La historia comienza con un incidente cotidiano: dos perros rescatados que, en un tropiezo, dejaron una mordida en mi pierna. Pero lo que empezó como una urgencia médica se convirtió en una experiencia reveladora de la profunda crisis del sistema de salud en México.
El Hospital General de Jilotepec, operado por el IMSS Bienestar, fue el lugar donde mi herida física encontró atención, pero mis ojos se abrieron a una herida mucho mayor: la del abandono de las comunidades rurales y el colapso de los servicios de salud.
Un hospital desbordado, un personal heroico
Al llegar al hospital, la escena era desgarradora. Una madre y su hija, heridas tras un accidente en motocicleta, compartían cama y consuelo. Otro joven esperaba una cirugía mientras cargaba su propio suero intravenoso. Juana, una paciente con diabetes, necesitaba medir su glucosa, pero no había ni glucómetros ni tiras reactivas.
Las enfermeras y los médicos hacían milagros con lo poco que tenían: sin guantes, sin medicamentos básicos y con equipos obsoletos. A pesar de la falta de recursos, su empatía y profesionalismo eran evidentes. Sin embargo, su esfuerzo no basta para cubrir las carencias estructurales.
La realidad del IMSS Bienestar en Jilotepec
El Hospital General de Jilotepec atiende a una población de 87 mil habitantes con recursos mínimos. Desde que pasó de ser administrado por el gobierno estatal al IMSS Bienestar, la esperanza de una mejora parecía tangible, pero la realidad es que los cambios aún no se reflejan en beneficios concretos para pacientes ni personal.
Una enfermera compartió que trabaja hasta tres turnos seguidos, sin basificación ni seguridad laboral. Mientras tanto, familiares de pacientes, como Olivia, rascaban en sus bolsillos para comprar medicamentos básicos como ketorolaco en farmacias externas.
Centros de salud rurales: cerrados o saturados
Antes de llegar al hospital, visité dos centros de salud. Uno estaba cerrado y el otro, saturado. Pacientes esperaban más de tres horas para ser atendidos, enfrentándose al mismo panorama de escasez de recursos y falta de personal capacitado.
Esto no es exclusivo de Jilotepec. Según datos del Inegi, la situación es similar en muchas comunidades rurales con menos de 100 mil habitantes. Las promesas de un sistema de salud digno parecen perderse entre discursos políticos y una ejecución deficiente.
Reflexión: ¿es este el sistema de salud que merecemos?
Cada médico, enfermera y auxiliar en el sistema público es un héroe que trabaja con lo que tiene. Cada paciente, un ciudadano que paga impuestos y merece algo mejor. Sin embargo, los gobiernos parecen comportarse como si estas carencias fueran inevitables, dejando que los ciudadanos carguen con las consecuencias.
¿Por qué debemos aceptar excusas y riñas políticas cuando lo que necesitamos son soluciones reales? ¿Por qué conformarnos con lo mínimo cuando la salud es un derecho constitucional?
Un llamado a la acción: exigir un cambio
El sistema de salud en México está herido, pero no es irreparable. Necesitamos exigir:
- Mayor inversión en infraestructura y equipamiento médico.
- Condiciones laborales dignas para el personal médico.
- Transparencia en la administración de recursos del IMSS Bienestar.
Es hora de que los ciudadanos demandemos resultados. No podemos permitir que la negligencia y la indiferencia sigan poniendo en riesgo vidas humanas.
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