El corazón de Doña Mari se detuvo la noche del jueves 24 de julio. Su cuerpo fue hallado en la misma banca de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU) donde pasó los últimos tres años de su vida, aguardando, con una esperanza inquebrantable, el regreso de sus hijos.
María de Jesús Mundo tenía 80 años y fue abandonada, como muchos adultos mayores en México. Su historia, que alguna vez conmovió a comerciantes y transeúntes, hoy se convierte en símbolo de una crisis silenciosa: la del abandono a nuestros ancianos.
Una espera que duró tres años
Desde 2022, Doña Mari vivía en la CAPU. Según relataban vendedores y trabajadores del lugar, su rutina era simple pero constante: dormía en la banca del andén, comía de las donaciones que recibía y repetía una sola frase con esperanza: “Mis hijos vendrán por mí”.
Había sido desalojada en Tehuacán al no poder pagar renta. Sin redes de apoyo, sin pensión, sin programas que la protegieran, migró a donde creyó que su familia podría encontrarla: la central camionera.
Víctor, Marina y Alma: los hijos ausentes
Doña Mari solía mencionar a sus hijos: Víctor Manuel, Marina Guadalupe y Alma Rivas Mundo, quienes supuestamente migraron a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Según vecinos y conocidos, fue a través de llamadas esporádicas como acordaron que la verían en la CAPU, algo que nunca ocurrió.
Hasta el momento, ninguno ha reclamado el cuerpo de la mujer. El Servicio Médico Forense (SEMEFO) de Puebla informó que permanece en resguardo, y se desconoce si será enterrada en fosa común.
Abandono y pobreza: el otro rostro del envejecimiento en México
La historia de Doña Mari no es aislada. De acuerdo con datos de la UNAM, al menos 16% de los adultos mayores en México viven en condiciones de abandono, maltrato o pobreza. En 2025, la cifra asciende a 14 millones de personas mayores de 60 años, muchas de ellas sin acceso a vivienda, salud o apoyo familiar.
Su muerte expone una falla estructural: la ausencia de políticas públicas eficaces para cuidar a quienes lo dieron todo por su país y sus familias.
Indignación y tristeza en redes sociales
En cuanto se difundió la noticia, usuarios en redes sociales comenzaron a exigir justicia y un homenaje digno para Doña Mari. Mensajes como “No debió morir así” o “¿Dónde están sus hijos?” inundaron X (antes Twitter) y Facebook.
Organizaciones locales de ayuda al adulto mayor como Casa de la Esperanza y colectivos ciudadanos están promoviendo un funeral digno y buscan que alguien reclame el cuerpo para evitar que termine en el olvido.
¿Cómo ayudar y prevenir más casos como el de Doña Mari?
El caso de Doña Mari debe ser un llamado urgente a la acción. Especialistas recomiendan:
- Fortalecer programas de atención y seguimiento a adultos mayores en situación de calle.
- Crear registros públicos para identificar casos de abandono.
- Involucrar a la sociedad en redes comunitarias de apoyo.
- Fomentar campañas de sensibilización sobre la responsabilidad familiar hacia los adultos mayores.
Final sin despedida, pero con memoria
El cuerpo de Doña Mari se fue sin abrazos, sin palabras finales de sus hijos, sin alguien que la tomara de la mano en su último aliento. Pero su historia no será olvidada. Representa a miles de personas mayores que aún esperan —en la calle, en hospitales o en la banca de una central— que alguien vuelva por ellas.


TE PODRÍA INTERESAR