En 2024, un particular solicitó al Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) el registro de la obra digital “Avatar Virtual”, creada a través de la plataforma de inteligencia artificial Leonardo. La solicitud fue rechazada con base en la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA), que exige que toda obra refleje la creatividad y originalidad de una persona física.
El solicitante argumentó que limitar la autoría a los humanos atentaba contra la igualdad y la evolución tecnológica, e incluso mencionó tratados internacionales como el T-MEC y el Convenio de Berna.
De los tribunales al máximo órgano judicial
Tras agotar recursos en la Sala Especializada en Propiedad Intelectual del Tribunal Federal de Justicia Administrativa —que también rechazó el registro—, el caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El particular promovió un juicio de amparo, alegando que se le negaban derechos fundamentales como la seguridad jurídica y la no discriminación.
La decisión de la SCJN
La Segunda Sala de la SCJN resolvió por unanimidad negar el amparo. En su fallo, concluyó que:
- El derecho de autor es un derecho humano exclusivo de las personas físicas, derivado de la creatividad, intelecto, sentimientos y experiencias.
- Las obras generadas de manera autónoma por inteligencia artificial no cumplen con los requisitos de originalidad exigidos por la ley.
- Ni el Convenio de Berna ni el T-MEC reconocen a la inteligencia artificial como autora.
La Corte enfatizó que los artículos 12 y 18 de la LFDA son constitucionales, y que restringir la autoría a personas físicas es razonable y compatible con los tratados internacionales.
Implicaciones para el futuro
Con esta resolución, México se suma a la tendencia internacional de mantener los derechos de autor ligados exclusivamente a la creatividad humana. La decisión marca un precedente importante en un contexto global donde la inteligencia artificial avanza rápidamente en la creación de textos, imágenes, música y obras digitales.
La Corte dejó claro que la protección jurídica de la propiedad intelectual seguirá sujeta a la autoría humana, aunque el debate sobre los límites de la IA y su papel en la cultura y la innovación seguirá abierto.


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