Un estudio realizado entre 2009 y 2011 por Juan A. Castillo Cocom, profesor de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, y Roland Ebel, investigador de la Universidad Estatal de Montana, alertaba ya desde entonces sobre el progresivo abandono de la milpa tradicional en X-Pichil, una comunidad maya ubicada en el centro de Quintana Roo. 15 años más tarde, los temores expresados en esa investigación se confirman: la milpa sigue en peligro, arrastrada por la falta de interés de las nuevas generaciones, el cambio climático y un modelo económico que margina la agricultura tradicional.
La investigación reveló que el 94% de los ejidatarios de X-Pichil tenían más de 40 años y que apenas uno de cada 30 hijos de estos productores mostraba interés en continuar con el trabajo agrícola. Esta desconexión generacional ya había provocado que el 64% de las tierras permaneciera sin cultivar. La milpa, sistema agroecológico milenario que ha sido el pilar alimentario y cultural del pueblo maya, estaba siendo relegada a un recuerdo.
Para muchos jóvenes, la agricultura representa pobreza y sacrificio. En lugar de seguir la tradición de sus padres o abuelos, optan por estudiar, emigrar a ciudades cercanas como Cancún o Playa del Carmen, o ingresar al sector turístico. Este fenómeno tiene consecuencias como lapérdida del conocimiento ancestral, debilitamiento del tejido comunitario y un creciente desarraigo cultural.
En la última década, las condiciones han seguido empeorando. El uso intensivo de fertilizantes y pesticidas —inicialmente introducidos como mejoras— ha encarecido la producción y dañado los suelos. Además, la falta de políticas públicas adecuadas ha impedido una transición justa hacia modelos sostenibles. La agricultura moderna fue impuesta sin considerar las particularidades culturales y ecológicas de las comunidades mayas, revelaba desde entonces el estudio.
Pese a ello, los productores de X-Pichil continúan cultivando maíz criollo, frijol, calabaza, frutas y plantas medicinales, manteniendo una agrobiodiversidad crucial para la seguridad alimentaria y la resiliencia ante el cambio climático. Sin embargo, esta diversidad está cada vez más amenazada por el avance del monocultivo, el desinterés juvenil y la falta de apoyos gubernamentales eficaces.
Castillo y Ebel advirtieron en su estudio que, de no revertirse la tendencia, la milpa podría extinguirse para 2030. Este pronóstico se reafirma con cada año que pasa. La desaparición de la milpa no sería solo la pérdida de un sistema agrícola, sino también de un conjunto de saberes, rituales y relaciones con la naturaleza que forman parte integral de la cosmovisión maya.
¿Y qué se está haciendo para revertir el problema?
En respuesta a este panorama, han surgido iniciativas sociales y gubernamentales que buscan revitalizar la milpa a través de modelos como la agroecología, en un enfoque quepropone combinar el conocimiento tradicional con prácticas sostenibles y tecnológicamente apropiadas. Los investigadores consideran que, si se implementa correctamente y con participación comunitaria, la agroecología podría representar una vía realista para revitalizar las economías rurales y garantizar la soberanía alimentaria.
Uno de los proyectos que ha tomado fuerza en años recientes es “Milpa para la Vida”, impulsado desde 2021 por HeiferInternational con financiamiento de la Fundación John Deere. Este programa ha introducido técnicas agroecológicas en comunidades de Yucatán y Campeche, promoviendo el uso de semillas nativas, biofertilizantes y manejo comunitario de los recursos. En parcelas demostrativas, se logró duplicar la producción de maíz de 630 kilos a 1.3 toneladas por hectárea. Para 2027, el proyecto espera alcanzar a 40,000 beneficiarios.
Otra propuesta ha sido la aplicación del sistema agroforestal sintrópico, desarrollado por el investigador suizo Ernst Götsch. En Yucatán, este modelo ha sido promovido por el biólogo Jean Arnaud García Brule, quien ha liderado su implementación en comunidades locales. La técnica consiste en sembrar especies agrícolas junto con árboles nativos siguiendo patrones que generan sombra, humedad y fertilidad natural. “No sembramos plantas, sembramos ecosistemas”, resume García Brule, resaltando la visión integral del proyecto.
En enero de 2025 se creó la Red Académica de la Milpa Maya (Ich-ko’ol), una articulación de instituciones académicas, comunidades y gobierno enfocada en estudiar y preservar el conocimiento agrícola tradicional de la península. Esta red reconoce la milpa como un sistema biocultural complejo que va más allá del cultivo del maíz, incluyendo prácticas espirituales, idiomas indígenas y formas propias de organización social.
Desde el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) también se ha fortalecido un frente de resistencia, impulsando bancos de germoplasma alimentados con energía solar, sistemas de riego fotovoltaicos y talleres comunitarios para la transmisión del conocimiento tradicional.
AGRICULTURA ENFRENTA UNA CRISIS MULTIDIMENSIONAL
El CICY advierte que muchos jóvenes siguen considerando el trabajo en la milpa como anticuado o irrelevante. La constante exposición a modelos de éxito urbano y consumismo contribuye a esta percepción. Además, el cambio climático impone desafíos adicionales: sequías prolongadas, lluvias fuera de temporada, pérdida de biodiversidad y una mayor incidencia de plagas están afectando la capacidad de los campesinos para sostener sus cultivos.
Frente a esta crisis multidimensional, la resistencia se vuelve también cultural. Más allá de los rendimientos agrícolas, la milpa representa una manera de relacionarse con el tiempo, la tierra y la comunidad. En muchos casos, el rescate de la milpa está vinculado al rescate de lenguas indígenas, sistemas de organización colectiva y rituales comunitarios.
El pronóstico de una milpa extinta en 2030 sigue vigente, pero también lo están las semillas de la resistencia. Si las políticas públicas logran articularse con las iniciativas locales y los jóvenes encuentran en la milpa un proyecto de vida viable y digno, aún es posible revertir la tendencia. Pero el tiempo apremia.


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