Ante la creciente fuga de cerebros y el desempleo entre científicos y académicos en México, un grupo de posdoctorantes ha diseñado un plan de acción innovador: la creación de un Banco de Talento Científico, cuyo objetivo es vincular a investigadores con instituciones públicas, privadas y proyectos estratégicos nacionales.
El proyecto, denominado “Ciencia Inclusiva”, fue elaborado por el Colectivo de Investigadoras e Investigadores por la Justicia Académica y Laboral (CIJAL), que busca enfrentar la crisis laboral del sector científico, donde solo una cuarta parte de quienes cursan un doctorado logra obtener un empleo estable.
Una respuesta a la crisis laboral del sector científico
La propuesta del Banco de Investigadoras e Investigadores para la Soberanía Científica y el Desarrollo Estratégico surge como respuesta a una situación crítica: cientos de doctores y posdoctorantes finalizan sus estudios sin opciones laborales en universidades o centros de investigación del país.
De acuerdo con el CIJAL, esta precariedad ha llevado a miles de jóvenes científicos a considerar emigrar en busca de oportunidades profesionales, provocando una pérdida de talento que debilita el desarrollo científico nacional.
El colectivo presentó la iniciativa a la Secretaría de Ciencia durante una reunión el pasado 8 de octubre, y la dependencia mostró interés en colaborar. Se prevé que entre el 25 y 26 de noviembre se realice una primera mesa de trabajo para definir los pasos hacia su implementación.
Un sistema para conectar talento con desarrollo nacional
El banco funcionaría como una base de datos integral que incluirá la información de todos los exbecarios de doctorado y posdoctorado, así como de las instituciones con plazas disponibles o con convenios de colaboración con la Secretaría de Ciencia. Su finalidad es vincular directamente a investigadores con proyectos prioritarios, evitando que su conocimiento se pierda o desaproveche.
Actualmente, los Programas Nacionales Estratégicos ya realizan esfuerzos para articular a científicos y técnicos con el sector público y privado en temas como salud, agua, seguridad humana, energía, cambio climático y soberanía alimentaria. No obstante, el Banco de Investigadores pretende profundizar y sistematizar esa vinculación, convirtiéndose en una estructura transexenal que pueda integrarse a los planes nacionales de ciencia y desarrollo.
“No es un concentrador de convocatorias ni reemplaza los mecanismos de contratación o becas institucionales, sino que ofrece un marco de referencia nacional para planificar y coordinar la inserción de personal altamente calificado”, explicó el CIJAL.
Transparencia, inclusión y retorno social
Una de las características más destacadas del proyecto es su enfoque inclusivo y transparente. La base de datos no asignará puntajes, jerarquías ni categorías basadas en el número de publicaciones o en la pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNII).
El colectivo enfatiza que todos los procesos de vinculación serán públicos y verificables, lo que permitirá evaluar el retorno social de la inversión científica realizada por el Estado mexicano. Esto busca garantizar que los recursos destinados a la formación de doctores se traduzcan en beneficios tangibles para el país.
El modelo también pretende democratizar el acceso a la ciencia, facilitando la participación de investigadores de todas las regiones y disciplinas, sin sesgos institucionales o métricas excluyentes.
Inspiración internacional y visión de largo plazo
El CIJAL destacó que en países como Brasil, Alemania y Corea del Sur ya existen bancos de talento científico con resultados exitosos, que han permitido potenciar la innovación nacional y mejorar la planeación del desarrollo científico y tecnológico.
En México, el proyecto busca replicar y adaptar esos modelos para fortalecer la soberanía científica, es decir, la capacidad del país para generar conocimiento propio y aplicarlo en la solución de problemas nacionales.
Además, se plantea que el banco sea una estructura transexenal, es decir, que trascienda los cambios de administración y se consolide como una política de Estado en materia científica.
El Banco de Talento Científico impulsado por el Colectivo CIJAL representa una propuesta estratégica para frenar la fuga de cerebros y aprovechar el potencial de miles de investigadores mexicanos que hoy enfrentan precariedad laboral.
Con el respaldo de la Secretaría de Ciencia, esta iniciativa podría convertirse en un instrumento clave para la vinculación entre el conocimiento y las necesidades del país, fortaleciendo el desarrollo tecnológico, económico y social.
Más allá de una base de datos, el proyecto “Ciencia Inclusiva” plantea una nueva forma de entender la ciencia en México: como un bien público, colaborativo y transparente, donde el talento nacional encuentra un espacio para innovar, construir y permanecer.


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