La madrugada de este domingo marcó el abrupto fin de uno de los casos criminales más perturbadores en la Ciudad de México. Miguel “N”, conocido como el feminicida de Iztacalco, falleció tras una caída al interior del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente. El deceso fue confirmado por autoridades penitenciarias, quienes informaron que el sujeto no presentaba signos vitales al ser valorado médicamente.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) detalló que el presunto feminicida sufrió una contusión severa, lo que derivó en un posible paro cardiorrespiratorio. A pesar de ser trasladado al Hospital General de Iztapalapa, los esfuerzos por reanimarlo fueron inútiles.
¿Muerte accidental o negligencia institucional?
El fallecimiento de Miguel “N” ha levantado cuestionamientos entre activistas y familiares de víctimas. Aunque la versión oficial apunta a un accidente, la presión pública exige transparencia total. La SSC y el Sistema Penitenciario informaron que ya se iniciaron indagatorias internas, además de la intervención del Ministerio Público.
Miguel “N” se encontraba bajo vigilancia especial y recibía tratamiento médico con medicamentos controlados debido a antecedentes de salud mental. Su perfil médico era monitoreado por personal del reclusorio y de la Secretaría de Salud capitalina.
De químico vegano a presunto feminicida serial
Lo que más perturbó a la opinión pública fue la doble vida de Miguel “N”. Egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), hablaba varios idiomas y se mostraba en redes como defensor de animales y de causas sociales. Vivía solo en un departamento heredado en La Cruz Coyuya, alcaldía Iztacalco.
Lo que parecía una vida tranquila escondía una historia macabra. Las investigaciones revelaron que desde al menos 2012 habría perpetrado múltiples feminicidios, utilizando su conocimiento químico para manipular escenas del crimen, ocultar cuerpos y evadir sospechas.
El feminicidio de María José que lo desenmascaró
El 16 de abril de 2024, la vida de Miguel “N” dio un giro. Ese día, según las autoridades, atacó con arma blanca a María José Castillo, de apenas 17 años, en su propio domicilio. También intentó asesinar a la madre de la joven, quien logró alertar a la policía.
La brutalidad del crimen activó una respuesta inmediata por parte de la SSC, que llevó a su detención y posterior ingreso al Reclusorio Oriente. En su departamento, la Fiscalía General de Justicia de la CDMX encontró evidencias que apuntaban a al menos seis feminicidios más.
Un archivo de horror: libretas, huesos y químicos
Durante el cateo al domicilio de Miguel “N”, las autoridades hallaron restos óseos, identificaciones de mujeres desaparecidas y herramientas como serruchos. También encontraron libretas con nombres, fechas y anotaciones que indicaban un modus operandi meticuloso y sistemático.
El perfil criminal de Miguel “N” apuntaba a una conducta serial: contactaba a mujeres jóvenes, algunas en situación vulnerable, las seducía o engañaba para llevarlas a su casa, y allí las agredía sexualmente, asesinaba y deshacía de sus cuerpos.
Una investigación inconclusa tras su muerte
Aunque la FGJCDMX abrió carpetas por feminicidio, tentativa de feminicidio, desaparición forzada y violación, su muerte interrumpe un proceso judicial que apenas comenzaba. Las familias de posibles víctimas temen que la verdad completa nunca salga a la luz.
Sin embargo, las autoridades han asegurado que continuarán con las investigaciones y pruebas periciales a los restos encontrados, con el objetivo de identificar a las víctimas y brindar justicia póstuma.
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