El hogar, ese espacio que debería ser el más seguro para las niñas y los niños, es paradójicamente el lugar donde ocurre el 80% de los abusos sexuales infantiles, según datos de UNICEF y Save the Children.
Este delito no distingue fronteras ni niveles económicos, afectando tanto a países desarrollados como en vías de desarrollo. La ONU reconoció su gravedad al instaurar, hace apenas dos años, el 18 de noviembre como el Día Mundial para Prevenir la Explotación, los Abusos y la Violencia Sexuales contra los Niños y Promover la Sanación.
Sin embargo, las cifras siguen siendo alarmantes: uno de cada ocho menores en el mundo ha sufrido abusos sexuales antes de cumplir los 18 años, de acuerdo con el informe “Acción para poner fin a la Explotación y el Abuso Sexuales de las Niñas, Niños y Adolescentes” de UNICEF.
¿Por qué el hogar es el lugar más peligroso para las infancias?
El círculo cercano, el principal agresor
En la mayoría de los casos, el agresor no es un extraño. Es un miembro del círculo cercano: familiares, conocidos o personas significativas para las víctimas. Esta proximidad no solo facilita el acceso a los menores, sino que también crea un manto de silencio y miedo.
Los niños y niñas que sufren abuso en casa enfrentan barreras psicológicas como:
- Miedo a no ser creídos.
- Vergüenza o culpa inducidas por el agresor.
- Presión familiar para mantener el silencio.
Las cifras detrás del abuso infantil en México
En México, las cifras son devastadoras:
- Cada hora, más de dos menores son víctimas de explotación sexual, según organizaciones nacionales.
- Las niñas son las principales afectadas, con una probabilidad de ser víctimas dos a tres veces mayor que los niños.
El abuso sexual infantil es una de las doce formas de trata de personas sancionadas por la ley nacional, y aunque existen medidas legales, el miedo y la impunidad siguen prevaleciendo.
¿Cómo podemos prevenir y combatir el abuso sexual infantil?
Romper el silencio como sociedad
La mayor barrera para erradicar el abuso sexual infantil es la invisibilización del problema. Es fundamental generar consciencia de que lo importante no es el «qué dirán», sino el bienestar de las niñas y niños afectados.
Educar en prevención desde el hogar y la escuela
- Enseñar a los menores a identificar comportamientos inapropiados.
- Promover un ambiente de confianza para que puedan hablar sobre cualquier situación que los incomode.
- Capacitar a docentes y cuidadores para detectar señales de abuso y actuar rápidamente.
Exigir justicia y sentencias ejemplares
La denuncia es solo el primer paso. Es crucial garantizar que los agresores enfrenten consecuencias legales severas, enviando un mensaje claro de que no habrá tolerancia hacia este delito.
Una oportunidad para proteger las infancias
El estrés postraumático que enfrentan las niñas y niños víctimas de abuso sexual puede truncar sus vidas para siempre. Actuar ahora es una responsabilidad colectiva.
Debemos ver el 18 de noviembre no solo como un día de reflexión, sino como un llamado urgente a visibilizar, prevenir y erradicar esta tragedia que afecta a tantas infancias.
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