México vive una de las crisis de seguridad más profundas de su historia reciente. A pesar de las promesas de una estrategia efectiva, los resultados del sexenio pasado duplicaron los índices de homicidios y dejaron un legado de violencia sistemática en estados como Chiapas, Guerrero, Guanajuato y Morelos.
En este contexto, el nombramiento de Omar García Harfuch como secretario de Seguridad Ciudadana representa una luz de esperanza, pero también un desafío monumental. Con una estrategia debilitada y recursos insuficientes, ¿podrá lograr el cambio que tanto necesita el país?
De abrazos, no balazos a los límites de la impunidad
La política de «abrazos, no balazos» marcó una estrategia que priorizó la no confrontación con el crimen organizado, pero la impunidad resultante fortaleció a las organizaciones delictivas. Estados como Sinaloa, donde coexisten grupos como El Mayo y El Moya, ilustran el control territorial que estas organizaciones ejercen en ausencia de una autoridad fuerte.
De hecho, el Comando Norte de Estados Unidos estima que un tercio del territorio mexicano está bajo el dominio del crimen organizado, una cifra que podría ser conservadora según expertos.
“Operación Enjambre”: ¿un triunfo aislado o un modelo a seguir?
La reciente Operación Enjambre, que expuso la infiltración del crimen organizado en instituciones públicas, es un logro significativo, pero aislado. La falta de una estrategia sistemática limita su impacto a corto plazo y no aborda los problemas estructurales de la seguridad pública en el país.
Los principales desafíos:
- Policías infiltradas: Los cuerpos municipales y estatales carecen de confianza y recursos.
- Guardia Nacional militarizada: Su eficacia es limitada debido a la falta de preparación para labores civiles.
- Descoordinación institucional: Gobernadores y estados actúan de manera aislada, debilitando los esfuerzos federales.
La ausencia de instituciones sólidas
El desmantelamiento de la Policía Federal y el debilitamiento de las fuerzas municipales han dejado un vacío operativo crítico. Este déficit no solo afecta la capacidad de respuesta, sino también la percepción ciudadana sobre la eficacia del Estado.
¿Qué necesita México para recuperar la seguridad?
- Reconstruir una policía federal: Un cuerpo civil y especializado que complemente las tareas de la Guardia Nacional.
- Fortalecer la capacitación local: Dotar a las policías municipales y estatales de recursos y formación adecuada.
- Reorganizar las fiscalías y el sistema judicial: Combatir la corrupción en ministerios públicos y jueces.
Omar García Harfuch: el hombre del momento
Con un historial probado como jefe de policía en la Ciudad de México, García Harfuch ha demostrado capacidad para reducir índices delictivos y coordinar operativos exitosos. Sin embargo, su éxito a nivel federal dependerá de algo más que experiencia:
- Presupuesto adecuado: Sin recursos, sus planes quedarán en el papel.
- Apoyo político: Gobernadores y fuerzas armadas deben alinearse con una estrategia única.
- Participación ciudadana: La confianza social es crucial para mejorar la cooperación y la denuncia.
¿Qué sigue para la seguridad pública en México?
México está en un punto de inflexión. La estrategia debe evolucionar más allá de la confrontación o la tolerancia pasiva. El país necesita un enfoque integral que no solo ataque a las organizaciones criminales, sino que también desmantele las redes de complicidad dentro de las instituciones.
Acciones clave para el cambio:
- Inversión en tecnología: Inteligencia artificial y big data para rastrear operaciones delictivas.
- Colaboración internacional: Intercambio de información con aliados estratégicos.
- Reforma policial y judicial: Desde los ministerios públicos hasta los jueces.
Reflexión final: un camino largo, pero necesario
La seguridad pública no se resolverá «en un dos por tres», pero con una estrategia clara y voluntad política, México puede revertir la crisis actual. García Harfuch tiene las credenciales para liderar este cambio, pero necesitará algo más: el apoyo decidido de todas las instituciones y sectores sociales.
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