Derechos humanos: el pilar del Estado moderno
A propósito del Día Internacional de los Derechos Humanos, es esencial reflexionar sobre el papel que juegan estas garantías fundamentales en México, así como sobre la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y las instituciones locales que comparten esta labor.
Desde la Constitución de 1857, México ha reconocido derechos fundamentales, reforzados en 1917 y ampliados con la reforma de 2011. Sin embargo, la ejecución efectiva de estos derechos aún enfrenta desafíos profundos, en parte debido al diseño y desempeño de organismos como la CNDH.
La evolución de los derechos humanos en México
Los derechos humanos, comenzando con el derecho a la vida, integridad física y libertad, son la base para el desarrollo de todos los demás derechos. Según el jurista Adriano De Cupis, estos son inseparables y su ejercicio depende de las circunstancias del titular. En México, esta concepción se refleja en el marco legal que garantiza la protección de derechos frente a agresores, sean particulares, autoridades o empresas.
Desde 1992, con la creación de la CNDH y comisiones locales, se buscó un modelo complementario no judicial para resolver violaciones menores y desahogar el sistema judicial. No obstante, este arreglo ha sido cuestionado debido a su efectividad limitada y la percepción de falta de impacto real.
La CNDH y su misión: entre logros y cuestionamientos
La función principal de la CNDH es emitir recomendaciones a las autoridades administrativas por actos u omisiones que violen derechos humanos. Sin embargo, sus críticos señalan que:
- Falta de impacto real: Más del 90% de las quejas recibidas se declaran como “fuera de competencia”.
- Improvisación y activismo político: La naturaleza del personal, en gran parte proveniente de dependencias gubernamentales, genera dudas sobre su autonomía y capacidad.
- Mala percepción pública: Políticos y figuras públicas suelen malinterpretar el rol de la CNDH, fomentando la idea errónea de que solo las autoridades violan derechos humanos.
Los derechos humanos y la justicia penal
La mayor tutela de los derechos humanos ocurre en el ámbito penal, donde los delitos más graves como homicidio, tortura o secuestro atacan directamente los derechos fundamentales. Aquí es indispensable un poder judicial imparcial y preparado para garantizar justicia, no venganza.
Por otro lado, la creación de organismos no judiciales debía atender violaciones menores en servicios esenciales como salud, educación y seguridad pública, evitando judicializar todos los casos. Sin embargo, su diseño actual ha generado dudas sobre su relevancia.
¿Es necesaria una transformación en la CNDH?
Para que la protección de los derechos humanos sea efectiva, es necesario repensar el modelo actual:
- Centralización: Unificar las comisiones locales en una sola institución nacional con oficinas en cada Ministerio Público.
- Supervisión directa: Establecer vigilancia activa sobre las actuaciones de los ministerios públicos y fuerzas de seguridad.
- Cambio de enfoque: Priorizar la acción inmediata y tangible sobre la acumulación de quejas sin resolución.
Este modelo permitiría una reacción más rápida ante abusos y fortalecería la confianza ciudadana en el sistema de justicia.
Derechos humanos como brújula del Estado
Los derechos humanos son la columna vertebral de un Estado moderno. Su protección no puede quedar a medias ni ser limitada por burocracias ineficaces. El futuro de la CNDH, y de las instituciones similares, debe enfocarse en garantizar justicia real, adaptándose a las necesidades actuales de la sociedad mexicana.
Como bien señaló Michel Foucault, la justicia debe ser imparcial y estar diseñada para edificar, no para vengar. México enfrenta el desafío de transformar sus instituciones en verdaderos garantes de derechos, haciendo que el acceso a la justicia sea una realidad tangible y no una promesa vacía.
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