Claudia Sheinbaum: un año de gobierno entre retos, cifras y narrativa
Cuando Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México, el 1 de octubre de 2024, lo hizo con la promesa de continuar la transformación iniciada por su antecesor. En sus palabras, el camino era claro: “Por la paz y el bienestar del pueblo”. A un año de distancia, su frase “vamos bien y vamos a ir mejor” se mantiene como estandarte, aunque el país presenta un rostro más complejo, lleno de contrastes, incertidumbres y batallas aún por resolver.
El poder del respaldo popular
Con más del 70% de aprobación según encuestas nacionales, la presidenta conserva una popularidad que ha sorprendido incluso a sus críticos. Su imagen como una mujer austera, determinada y con intención de cambio resuena fuerte entre amplios sectores de la población. La percepción pública ha sido fundamental para mantener su liderazgo, especialmente ante temas donde su gobierno aún no entrega resultados contundentes.
Este fenómeno, que recuerda al respaldo que mantuvo Andrés Manuel López Obrador durante sus seis años de mandato, revela una conexión emocional con las mayorías. Aunque hay cuestionamientos serios en materia de seguridad, corrupción y crimen organizado, la narrativa de cercanía con el pueblo y lucha contra los privilegios sigue generando confianza.
Seguridad: el punto más vulnerable de su gobierno
Uno de los ejes más sensibles en la gestión de Sheinbaum es, sin duda, la seguridad pública. Si bien las cifras oficiales hablan de una reducción del 25% en homicidios durante sus primeros 11 meses de gobierno, la realidad en las calles sigue siendo otra. El país continúa registrando un promedio de 65 homicidios diarios, y según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), más del 63% de los mexicanos considera que la inseguridad es el problema más grave.
Para el analista David Saucedo, el reto no es sólo estadístico, sino de percepción y confianza. “La narrativa oficial habla de un país más seguro, pero el ciudadano de a pie no lo percibe. Las encuestas reflejan desconfianza hacia las instituciones de seguridad”, señaló.
Además, Sheinbaum había prometido reducir los homicidios en un 50%, meta aún lejana. El déficit en este rubro se convierte en el mayor reto a futuro para su administración.
Crimen organizado: una guerra de cárteles en evolución
El panorama del crimen organizado en México ha cambiado radicalmente en este primer año de gestión. La división interna del Cártel de Sinaloa ha dado lugar a nuevas alianzas estratégicas. Por un lado, los ‘Chapitos’ se han acercado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Por otro, Ismael “El Mayo” Zambada lidera una coalición opositora que incluye grupos regionales y facciones más tradicionales.
Este reacomodo ha derivado en un nuevo ciclo de violencia en distintas regiones del país. Michoacán, Guerrero, Sonora y Zacatecas figuran como focos rojos donde la disputa entre cárteles ha dejado decenas de víctimas, comunidades desplazadas y una creciente sensación de descontrol.
El surgimiento de grupos como la Familia Michoacana, que aprovechan la fragmentación del poder criminal, complica aún más el escenario, con lo que Saucedo define como “una guerra civil dentro del bajo mundo”.
Narcoterrorismo y narcopolítica: amenazas que van más allá del crimen
Más allá de las disputas territoriales y las estadísticas de homicidios, el crimen organizado ha escalado sus tácticas. El llamado “narcoterrorismo” —actos de violencia con el objetivo de sembrar miedo en la población civil— se ha vuelto una estrategia cada vez más utilizada por los cárteles. Ataques a transportes públicos, quema de vehículos, amenazas abiertas a comunidades y agresiones contra periodistas han intensificado la sensación de vulnerabilidad.
A esto se suma la narcopolítica, la creciente infiltración del crimen organizado en procesos electorales. Financiamiento ilegal de campañas, amenazas a candidatos y manipulación del voto en regiones bajo control criminal son fenómenos documentados que amenazan la integridad del sistema democrático.
Ambas dinámicas suponen desafíos de Estado que requieren más que operativos policiacos: demandan inteligencia, colaboración internacional, reformas profundas y, sobre todo, voluntad política.
Relación con Estados Unidos: entre presiones y chantajes
Otro punto clave en el primer año de gobierno de Sheinbaum ha sido la relación con Estados Unidos. Las tensiones no han tardado en aparecer. Washington ha manifestado preocupaciones constantes por la eficacia de México en la lucha contra el narcotráfico, particularmente en el tema del fentanilo y la migración irregular.
Presiones para aumentar decomisos, acelerar extradiciones y militarizar la frontera sur han sido parte de una serie de exigencias de la Casa Blanca. En paralelo, se han impuesto sanciones discretas, como la revocación de visas a funcionarios mexicanos, generando un ambiente de desconfianza mutua.
El desafío para Sheinbaum radica en equilibrar la soberanía nacional con la necesidad de mantener una relación funcional con su principal socio comercial y político. La agenda bilateral se mantiene tensa y promete más episodios difíciles si no se alcanzan acuerdos concretos.
Logros en lo social y la economía: pilares de estabilidad
No todo es adversidad. En su primer año, la presidenta ha consolidado los programas sociales como uno de los pilares de su gobierno. Becas, apoyos para adultos mayores y ayudas directas continúan llegando a millones de familias, lo que contribuye a mantener altos niveles de aprobación.
En lo económico, México ha sostenido estabilidad en inflación, tipo de cambio y crecimiento moderado, a pesar del contexto internacional complejo. Este equilibrio macroeconómico ha sido bien valorado por analistas y por el público en general, ofreciendo un contraste positivo frente a las tensiones en seguridad.
Luces y sombras de un año histórico
El primer año de Claudia Sheinbaum como presidenta de México está marcado por un contraste agudo entre los logros sociales, la estabilidad económica y los enormes retos en seguridad y relaciones exteriores. Su imagen como líder cercana al pueblo y decidida a transformar el país le ha permitido navegar un entorno adverso y conservar altos niveles de respaldo.
Sin embargo, los desafíos que enfrentará en los próximos años requerirán más que carisma. Requieren estrategia, ejecución y resultados palpables, especialmente en temas donde la narrativa oficial ya no basta. La historia aún se está escribiendo, y México observa con atención cada capítulo.
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