Los ataques aéreos con explosivos lanzados en varias comunidades de Durango han encendido las alarmas tanto en el gobierno local como entre sus habitantes. El gobernador Esteban Villegas Villareal informó que, tras estos bombardeos, fuerzas federales lograron interceptar y asegurar dos avionetas, una en el municipio de Tamazula y otra en Ocampo. Este hecho marca un nuevo episodio de violencia en la sierra duranguense, una región históricamente asociada con el Cártel de Sinaloa y conocida como un refugio para facciones criminales que operan en la zona.
La violencia desde el aire: ataques y temor en Durango
Desde el 28 de octubre, en el municipio de Santiago Papasquiaro, particularmente en la comunidad de Vascogil, los residentes fueron testigos de un nuevo tipo de ataque. Una avioneta lanzó explosivos sobre el pueblo, lo que generó pánico entre los habitantes, quienes rápidamente buscaron refugio y pidieron la intervención de las autoridades. Tan solo unos días después, el 2 de noviembre, se reportaron bombardeos en Tamazula, encendiendo aún más la alerta entre los pobladores de esta conflictiva región. Videos que circularon en redes sociales mostraron a un helicóptero del Ejército Mexicano descendiendo en la zona para apoyar el operativo federal.
Estos incidentes, aunque sorpresivos, reflejan el control aéreo que facciones del crimen organizado han logrado establecer en áreas apartadas. Los artefactos lanzados desde el aire no solo tienen la capacidad de causar daños físicos, sino que crean un ambiente de terror entre quienes habitan estos lugares, acostumbrados ya a vivir en medio de la violencia, pero no a un nivel tan alarmante.
Operativo federal: una respuesta necesaria
Para el gobernador Villegas Villareal, el aseguramiento de las avionetas representa un paso crucial en la estrategia de seguridad estatal. Sin embargo, reconoció que su administración carece de medios aéreos, lo cual representa una limitación en una región montañosa donde el acceso terrestre es desafiante. En consecuencia, Villegas solicitó el apoyo del titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, destacando la necesidad de una vigilancia más robusta que permita a su gobierno actuar de manera eficaz ante las constantes amenazas de las facciones delictivas.
El gobierno estatal enfrenta un dilema estratégico: la región montañosa de Durango es conocida por ser un área de influencia de Ismael «El Mayo» Zambada, líder del Cártel de Sinaloa, y por albergar rutas clandestinas para el tráfico de sustancias ilegales. La reciente serie de ataques aéreos deja en evidencia que el crimen organizado mantiene un dominio en el territorio que exige una respuesta de alto nivel.
Zona de conflicto: Tamazula y Santiago Papasquiaro
La historia reciente de Durango ha estado marcada por enfrentamientos y operativos en Tamazula y Santiago Papasquiaro, donde el crimen organizado opera con relativa libertad. Estas zonas no solo son estratégicas para las operaciones de narcotráfico, sino que ofrecen a las facciones criminales refugios seguros, difíciles de penetrar por las fuerzas federales debido a su geografía accidentada y sus conexiones con poderosos cárteles.
Por su parte, los habitantes de Tamazula y Vascogil se enfrentan a un escenario complejo, donde cualquier movimiento del crimen organizado afecta directamente su seguridad. La gente del lugar ha sido testigo de cómo las aeronaves sobrevolando sus hogares se han convertido en una amenaza tangible, y sus demandas para poner fin a estos ataques han comenzado a resonar a nivel nacional.
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