En las zonas más vulnerables de México, miles de niñas enfrentan un destino injusto: un matrimonio forzado a temprana edad. Esta práctica, aunque ilegal, sigue siendo común, alimentada por factores económicos, culturales y religiosos. Claudia Cruz, quien fue obligada a casarse a los 12 años, hoy comparte su historia para romper el silencio y generar un cambio.
Matrimonio infantil en cifras: Un problema global y nacional
México, entre los países con mayor índice de matrimonio infantil
Según la ONU, México ocupa el octavo lugar en matrimonio infantil a nivel mundial. El 7.5% de las adolescentes indígenas en el país se casan antes de cumplir 18 años, lo que equivale a 27,800 niñas. A nivel global, una de cada cinco mujeres se casa siendo niña, una práctica que avanza lentamente hacia su erradicación.
Usos y costumbres: Entre la tradición y la violación de derechos
En algunas comunidades indígenas, el matrimonio infantil se justifica como parte de los «usos y costumbres». Las niñas se «venden» por montos que oscilan entre 50,000 y 200,000 pesos, dependiendo de sus habilidades domésticas y su virginidad.
Esta práctica no solo perpetúa la desigualdad, sino que despoja a las niñas de su infancia y su derecho a decidir.
Además de razones económicas, en ciertos casos el matrimonio infantil responde a creencias religiosas y culturales que perpetúan la idea de que las niñas deben casarse para «cumplir su rol en la sociedad».
Una legislación insuficiente: Entre el papel y la realidad
Aunque el Código Civil Federal establece los 18 años como la edad mínima para contraer matrimonio y sanciona las uniones forzadas, la falta de aplicación efectiva de estas leyes permite que el problema persista.
En 2023, la reforma al artículo 2 de la Constitución prohibió el matrimonio infantil en comunidades indígenas, señalando que los derechos de la niñez no pueden justificarse bajo el argumento de los usos y costumbres. Sin embargo, sin un mecanismo claro de supervisión y sanción, estas disposiciones quedan como letra muerta.
Matrimonio infantil: Una forma de violencia y explotación
El matrimonio infantil no solo es una violación a los derechos humanos, sino una forma de explotación que afecta la dignidad, salud, desarrollo y educación de las niñas. Estudios muestran que estas uniones tempranas:
Interrumpen la educación: La mayoría de las niñas dejan la escuela tras casarse.
Aumentan riesgos de salud: Las complicaciones del embarazo son una de las principales causas de muerte entre adolescentes.
Generan ciclos de violencia: Muchas niñas son víctimas de abusos en estas uniones.
Testimonios que conmueven y empoderan
Claudia Cruz, quien fue obligada a casarse a los 12 años, relata: “Nunca me preguntaron si quería casarme, solo me dijeron que debía hacerlo. Me quitaron mi infancia, pero hoy lucho para que ninguna niña pase por lo mismo”.
¿Cómo podemos erradicar el matrimonio infantil?
Fortalecer la aplicación de las leyes: Es imperativo que las reformas legales se traduzcan en acciones concretas, con sanciones efectivas para quienes promuevan el matrimonio infantil.
- Promover campañas educativas: Informar a las comunidades sobre los derechos de las niñas y los impactos negativos del matrimonio infantil es clave para cambiar mentalidades.
- Fomentar alternativas económicas: Generar oportunidades de empleo y educación para las familias puede reducir la dependencia de las dotes matrimoniales.
- Aumentar la supervisión comunitaria: Trabajar con líderes indígenas y organizaciones civiles para monitorear y prevenir casos.
Un llamado a la acción colectiva
Erradicar el matrimonio infantil requiere un esfuerzo conjunto entre el gobierno, la sociedad y las comunidades. No basta con leyes; es necesario un cambio cultural que priorice los derechos y la dignidad de las niñas. Historias como la de Claudia Cruz nos recuerdan que la lucha es urgente y que cada acción cuenta.
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