia total instalada de 1.763 megavatios que representan alrededor del 7.4% de la electricidad del país. No se trata de un activo menor: en un contexto donde Argentina busca diversificar su matriz energética, la energía nuclear aparece como una pieza clave en la estabilidad y sostenibilidad del sistema eléctrico nacional.
Promesas de inversión y un reactor modular argentino
El plan de Milei no se limita a la venta de acciones. Según Adorni, el gobierno buscará inversiones privadas para construir el primer reactor modular argentino, extender la vida útil de las centrales existentes e impulsar la minería de uranio, un recurso fundamental para la autonomía energética del país. La apuesta es clara: transformar al sector nuclear en un polo de desarrollo tecnológico y de atracción de capital internacional.
Resultados financieros positivos como punto de partida
El momento elegido para lanzar la privatización no es casualidad. Núcleoeléctrica cerró el primer semestre de 2025 con un resultado operativo positivo de 103 mil millones de pesos, equivalente a unos 70 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Ese dato refuerza la narrativa oficial de que la empresa no es un lastre, sino una plataforma de crecimiento con capacidad de atraer socios privados dispuestos a apostar por el futuro energético de Argentina.
Antecedentes: la privatización de Aysa
En julio de 2025, el gobierno ya había avanzado en el camino de la privatización al anunciar el inicio del proceso para vender parte de Aysa, la empresa estatal de agua y saneamiento que abastece a más de 11 millones de personas en Buenos Aires y el conurbano. Ese paso fue leído como un anticipo de una estrategia más amplia, y ahora se confirma con la venta parcial de Núcleoeléctrica.
Un debate abierto sobre soberanía y desarrollo
La privatización parcial de una empresa estratégica como Núcleoeléctrica genera tanto expectativas como temores. Los defensores del plan insisten en que la participación privada acelerará la modernización tecnológica, permitirá diversificar fuentes de financiamiento y posicionará a Argentina en la vanguardia nuclear de la región. Los críticos, en cambio, advierten que la venta de activos energéticos podría comprometer la soberanía energética y dejar al país más expuesto a intereses externos.
Milei y su “megaley” de privatizaciones
El Congreso ya había aprobado en 2024 la megaley de privatizaciones que incluye a Núcleoeléctrica y otras empresas estratégicas. Para Milei, se trata de cumplir con una promesa de campaña que busca transformar al Estado argentino en un ente más pequeño, menos costoso y con menor injerencia económica. La privatización parcial de la compañía nuclear es uno de los pasos más simbólicos de ese camino.
¿El inicio de una nueva era energética?
La pregunta central es si este movimiento logrará realmente atraer la inversión extranjera necesaria para construir nuevas tecnologías nucleares en Argentina. El reactor modular argentino aparece como una promesa que podría revolucionar el sector, pero su concreción dependerá de la confianza que el gobierno logre generar en los mercados. Para Milei, la privatización de Núcleoeléctrica no es solo un ajuste fiscal, sino la señal de que Argentina busca posicionarse en el mapa mundial de la energía nuclear.


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