El gobierno de Claudia Sheinbaum se encuentra en un punto crítico en su relación con Donald Trump. La reciente decisión de aceptar hasta cuatro vuelos diarios con deportados mexicanos, además de permitir expulsiones masivas por la frontera terrestre, ha sido interpretada como un intento por evitar la imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos. Sin embargo, la Casa Blanca ha dejado claro que esto no es suficiente.
La vocera de Trump, Karoline Leavitt, confirmó que la amenaza arancelaria sigue en pie a menos que México haga más para frenar el tráfico de fentanilo y desmantele las estructuras del crimen organizado.
Esta postura coloca a Sheinbaum en una posición difícil. Si bien ha mostrado cooperación en materia migratoria, la lucha contra los cárteles de la droga sigue siendo un tema pendiente. En Washington y Ottawa hay consenso en que la crisis de opioides tiene su origen en México, lo que aumenta la presión para que el gobierno actúe con mayor firmeza.
Migración: La presión de Trump y la estrategia mexicana
La migración ha sido uno de los temas más sensibles en la relación bilateral. Desde su primer gobierno, Trump ha insistido en cerrar la frontera y endurecer las deportaciones. Ahora, con su regreso a la Casa Blanca, ha dejado claro que no tolerará más flujos masivos de migrantes.
México ha respondido con el despliegue de 30 mil elementos de la Guardia Nacional, presuntamente en la frontera con Guatemala, además de aceptar el regreso del programa “Quédate en México”, que obliga a los solicitantes de asilo a permanecer en territorio mexicano mientras se procesan sus casos en EE.UU.
Sin embargo, estas medidas han resultado insuficientes. El pasado domingo, una nueva caravana migrante partió de Tapachula, lo que evidencia que la política migratoria sigue sin ser efectiva.
La solución no puede ser solo represiva. Se requiere una estrategia integral que atienda las causas de la migración, como la violencia y la pobreza en Centroamérica. Sin embargo, el gobierno mexicano no ha presentado un plan de largo plazo, lo que deja abierta la posibilidad de nuevas exigencias de Trump en este tema.
Fentanilo: El otro frente de batalla
Si bien la migración es un tema prioritario, la principal exigencia de Trump es el combate al tráfico de fentanilo. La Casa Blanca ha insistido en que la mayor parte de este opioide sintético llega a EE.UU. desde México, donde es producido por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Un informe del Congreso de EE.UU., publicado en diciembre, señala que los precursores químicos llegan de China y son transformados en laboratorios clandestinos en México. La DEA ha identificado a los cárteles mexicanos como las principales organizaciones responsables de la crisis de opioides en Norteamérica.
Hasta ahora, el gobierno de Sheinbaum ha evitado confrontar directamente a estos grupos. No se han reportado operativos significativos contra laboratorios de fentanilo ni incautaciones que realmente afecten el suministro de esta droga.
La falta de resultados tangibles ha llevado a Trump a endurecer su postura, dejando abierta la posibilidad de acciones más agresivas, como designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que podría justificar intervenciones militares en territorio mexicano.
El dilema de Sheinbaum: Entre Trump y la política interna
Sheinbaum enfrenta un dilema complejo. Por un lado, necesita mantener la estabilidad en la relación con EE.UU. para evitar un golpe económico en caso de que se impongan los aranceles. Por otro, debe cuidar su posición dentro de Morena, donde cualquier acercamiento a Trump podría ser visto como una traición a los principios de la Cuarta Transformación.
El gobierno ha intentado manejar la crisis con una estrategia reactiva, pero la Casa Blanca ha dejado claro que necesita acciones concretas, no solo discursos.
El problema para Sheinbaum es que los datos sobre seguridad y narcotráfico no la respaldan. Mientras que EE.UU. reporta un flujo constante de fentanilo desde México, no hay evidencia de que el gobierno mexicano haya logrado frenar la producción o el tráfico de esta droga.
Además, la militarización de la frontera sur no ha sido efectiva para contener la migración masiva, lo que da a Trump más argumentos para mantener la presión sobre México.
Conclusión: ¿Qué sigue para México?
El gobierno de Sheinbaum debe definir una estrategia clara para enfrentar la nueva realidad con Trump. La presión migratoria y el combate al fentanilo serán los dos grandes temas que marcarán la relación bilateral en los próximos meses.
México necesita:
- Una política migratoria efectiva que reduzca los flujos de indocumentados sin violar los derechos humanos.
- Resultados tangibles en la lucha contra el fentanilo, con operativos que afecten realmente el suministro de drogas a EE.UU.
- Negociaciones comerciales sólidas para evitar los aranceles y proteger la economía mexicana.
Si el gobierno sigue actuando de manera reactiva, Trump podría endurecer aún más su postura, lo que afectaría gravemente la economía y la estabilidad política del país.
El reto para Sheinbaum es demostrar que México no está controlado por el crimen organizado y que puede ser un socio confiable para EE.UU., sin comprometer su posición política interna.
El reloj avanza y la fecha límite del 1 de febrero se acerca. La pregunta sigue en el aire: ¿México logrará evitar la crisis comercial con Trump?
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