La extinción del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), oficializada por el Constituyente Permanente y próximamente publicada en el Diario Oficial, representa uno de los momentos más trascendentales en la historia democrática reciente de México.
El INAI fue mucho más que un organismo burocrático; se consolidó como un pilar para garantizar derechos fundamentales, como el acceso a la información pública y la protección de datos personales. Desde su creación, permitió a los ciudadanos fiscalizar al gobierno, denunciar corrupción y proteger su privacidad frente al manejo indebido de información sensible.
Con su desaparición, México se enfrenta a un desafío monumental: demostrar que la transparencia puede sobrevivir sin este órgano autónomo, evitando retrocesos en materia de rendición de cuentas y derechos ciudadanos.
Del INAI a la Secretaría de Buen Gobierno: ¿eficiencia o retroceso?
La reestructuración asigna las funciones del INAI a la Secretaría de Buen Gobierno y Anticorrupción, un movimiento que busca centralizar esfuerzos en nombre de la austeridad y la eficiencia.
Sin embargo, este cambio despierta preocupaciones legítimas:
- Posible politización de las decisiones: La autonomía del INAI aseguraba imparcialidad. ¿Puede garantizarse lo mismo bajo una estructura centralizada?
- Vacíos en la rendición de cuentas: La transición podría ralentizar procesos y complicar el acceso ciudadano a información clave.
- Protección de datos personales: En un contexto global donde la privacidad es cada vez más vulnerable, la ausencia de un organismo dedicado a esta tarea genera incertidumbre.
El reto será demostrar que el nuevo modelo puede igualar o superar el estándar establecido por el INAI, especialmente en temas como la fiscalización de megaproyectos y la vigilancia de actos de corrupción.
La extinción de otros órganos autónomos: un cambio de paradigma
La desaparición del INAI no es un caso aislado. Junto con él, México verá la extinción de otros organismos autónomos como:
- La Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).
- La Comisión Reguladora de Energía (CRE).
- El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Este movimiento centraliza competencias en dependencias gubernamentales, marcando un nuevo modelo de gobernanza. La pregunta clave es si este cambio fortalecerá la eficiencia y la transparencia o si, por el contrario, abrirá la puerta a la concentración de poder y la opacidad.
Vigilancia ciudadana: clave para la transparencia futura
En este nuevo escenario, el papel de la ciudadanía será crucial. Sin órganos autónomos como el INAI, los mecanismos de vigilancia y presión social deben fortalecerse.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
- Exigir mecanismos claros de rendición de cuentas: Asegurarnos de que las nuevas estructuras cumplan con estándares de transparencia.
- Fomentar el acceso a la información pública: Promover una cultura donde la ciudadanía use activamente las herramientas disponibles para fiscalizar al gobierno.
- Defender la protección de datos personales: Estar atentos a posibles vulneraciones en el manejo de información sensible.
Reflexión: ¿hacia dónde nos lleva este cambio?
La desaparición del INAI es un recordatorio de que la transparencia y la protección de derechos no pueden darse por sentadas. Estos principios son cimientos de cualquier democracia sólida y, en un país como México, con históricos problemas de corrupción, su importancia es aún mayor.
El tiempo dirá si este cambio fue un acierto o un error histórico. Por ahora, la vigilancia, la participación ciudadana y la construcción de contrapesos serán esenciales para evitar que este nuevo modelo derive en simulaciones de transparencia.
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