La tensión comercial entre México y Estados Unidos ha escalado drásticamente.
El gobierno estadounidense confirmó la imposición de un arancel del 17.09% a las importaciones de jitomate mexicano, una medida que amenaza con devastar una industria clave y que el gobierno de México califica de «injusta».
En un movimiento que sacude los cimientos de la relación comercial bilateral, el gobierno de Estados Unidos ha hecho oficial la aplicación de un arancel antidumping del 17.09% sobre todas las importaciones de jitomate fresco provenientes de México. La decisión, que entró en vigor de manera inmediata, pone fin al Acuerdo de Suspensión de 2019 y desata lo que ya se conoce como la «Guerra del Tomate», una crisis con implicaciones económicas y diplomáticas de gran calado.
La medida responde a la presión de un grupo de productores de Florida, que acusan a los exportadores mexicanos de competencia desleal o «dumping», es decir, de vender el producto por debajo de su costo de producción, una afirmación que México ha negado categóricamente.
El «Efecto Bumerán»: ¿Quién paga realmente el arancel?
Aunque la justificación estadounidense se centra en la protección de sus agricultores, la estrategia del gobierno mexicano y de los grupos industriales ha sido clara: reencuadrar el debate para exponer quién será el verdadero afectado. La narrativa mexicana se centra en el «efecto bumerán», argumentando que el arancel terminará perjudicando más al consumidor estadounidense que a los productores mexicanos.
Los datos respaldan esta postura de manera contundente:
- Dependencia Crítica: México es el principal proveedor de jitomate para Estados Unidos. Nueve de cada diez jitomates que importa el país del norte son mexicanos, lo que representa más de la mitad (57%) de todo el consumo nacional.
- Costo al Consumidor: Un análisis de la Universidad de Arizona estima que este arancel generará un sobrecosto anual para los hogares y restaurantes estadounidenses de aproximadamente 437 millones de dólares.
- Impacto en la Inflación: Expertos advierten que el aumento en el precio del jitomate, un producto básico en la dieta estadounidense, tendrá una repercusión inflacionaria directa.
Un golpe devastador para la economía mexicana
Las consecuencias para México son potencialmente catastróficas. La exportación de jitomate a Estados Unidos es una industria que genera cerca de 3,000 millones de dólares anuales y sostiene una cadena de suministro binacional valorada en más de 8,000 millones de dólares.
«Va a subir los precios al consumidor de Estados Unidos, va a frenar exportaciones de México y puede dejar sin empleo a miles. Lo peor es que se castiga a un sector que ha hecho bien las cosas. Si se aplica este impuesto, todos pierden.» – Juan Carlos Anaya Castellanos, Director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
Analistas del sector advierten que la medida pone en riesgo directo hasta 100,000 empleos en México, principalmente en los estados de Sinaloa, San Luis Potosí, Michoacán y Baja California, que son los principales exportadores. La incertidumbre ya había causado una caída del 11.6% en el valor de las exportaciones de jitomate entre enero y mayo de 2025, incluso antes de que el arancel fuera oficial.
Una jugada en un tablero de ajedrez más grande
La Presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado la medida como «injusta» y ha asegurado que se buscará un acuerdo, pero también ha pedido mantener la «cabeza fría». Esta reacción sugiere que el gobierno mexicano interpreta la «Guerra del Tomate» no como un hecho aislado, sino como una pieza en un juego de ajedrez geopolítico mucho más complejo.
La imposición del arancel coincide con el inicio de negociaciones para un «acuerdo global» entre las administraciones de Sheinbaum y Trump, que abarcará temas cruciales como seguridad, migración y comercio, con el objetivo de alcanzar un pacto antes del 1 de agosto. En este contexto, el arancel al tomate puede ser visto como una táctica de presión clásica de la era Trump: crear una crisis focalizada para ganar poder de negociación en la mesa principal.
Mientras los diplomáticos negocian, la realidad en el campo es de incertidumbre. Miles de empleos y el sustento de comunidades enteras en México penden de un hilo, y en las mesas de Estados Unidos, el precio de un ingrediente fundamental está a punto de subir.


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