La jornada laboral de 40 horas en México se ha convertido en uno de los temas más relevantes del panorama legislativo, especialmente tras el anuncio de que la reforma sería presentada para discusión el 20 de noviembre de 2025. Sin embargo, especialistas advierten que si la propuesta no avanza este año, el proceso podría alargarse más de lo que trabajadores y trabajadoras esperan, generando incertidumbre sobre los plazos de aprobación e implementación.
El debate sobre la jornada laboral de 40 horas cobró fuerza desde el 1 de mayo de 2025, cuando la Presidenta Claudia Sheinbaum y el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Marath Baruch Bolaños López, anunciaron el inicio de mesas de negociación para reducir gradualmente la semana laboral en México.
El secretario del Trabajo confirmó que el objetivo es llegar a las 40 horas semanales a más tardar en enero de 2030, mediante una aplicación progresiva en todo el país.
Desde el Gobierno se enfatizó que esta reforma, al igual que otras de gran calado laboral, buscará construirse con el consenso de empleadores, empleadoras y representantes del sector productivo. Esto significa que su aprobación requiere acuerdos sólidos, lo cual puede influir en los tiempos legislativos.
Fuentes cercanas a las y los funcionarios involucrados han señalado que la Secretaría del Trabajo mantiene la intención de presentar la iniciativa en noviembre, con la expectativa de que el Congreso pueda aprobarla antes de que concluya 2025. El pronóstico, según especialistas, era una discusión ágil en la Cámara de Diputados.
¿Qué pasa si la jornada laboral de 40 horas no se discute en 2025?
Si la jornada laboral de 40 horas no se somete a análisis en el Honorable Congreso de la Unión durante lo que resta del 2025, el tema no podrá retomarse sino hasta el siguiente periodo ordinario de sesiones, el cual inicia el 1 de febrero de 2026. Esto representaría un retraso automático en el proceso legislativo y empujaría cualquier aprobación hacia mediados de 2026.
Además, debido a que la implementación de la jornada laboral de 40 horas sería gradual —como adelantó el propio secretario del Trabajo— el aplazamiento también movería la fecha final proyectada para su entrada en vigor total. Aunque la meta se mantiene para 2030, el retraso podría extender los primeros ajustes, afectando a miles de trabajadores que esperan condiciones más favorables.
El escenario, según especialistas en derecho laboral, no solo implicaría retrasos operativos, sino también efectos en la planeación empresarial, negociaciones contractuales y acuerdos colectivos que dependen del marco legal definitivo.
¿Qué implicaría para empleados y empleadores?
De acuerdo con analistas consultados, postergar la discusión también prolongaría las condiciones actuales de jornadas laborales más extensas que el promedio internacional. Para empleadores, en cambio, representaría más tiempo para preparar ajustes organizacionales, presupuestales y de productividad ante el nuevo esquema horario.
Si la discusión se aplaza hasta 2026, se prevé que sectores como manufactura, servicios y comercio continúen operando bajo las 48 horas semanales, y que las negociaciones internas en empresas sobre reducciones voluntarias permanezcan limitadas.
En resumen, el retraso en la discusión de la jornada laboral de 40 horas no detiene la iniciativa, pero sí difiere su entrada en vigor y los beneficios esperados para millones de trabajadores mexicanos.
Para especialistas en política laboral y economía, la posibilidad de que la jornada laboral de 40 horas se discuta hasta 2026 también abre un nuevo escenario social. Señalan que, aunque el retraso no elimina la propuesta, sí podría enfriar el impulso público y mediático que ha tenido en los últimos meses.
Aun así, la presión de organizaciones, sindicatos y trabajadores podría mantener el tema en la agenda nacional. En cualquier caso, el avance de esta reforma dependerá del consenso, la viabilidad operativa y la disposición política para transformar de manera histórica las condiciones laborales en México.
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