El 14 de abril de 2023, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó cargos contra 28 presuntos miembros del Cártel de Sinaloa, acusándolos de fabricar y traficar fentanilo en México. Entre los señalados destacan “Los Chapitos”, hijos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”. Este acto marcó un nuevo capítulo en la guerra contra las drogas y puso en el centro de atención el rol de México en la crisis global de los opioides.
A pesar de las repetidas negativas del gobierno mexicano sobre la fabricación de fentanilo en el país, la evidencia dice lo contrario. Los datos del indictment presentado por el Departamento de Justicia de EE. UU. y los informes de la SEDENA confirman la existencia de laboratorios clandestinos en Sinaloa y otros estados. Según cifras oficiales, entre 2018 y 2023, el Ejército destruyó 1,355 laboratorios clandestinos, de los cuales 1,195 estaban en Sinaloa.
Fentanilo: el opioide sintético que domina el mercado ilícito
El fentanilo ha revolucionado el negocio del narcotráfico. Este opioide sintético, 50 veces más potente que la heroína, es altamente rentable para los grupos criminales:
- Costo del precursor: 800 dólares por kilogramo.
- Producción: Un kilogramo de precursor produce 4 kg de fentanilo o 415,000 pastillas.
- Precio en la calle: Cada pastilla se vende entre 0.50 y 3 dólares.
La rentabilidad de este mercado no solo alimenta la economía de los cárteles, sino que también ha intensificado la violencia asociada al control de su producción y distribución.
Impacto en Estados Unidos y México
En Estados Unidos, la crisis de opioides ha alcanzado niveles alarmantes. Según el CDC WONDER, en 2021 más de 100,000 personas murieron por sobredosis, y el 70% de estas muertes estuvo relacionado con opioides sintéticos como el fentanilo.
En México, aunque el consumo aún no alcanza los niveles de Estados Unidos, los estados fronterizos comienzan a mostrar signos de una crisis emergente. Además, el tráfico y la producción ilegal están relacionados con el aumento de la violencia en zonas controladas por el crimen organizado.
La responsabilidad de las farmacéuticas en la crisis de opioides
La historia del fentanilo no puede contarse sin mencionar a las grandes farmacéuticas. Empresas como Purdue Pharma promovieron opioides como analgésicos “seguros”, lo que creó una dependencia masiva y, eventualmente, un mercado ilegal para cubrir la creciente demanda.
Con el tiempo, los cárteles vieron en el fentanilo una oportunidad de negocio: es más barato de producir que la heroína, más potente y fácil de transportar. Así, este opioide se convirtió en el eje de una economía ilícita que hoy tiene consecuencias devastadoras en ambos lados de la frontera.
Negar el problema perpetúa la crisis
A pesar de la evidencia, el gobierno mexicano ha sido reacio a reconocer la magnitud del problema. Negar la producción y el consumo de fentanilo no solo dificulta la implementación de estrategias efectivas, sino que también deja a la población vulnerable.
Las políticas actuales, centradas en la prohibición y la represión, han demostrado ser insuficientes. Desde 2006, el enfoque prohibicionista ha intensificado la violencia y fomentado mercados ilícitos cada vez más peligrosos.
Un enfoque basado en reducción de daños
En lugar de negar el problema, México debe adoptar un enfoque de reducción de riesgos y daños, priorizando la salud pública y los derechos humanos. Algunas acciones clave incluyen:
- Información y prevención: Proveer campañas educativas sobre los riesgos del consumo de fentanilo.
- Tratamientos accesibles: Garantizar programas de rehabilitación y apoyo psicológico para personas usuarias.
- Regulación del mercado: Diseñar un marco legal que permita regular ciertas sustancias, reduciendo el poder de los grupos criminales.
- Cooperación binacional: Fortalecer la colaboración con Estados Unidos para atacar las raíces del problema.
La importancia de reconocer la crisis
Reconocer que el fentanilo se produce y consume en México no es un signo de debilidad, sino un paso crucial hacia la implementación de políticas públicas efectivas. La presidenta Claudia Sheinbaum ha dado un paso inicial con programas de prevención temprana, pero el camino es largo y requiere un compromiso sostenido por parte de todos los niveles de gobierno.
Solo con un enfoque basado en evidencia y centrado en las personas podremos mitigar las consecuencias de la crisis del fentanilo y evitar que México caiga en la misma tragedia que Estados Unidos.
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