El 3 de enero, Chiapas se convirtió en el escenario de un operativo que dejó al descubierto la magnitud del poder criminal en la región. Ocho personas migrantes fueron rescatadas tras estar secuestradas, mientras que las autoridades capturaron a tres presuntos criminales en Frontera Comalapa.
Lo que en un inicio parecía un rescate aislado, se transformó en una operación de alto impacto que involucró la incautación de una impresionante cantidad de vehículos, armamento y explosivos, mostrando la fuerza operativa de los grupos delictivos en el sur de México.
Los “monstruos” del crimen: Blindaje artesanal y violencia desmedida
Entre los vehículos asegurados destacaron cinco unidades conocidas como “monstruos”. Estas camionetas con blindaje artesanal se utilizan como herramientas clave en la guerra entre cárteles y en enfrentamientos con las autoridades.
Las imágenes difundidas por la Fiscalía de Chiapas revelaron detalles impactantes: blindajes que cubren casi toda la superficie, aberturas para disparar y estructuras diseñadas para embestir otros vehículos.
Estas unidades han sido utilizadas previamente en enfrentamientos violentos. En noviembre pasado, un operativo en Tuxtla desmanteló un taller de fabricación de “monstruos”, vinculado a un operador del Cártel de Sinaloa, apodado El Güero Pulseras.
Implicaciones del operativo en Frontera Comalapa
Además del rescate de migrantes, las autoridades aseguraron:
- 19 vehículos ligeros.
- Miles de cartuchos.
- Más de 100 artefactos explosivos.
- Maquinaria pesada, como retroexcavadoras y tractores.
Estos hallazgos no solo subrayan la sofisticación logística de los grupos criminales, sino también la posible complicidad de autoridades locales. El arresto del alcalde José Antonio «N» es una muestra de ello.
El desafío de la seguridad en Chiapas
Chiapas, una de las puertas principales hacia Estados Unidos para migrantes, enfrenta una creciente presencia de cárteles que disputan el control de rutas y territorios estratégicos.
Los esfuerzos combinados de la Fiscalía General del Estado, la Guardia Nacional y la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal son cruciales, pero el problema trasciende lo militar. Es necesario desarticular las redes económicas y políticas que sostienen al crimen organizado.
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