La diabetes en México se ha convertido en uno de los mayores desafíos de salud pública del país. Cada año, millones de personas reciben atención médica relacionada con esta enfermedad crónico-degenerativa, que no solo afecta la calidad de vida, sino que también incrementa el riesgo de complicaciones graves.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atiende más de 19 millones de consultas anuales por diabetes tipo 2, cifra que revela la magnitud del problema y la urgencia de fortalecer las estrategias de prevención y control.
Las estimaciones más recientes indican que la diabetes en México continúa creciendo. Según el Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF), alrededor de 14 millones de adultos entre 20 y 79 años viven actualmente con esta enfermedad. Esto posiciona al país como el segundo con mayor número de personas con diabetes en toda América, solo detrás de Estados Unidos. No obstante, las proyecciones son aún más preocupantes: para 2050, se espera que el número de diabetes en México aumente a 20 millones de personas adultas viviendo con diabetes tipo 2.
Este crecimiento sostenido se relaciona con múltiples factores, entre ellos el aumento del sedentarismo, el consumo de dietas altas en calorías, el sobrepeso y la obesidad, así como determinantes sociales que incluyen el acceso limitado a alimentos saludables y entornos poco favorables para realizar actividad física. Estos elementos, combinados, favorecen la aparición de diabetes tipo 2 en millones de personas que, en muchos casos, desconocen su riesgo o no han sido diagnosticadas.
La diabetes en México no solo es un reto epidemiológico, sino también médico y social. Esta enfermedad provoca daños progresivos en órganos vitales como el corazón, los ojos, los riñones y los nervios.
Por ello, las instituciones de salud han reforzado sus estrategias para mejorar la detección temprana, la atención integral y la educación de los pacientes. El IMSS, como una de las instituciones más grandes del país, juega un papel fundamental en este esfuerzo mediante programas y protocolos específicos diseñados para atender a la población con diabetes tipo 2.
Diabetes en México y el trabajo del IMSS para enfrentar su crecimiento
La Coordinación de Unidades de Primer Nivel del IMSS ha destacado que el país enfrenta una epidemia creciente. Ante este panorama, se han implementado estrategias enfocadas en la prevención, diagnóstico temprano y control adecuado de la diabetes tipo 2. Uno de los programas clave es PrevenIMSS, mediante el cual personal de Enfermería realiza evaluaciones de riesgo y detecciones oportunas a mujeres y hombres mayores de 20 años.
La detección de la diabetes en México se lleva a cabo a través de la toma de glucosa capilar después de aplicar el cuestionario de riesgo CHKT en línea.
Si la persona presenta un riesgo alto, la prueba se realiza cada año; si el riesgo es bajo, se recomienda repetirla cada tres años o antes si existen factores adicionales como obesidad, tabaquismo o sedentarismo. Estas intervenciones tienen el objetivo de frenar la progresión de la diabetes en México, ya que muchas personas desconocen que padecen prediabetes o están en riesgo elevado.
Entre los factores más comunes asociados al desarrollo de diabetes tipo 2 se encuentran los antecedentes familiares, la edad avanzada, el sobrepeso, la falta de actividad física y una alimentación desequilibrada rica en azúcares y grasas.
Para la diabetes en México también se consideran factores como la hipertensión arterial, la dislipidemia y antecedentes de diabetes gestacional. Además, el entorno social y económico juega un papel determinante, ya que influye en los hábitos alimenticios y en el acceso a espacios adecuados para la actividad física.
Para mejorar la atención integral, el IMSS ha establecido los Centros de Atención a la Diabetes (CADIMSS), diseñados como unidades especializadas para el manejo multidisciplinario de la enfermedad. Actualmente existen 135 centros distribuidos estratégicamente en todo el país. En estos espacios, los pacientes reciben atención personalizada por parte de equipos conformados por especialistas en Medicina Familiar, Nutrición, Enfermería, Trabajo Social, Estomatología y Diagnóstico clínico.
Estos centros tienen como objetivo principal mejorar el control metabólico, ofrecer educación en diabetes, prevenir complicaciones y garantizar una adecuada referencia a hospitales de mayor especialidad cuando es necesario. El trabajo multidisciplinario es clave para evitar el desarrollo de complicaciones graves, que son una de las principales causas de hospitalización en personas con diabetes tipo 2. La intervención temprana y el seguimiento continuo ayudan a que los pacientes mantengan niveles estables de glucosa y una mejor calidad de vida.
El Protocolo de Atención Integral (PAI) para diabetes en México también ha sido una herramienta fundamental. Este documento técnico estandariza las acciones clínicas para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de pacientes con esta enfermedad. El PAI fortalece el trabajo del personal de salud y permite mejorar la eficacia de las intervenciones aplicadas en cada unidad médica.
La diabetes en México ha visto un aumento notable en la detección en los últimos años. Mientras que en 2019 se realizaron poco más de 6.8 millones de detecciones en personas derechohabientes, para 2024 la cifra ascendió a 10.1 millones. Tan solo hasta octubre del presente año se han efectuado más de siete millones de nuevos estudios. Este incremento refleja un esfuerzo importante por identificar casos nuevos y actuar antes de que aparezcan complicaciones irreversibles.
No obstante, el diagnóstico temprano es solo una parte del desafío. La adherencia al tratamiento, la educación para el autocuidado y la modificación del estilo de vida son componentes indispensables para frenar el avance de la enfermedad. El IMSS ha reforzado las campañas para promover hábitos saludables, fomentar el ejercicio y mejorar la alimentación. Aunque estas acciones son fundamentales, el éxito depende también de la participación activa de la población.
La diabetes en México requiere una estrategia nacional sostenida, multisectorial y centrada en la prevención. La magnitud del problema demanda políticas públicas que aborden no solo los aspectos médicos, sino también los alimentarios, educativos y urbanos. El acceso a alimentos frescos y saludables, la promoción de entornos para la actividad física y la mejora de los servicios de salud preventiva son pilares esenciales para disminuir la incidencia en las próximas décadas.


TE PODRÍA INTERESAR