No son pilotos profesionales ni empresarios del automovilismo, pero comparten la misma pasión por la velocidad, la ingeniería y la innovación. Son los integrantes del equipo UNAM Motorsports, un grupo de 70 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que desarrollan autos prototipo tipo Fórmula SAE, un proyecto que combina ciencia, tecnología y trabajo en equipo.
Este domingo, durante el Gran Premio de la Ciudad de México, los jóvenes llamaron la atención a las afueras del Autódromo Hermanos Rodríguez, donde aprovecharon la afluencia del evento para recaudar fondos y promover su iniciativa universitaria.
Un equipo multidisciplinario con una meta en común
El UNAM Motorsports no es un club de aficionados, sino un proyecto académico de alto nivel, donde los participantes diseñan, construyen y prueban vehículos de competencia tipo fórmula bajo los estándares de la Society of Automotive Engineers (SAE).
Su objetivo es representar a México en torneos internacionales de ingeniería automotriz, donde se evalúa no solo la velocidad de los autos, sino también su diseño, innovación, seguridad y desempeño técnico.
“Somos ingenieros y pilotos”, explica Emiliano de León, estudiante de Ingeniería en Computación. “Tenemos que demostrar el desempeño del auto sobre la pista, pero también diseñarlo, programarlo y optimizarlo nosotros mismos”.
El equipo está conformado principalmente por futuros ingenieros en mecánica, mecatrónica, telecomunicaciones y computación, pero también colaboran estudiantes de otras facultades, como Diseño Industrial, Química, Física, Psicología y Contaduría.
Esa diversidad, señala Samantha Paz, estudiante de Ciencias Políticas y Sociales, es lo que hace del proyecto algo especial: “Todos aportamos desde nuestra área de conocimiento, desde el diseño y la aerodinámica hasta la gestión de recursos y la comunicación”.
Recaudación de fondos: un reto constante
Aunque la UNAM apoya al equipo con instalaciones y asesoría técnica, los recursos para fabricar los autos y participar en competencias deben ser autogestionados.
“Estamos recaudando fondos para continuar con nuestro proyecto”, comenta Samantha, quien junto a sus compañeros mostró carteles y materiales informativos frente al Autódromo. “Necesitamos alrededor de 300 mil pesos al año, y los conseguimos mediante patrocinios y donaciones”.
El dinero se destina a la compra de materiales, componentes electrónicos, pruebas en pista y transporte del prototipo cuando participan en competencias fuera del país.
“En México no tenemos competencia porque somos el único equipo con estas características”, añade Samantha. “Pero a nivel internacional competimos con universidades de Europa y Estados Unidos, muchas de ellas con presupuestos mucho mayores”.
Entre los rivales más destacados se encuentra la Universidad de Stuttgart (Alemania), una de las más premiadas en la categoría.
Más que velocidad: innovación y aprendizaje práctico
A diferencia del automovilismo tradicional, la Fórmula SAE no busca al piloto más rápido, sino al mejor equipo de ingeniería. Las competencias internacionales incluyen evaluaciones técnicas, pruebas de diseño, costos, sustentabilidad y rendimiento en pista.
Cada aspecto del auto —desde el motor hasta la estructura y los sistemas electrónicos— es diseñado por los estudiantes, quienes deben justificar sus decisiones ante un jurado de expertos.
“Es una experiencia única, porque no solo se trata de construir un auto, sino de aplicar todo lo que aprendemos en la universidad a un proyecto real”, explica Emiliano. “Además, nos forma como ingenieros completos, porque enfrentamos retos técnicos, financieros y de trabajo en equipo”.
El desempeño del auto en pista también se evalúa mediante pruebas de aceleración, maniobrabilidad y resistencia, lo que exige que algunos integrantes también se entrenen como pilotos.
Rompiendo estigmas y generando oportunidades
El automovilismo suele considerarse una disciplina elitista, dominada por quienes tienen acceso a grandes recursos. Sin embargo, el equipo de la UNAM busca democratizar la innovación tecnológica desde la educación pública.
“Llegamos a esto por nuestros propios intereses académicos y porque nos apasiona”, dice Samantha. “No venimos de familias con tradición automovilística, somos estudiantes que queremos demostrar que en México también se puede hacer ingeniería automotriz de calidad internacional”.
El proyecto no solo impulsa el talento joven, sino que también abre puertas en la industria automotriz y tecnológica, pues muchos exintegrantes del equipo han conseguido becas y empleos en empresas globales tras su participación en la Fórmula SAE.
El esfuerzo del equipo UNAM Motorsports refleja el espíritu de innovación, colaboración y perseverancia que caracteriza a la comunidad universitaria.
Mientras buscan fondos para seguir compitiendo, estos jóvenes demuestran que la ingeniería mexicana tiene potencial para competir en las grandes ligas internacionales, incluso frente a universidades con más recursos.
Con cada prototipo, estos estudiantes no solo construyen autos de carrera: construyen el futuro de la ingeniería nacional, impulsando el talento, la ciencia y el orgullo universitario.


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