La guerra contra el huachicol: entre propaganda y realidad
El 27 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador lanzó su primer gran operativo como presidente: la llamada guerra contra el huachicol. Con cierres de ductos y filas interminables en gasolineras, el gobierno justificó la crisis bajo la premisa de combatir el robo de combustible. Pero cinco años después, los datos, las investigaciones periodísticas y los eventos recientes han dejado claro que esta «guerra» fue más propaganda que realidad.
¿Por qué comenzó la guerra contra el huachicol?
En enero de 2019, The Wall Street Journal publicó que el gobierno había reducido las importaciones de gasolina en un 45%, lo que derivó en una escasez inminente. Para justificar esta crisis, el gobierno presentó el combate al huachicol como una medida heroica y necesaria.
López Obrador declaró que el operativo había reducido el robo de combustible en un 94%, lo que convirtió esta narrativa en una bandera de su gobierno. Sin embargo, los datos oficiales nunca respaldaron esta afirmación:
- 2018: 14,910 tomas clandestinas reportadas.
- 2019: 13,000 tomas clandestinas.
- 2020: 11,000 tomas clandestinas.
Aunque las cifras mostraron un ligero descenso en los primeros años, para 2023 las tomas clandestinas regresaron a niveles históricos, alcanzando las 15,000.
El huachicol como fuente de financiamiento político
La conexión entre el huachicol y la política llegó a su punto más polémico en 2021, durante las elecciones intermedias. Sergio Carmona, apodado “El Rey del Huachicol”, emergió como uno de los principales financiadores de Morena.
- Carmona se reunió con candidatos y gobernadores en estados clave, presuntamente entregando recursos para campañas.
- Fue vinculado a altos mandos del partido, incluyendo a Mario Delgado, entonces dirigente nacional de Morena.
- Su muerte en noviembre de 2021 dejó muchas preguntas sin respuesta sobre los alcances de su influencia.
Este vínculo quedó reflejado en los datos: mientras el gobierno insistía en haber derrotado al huachicol, el número de tomas clandestinas comenzó a aumentar nuevamente.
Revelaciones recientes: el Ejército y los hijos de AMLO en el ojo del huracán
Un reportaje de Latinus arrojó nuevas luces sobre el alcance del huachicol en el gobierno actual:
- El Ejército y el Tren Maya
Trabajadores y contratistas de la obra emblema de AMLO acusaron al Ejército Mexicano de comprar huachicol para abastecer maquinaria. Según las denuncias, el uso de combustible robado no solo dañó equipos, sino que expuso la fragilidad del sistema de supervisión en una obra de esta magnitud. - La red de los hijos de AMLO
Amílcar Olán, operador financiero vinculado a los hijos del presidente, fue captado en grabaciones admitiendo haber comprado huachicol. Este hecho complica aún más la narrativa oficial sobre la erradicación del problema.
¿Acabamos con el huachicol?
Aunque el gobierno insiste en que las pérdidas por huachicol han disminuido de 40 mil millones de pesos en 2018 a 20 mil millones en 2023, las cifras de tomas clandestinas contradicen esta versión.
Realidad vs. propaganda
- 2018: 14,910 tomas clandestinas.
- 2023: 14,980 tomas clandestinas.
Estas cifras muestran que, lejos de ser erradicado, el huachicol sigue siendo un problema estructural.
Una guerra inconclusa
La “guerra contra el huachicol” es un ejemplo de cómo la narrativa política puede desviar la atención de problemas sistémicos. En este caso, no solo no se resolvió el problema del robo de combustible, sino que se vinculó al partido gobernante con actividades ilegales.El involucramiento del Ejército y de figuras cercanas al círculo presidencial plantea dudas serias sobre la integridad del combate al huachicol. ¿Fue esta guerra una estrategia de control político más que un esfuerzo genuino por erradicar el robo de combustible?
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