sábado, diciembre 20, 2025

La Colección Gelman: opacidad, descuidos y un legado en riesgo

La historia del arte moderno y contemporáneo en México cuenta con un capítulo oscuro: el destino de la Colección Gelman. Este invaluable acervo, que reúne más de 300 obras de artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera y María Izquierdo, fue pensado para ser exhibido de manera permanente en un museo mexicano. Sin embargo, la falta de sensibilidad y políticas públicas a largo plazo ha puesto en riesgo su integridad.

Hoy, mientras algunas piezas se subastan en la prestigiosa casa Sotheby’s de Nueva York, el legado de Natasha y Jacques Gelman parece desmoronarse, víctima de la opacidad y el desinterés gubernamental.


Una colección que reflejaba el alma artística de México

El matrimonio Gelman, grandes mecenas del arte mexicano, reunió durante su vida un acervo que abarca lo mejor del siglo XX. Piezas de artistas icónicos como Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, Siqueiros y Mathías Goeritz no solo representan la riqueza cultural del país, sino que también son testimonio de un momento crucial en la historia del arte mundial.

El sueño Gelman:

  • Natasha Gelman expresó su deseo de que estas obras permanecieran en México para el disfrute del público.
  • La colección estuvo temporalmente en el Museo Muros en Cuernavaca, en un esfuerzo por darle un hogar fijo.

El valor cultural:
Más allá del valor económico, la Colección Gelman es un mosaico de la identidad artística de México. Su preservación y acceso público deberían ser una prioridad cultural.


La desintegración del legado

Tras la muerte de sus dueños, la colección pasó por una serie de litigios y acuerdos poco claros. El albacea, Robert Littman, retiró las piezas del Museo Muros en 2008, dejando en el aire el destino del acervo.

Los hechos recientes:

  • 36 piezas, incluidas obras declaradas Monumento Artístico, fueron puestas a subasta en Sotheby’s.
  • Algunas de estas piezas, por ley, no pueden ser exportadas de manera definitiva, lo que generó críticas y cuestionamientos.

Un vacío de acción:
Aunque el gobierno mexicano tuvo décadas para negociar la permanencia de la colección, las decisiones fueron postergadas una y otra vez. Este descuido permitió que el acervo terminara fragmentado y expuesto al mercado internacional.


La falta de políticas culturales a largo plazo

El caso Gelman es un ejemplo más de la falta de visión en la gestión del patrimonio artístico en México.

Cifras preocupantes:

  • La cultura enfrenta un recorte presupuestal del 30% para 2025.
  • Mientras se promueven campañas para recuperar piezas arqueológicas, el arte moderno y contemporáneo parece no tener la misma prioridad.

Impacto:

  • La falta de financiamiento y planeación no solo pone en riesgo colecciones privadas, sino también el acceso público a la riqueza cultural del país.
  • La desconexión entre instancias culturales y coleccionistas privados dificulta la protección de acervos valiosos.

¿Qué se pudo hacer?

Desde que Natasha Gelman firmó su testamento en 1993, hubo tiempo suficiente para garantizar la permanencia del acervo en México.

Acciones que faltaron:

  1. Negociación y acuerdos claros: Diseñar un convenio con garantías de conservación y exhibición permanentes.
  2. Creación de un fideicomiso: Asegurar un financiamiento sostenible para mantener el acervo y su divulgación.
  3. Plan de difusión: Promover la colección como una joya del arte mexicano para atraer el interés del público y patrocinadores.

El mercado como destino final

Con piezas de Diego Rivera, Frida Kahlo y otros grandes artistas ahora en subasta, el mercado se convierte en el destino de este legado. Aunque esto puede parecer inevitable en ausencia de políticas efectivas, también refleja una pérdida cultural significativa.

Consecuencias:

  • Fragmentación del acervo: Las piezas podrían terminar en colecciones privadas, fuera del alcance del público mexicano.
  • Pérdida de identidad: El arte que representa a México en el siglo XX podría dispersarse y perder su contexto histórico.

El caso de la Colección Gelman es un recordatorio doloroso de cómo la opacidad, la falta de planeación y el desinterés gubernamental pueden poner en riesgo el patrimonio cultural. Mientras se celebran triunfos en la recuperación de piezas arqueológicas, el arte moderno y contemporáneo parece relegado a un segundo plano.

Es urgente que México desarrolle políticas culturales integrales que protejan su legado artístico en todas sus formas. Si no se actúa ahora, colecciones como la Gelman podrían ser solo el principio de una larga lista de pérdidas culturales irrecuperables.

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