La exigencia directa de Grecia Quiroz tras una reunión a puerta cerrada
En Uruapan, una ciudad que vive entre la esperanza y la preocupación cotidiana, la voz de la alcaldesa Grecia Quiroz García resonó con más fuerza de lo habitual. Acababa de terminar una reunión privada con Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, un encuentro que muchos esperaban definiera el rumbo inmediato de la Operación Paricutín, parte del Plan Michoacán por la Paz y la Justicia. Sin embargo, lo que ocurrió después tomó por sorpresa a más de uno.
Grecia, viuda del líder social y exregidor Carlos Manzo, salió del encuentro con una convicción firme: ya no se puede tolerar que los elementos federales permanezcan patrullando únicamente las zonas urbanas mientras los grupos criminales controlan los cerros que rodean el municipio. Su declaración fue tan frontal como estratégica: la seguridad no se gana en las avenidas, sino en los territorios donde se esconden quienes generan la violencia.
Grecia Quiroz relató que la Operación Paricutín puede sonar bien en el papel, puede incluso proyectarse como un esfuerzo ambicioso del Gobierno Federal, pero mientras los militares sigan caminando entre los ciudadanos y no en las zonas cerriles, el operativo se queda corto. Los uruapenses, dijo, desean una sola cosa: vivir y trabajar tranquilos, sin la sombra constante de las células del crimen organizado.
La crítica abierta a los recorridos urbanos del operativo federal
Desde la visión de Grecia, el despliegue militar se ha convertido más en una presencia simbólica que en una estrategia contundente. Expresó que patrullar entre los ciudadanos no inhibe el delito donde realmente ocurre. Uruapan se ha convertido en un municipio con zonas rurales y cerriles donde los grupos criminales se refugian, se reorganizan y mantienen control.
Con voz firme, Grecia reiteró un mensaje que parecía haberse guardado por meses: los ciudadanos no necesitan ver soldados caminando a su lado en el centro; necesitan ver resultados donde están los verdaderos riesgos. Ese reclamo directo, dirigido al propio García Harfuch, fue interpretado por varios analistas como un punto de inflexión entre los gobiernos locales y la federación frente a la crisis de seguridad en Michoacán.
La figura de Carlos Manzo y una ciudad que busca orden
El nombre de Carlos Manzo sigue presente en Uruapan. Como fundador del Movimiento del Sombrero, su presencia política y social marcó a toda la región. Su fallecimiento dejó un vacío que su esposa ha sabido ocupar con firmeza, pero también con una narrativa de continuidad y defensa de la comunidad.
En cada declaración pública, Grecia Quiroz recuerda que Uruapan merece un trato justo, merece orden y merece acciones que no sean meramente discursivas. La Operación Paricutín, en su visión, puede convertirse en un punto de inflexión si se dirige hacia donde realmente importa: los cerros donde operan los generadores de violencia.
Distancia del Movimiento del Sombrero respecto a la marcha del 15 de noviembre
En medio del escenario tenso por la seguridad, surgió otro tema que encendió rumores: la marcha anunciada para el 15 de noviembre. Muchos asumieron que el Movimiento del Sombrero estaría detrás de la convocatoria, pero la alcaldesa decidió cortar de raíz cualquier especulación.
Con claridad, Grecia afirmó que ni ella ni la estructura fundada por su esposo están organizando la movilización. Más aún, explicó que decidió no asistir porque no sabe quién la encabeza ni cuál es su objetivo real. La declaración fue vista como un movimiento político estratégico, evitando que su administración se asocie con iniciativas inciertas en un contexto ya de por sí delicado.
Uruapan entre la presión social y la urgencia de una nueva estrategia
Los habitantes de Uruapan parecen vivir entre solicitudes de mayor seguridad, la incertidumbre de las movilizaciones ciudadanas y el deseo legítimo de paz. Cada día, comerciantes, trabajadores y familias enteras repiten la misma pregunta: ¿cuándo llegará la calma?
La decisión de Grecia de exigir frontalmente a García Harfuch que redireccione el operativo hacia los cerros podría marcar un antes y un después. No solo porque señala la raíz del problema, sino porque reconfigura la narrativa local: la seguridad no es cuestión de presencia, sino de efectividad.
El desafío federal: una estrategia que debe ajustarse al territorio
La geografía de Uruapan es compleja. Entre zonas urbanas dinámicas y cerros donde se esconden estructuras criminales, cualquier estrategia debe adaptarse a la realidad del terreno. Por eso, las palabras de Quiroz se convierten en un llamado directo para ajustar la Operación Paricutín y convertirla en una acción verdaderamente útil para los ciudadanos.
Mientras tanto, la población sigue observando cada movimiento con esperanza moderada. La alcaldesa, consciente del desgaste social, ha decidido tomar un rol más exigente, uno que obliga al Gobierno Federal a mirar donde antes parecía no mirar: los cerros, los caminos rurales y los espacios donde la violencia se reproduce.
Un punto de quiebre para Uruapan y para Michoacán
La exigencia de Grecia Quiroz no es un reclamo aislado, sino la expresión abierta de un sentimiento colectivo. Uruapan necesita una estrategia capaz de ir más allá del simbolismo y entrar de lleno en la confrontación de los grupos criminales. La Operación Paricutín, si se replantea, podría convertirse en una herramienta real hacia la paz, pero para ello debe subir a los cerros donde la delincuencia se siente segura.
La alcaldesa ha marcado su postura. Ahora toca ver si el Gobierno Federal responde con acciones a la altura de un municipio que ya no está dispuesto a conformarse con la presencia militar a nivel de calle y que exige resultados donde más urgen.
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