Tulancingo, Hidalgo, amaneció nuevamente con noticias que cimbran a la comunidad. En menos de un mes, tres fallecimientos han ocurrido dentro del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Tulancingo, encendiendo cuestionamientos sobre las condiciones de seguridad, la vigilancia de los internos y la capacidad del sistema penitenciario para garantizar la vida de quienes cumplen condena.
La historia más reciente ocurrió la mañana del lunes, cuando L. F. G. R., de 28 años, fue encontrado ahorcado en la celda número 3 del área de procesados. Los custodios lo hallaron suspendido con un trozo de cobija y, pese a que los médicos del penal intentaron auxiliarlo, ya no contaba con signos vitales.
Un patrón preocupante en el Cereso
El caso no es aislado. Apenas el 4 de septiembre, otro interno de 55 años murió también ahorcado, en circunstancias aún no esclarecidas, en el área de visita conyugal. Días más tarde, el 8 de septiembre, el propio director del Cereso, Marcos Hernández Morales, fue encontrado muerto en su dormitorio. Aunque las autoridades descartaron un homicidio y señalaron que la causa fue natural, la coincidencia ha generado suspicacias entre familiares de internos y la opinión pública.
Voces que exigen respuestas
Familiares de los internos, colectivos de derechos humanos y expertos en seguridad penitenciaria coinciden en algo: las muertes en prisión no pueden normalizarse. Señalan que la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJH) debe dar resultados claros y transparentes sobre las investigaciones.
La sociedad recuerda que el sistema penitenciario mexicano arrastra problemas históricos: hacinamiento, falta de personal capacitado, corrupción y ausencia de programas efectivos de reinserción. Los recientes hechos en Tulancingo parecen ser un reflejo de estas fallas estructurales.
Entre el miedo y la incertidumbre
Quienes tienen familiares en el penal hoy viven con temor. “Si pasa con un director, ¿qué se puede esperar para los internos?”, se preguntan algunos. Otros reclaman que los fallecimientos bajo custodia del Estado representan fallas graves en la obligación de proteger la vida de los reclusos.
Este septiembre quedará marcado en la memoria de Tulancingo como un mes en que la desconfianza hacia las instituciones penitenciarias se profundizó.
¿Qué sigue para el penal de Tulancingo?
La PGJH informó que ya se abrió una Carpeta de Investigación por el reciente caso. Sin embargo, las preguntas persisten:
- ¿Se trató de suicidios o de fallas de seguridad?
- ¿Existen responsabilidades administrativas dentro del penal?
- ¿Se fortalecerán los protocolos de vigilancia y prevención de riesgos?
Responder a estas dudas será clave no solo para el caso de Tulancingo, sino para todo el sistema penitenciario de Hidalgo y del país.
El Cereso de Tulancingo se encuentra en el ojo del huracán. Tres muertes en menos de un mes no pueden reducirse a coincidencias. La investigación a fondo no solo será un acto de justicia para las víctimas, sino también una prueba para la credibilidad de las instituciones penitenciarias mexicanas.


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