La mañana de este jueves, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México confirmó que subió a 21 el número de personas fallecidas tras la explosión de una pipa de gas LP ocurrida el pasado 10 de septiembre en el Puente de La Concordia, Iztapalapa.
El accidente, considerado uno de los más graves en la historia reciente de la alcaldía, continúa dejando secuelas. Al corte de las 10:00 horas, la dependencia informó que 27 personas siguen hospitalizadas, mientras que 36 ya fueron dadas de alta.
Víctimas que marcaron la tragedia
Entre los nombres añadidos a la lista de fallecidos está Norma Chávez Ortega, de 50 años, quien perdió la vida tras varios días de hospitalización en el Hospital Nacional de Rehabilitación.
También se confirmó la muerte de Fernando Soto Munguía, chofer de la pipa, quien tenía 34 años. Su caso ha generado un fuerte debate entre quienes lo responsabilizan y quienes lo señalan como otra víctima más de la precariedad en la seguridad del transporte de gas.
La historia más conmovedora es la de Alicia Matías Teodoro, de 49 años, quien falleció tras sufrir quemaduras en más del 90% de su cuerpo. Su heroísmo quedó marcado cuando protegió a su nieta de apenas dos años durante la explosión.
Una lista que sigue creciendo
Entre los fallecidos también se encuentran jóvenes, trabajadores y adultos mayores, lo que refleja la magnitud del desastre. Desde adolescentes de 15 y 17 años hasta personas de más de 50, la explosión arrebató vidas en cuestión de segundos.
Los nombres de Armando Antillón Chávez, Daniela Barragán, Misael Cano Rodríguez, Irving Uriel Carrillo Reyes, Carlos Iván Contreras Salinas, entre otros, forman parte de esta dolorosa lista que la comunidad de Iztapalapa no olvida.
Justicia y apoyo a los afectados
Familiares de las víctimas han exigido a las autoridades transparencia en las investigaciones y un plan real de apoyo para los sobrevivientes que enfrentan largas recuperaciones, gastos médicos y secuelas emocionales.
Mientras tanto, vecinos del área han señalado la necesidad de revisar las medidas de seguridad en el transporte de gas LP, un servicio esencial, pero que, sin controles adecuados, representa un riesgo latente para millones de personas en la capital.


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