Durante años, Sinaloa ha sido escenario de un fenómeno paradójico: una aparente tranquilidad respaldada por la presencia de grupos delictivos hegemónicos. Algunos locales justifican esta “calma” como un mal necesario, un equilibrio que impide la llegada de organizaciones más violentas.
Sin embargo, esta percepción de “paz” se basa en una convivencia peligrosa entre comunidades, negocios y actividades ilícitas. Las maquinitas, dispositivos de apuestas controlados por el crimen organizado, son un ejemplo claro. Operan como una fuente de ingresos estable para los grupos delictivos, mientras las autoridades locales permiten su proliferación.
¿Qué falló en la lucha contra el crimen?
El gobierno anterior insistió en abordar las «causas» de la delincuencia, pero los resultados muestran que estas medidas fueron insuficientes o mal dirigidas.
- Factores clave:
- Los territorios dominados por un grupo delictivo pueden experimentar una reducción de homicidios, pero esto no equivale a seguridad.
- La organización criminal más poderosa tiende a monopolizar actividades delictivas, sometiendo a otras bandas.
- Economías grises: Actividades como maquinitas, casinos y giros negros florecen en zonas de alta actividad delictiva.
- Las fronteras y rutas de tráfico son puntos neurálgicos del crimen organizado.
- Gobiernos e instituciones débiles: Una sociedad con poca vigilancia y escaso estado de derecho es un terreno fértil para el crimen.
Sinaloa y su histórico vínculo con la delincuencia
Sinaloa es un claro ejemplo de cómo años de malas prácticas gubernamentales han contribuido al fortalecimiento del crimen organizado.
- Autoridades indolentes que ignoraron la expansión del narcotráfico y otros delitos.
- La permisividad hacia economías ilícitas permitió que estas actividades se normalizaran en comunidades locales.
Este panorama refleja cómo el descuido gubernamental y la corrupción crean un terreno fértil para la delincuencia.
Un cambio de actitud, pero ¿es suficiente?
El actual gobierno federal ha mostrado un enfoque diferente, eliminando las malas señales que antes legitimaban el crimen. Sin embargo, la paz sostenible requiere una estrategia integral que involucre a todos los niveles de gobierno.
- Programas sociales: Son un apoyo valioso, pero no deben considerarse la solución principal. Pensar que la pobreza es la única causa de la violencia es simplista y estigmatizante.
- Fortalecimiento institucional: Sin gobiernos estatales y municipales sólidos, cualquier esfuerzo será insuficiente.
Soluciones para un futuro más seguro
La lucha contra el crimen en Sinaloa y el resto de México debe enfocarse en estrategias multidimensionales:
- Desmantelamiento de economías ilícitas: Regular y vigilar actividades como las maquinitas y los casinos.
- Fortalecimiento del estado de derecho: Capacitación y supervisión a las policías locales para reducir su vulnerabilidad a la corrupción.
- Participación comunitaria: Empoderar a las comunidades para denunciar actividades delictivas sin temor a represalias.
- Inversión en infraestructura social: Escuelas, hospitales y oportunidades de empleo reales para atacar las raíces de la desigualdad.
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