La principal arteria turística de Tijuana, la Avenida Revolución, se ha convertido en un laberinto de zanjas, maquinaria pesada y tráfico congestionado. La Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT) ha iniciado obras para reemplazar una tubería de drenaje con 65 años de antigüedad, una acción necesaria pero cuya ejecución está generando un grave conflicto con el sector comercial de la zona.
Comerciantes de la avenida, el corazón de la vida nocturna y turística de la ciudad, han levantado la voz para denunciar las severas afectaciones que el cierre parcial les está ocasionando. Reportan una drástica caída en sus ventas, clientes molestos por el ruido y los malos olores, y una sensación general de abandono por parte de las autoridades.
«Hay clientes que se molestan. Si estaban afuera, o se meten o se van del lugar. Cuando comenzaron a abrir hubo malos olores», declaró un comerciante afectado, resumiendo el sentir general del gremio.
La Versión Oficial vs. La Realidad del Comerciante
El conflicto se agudiza ante la evidente contradicción entre la postura oficial y la realidad que viven los negocios día a día. Por un lado, el Comité de Turismo y Convenciones de Tijuana (Cotuco) ha asegurado públicamente que las obras de alcantarillado «no afectarán el turismo» en la avenida.
Esta declaración ha sido recibida con incredulidad y enojo por los locatarios, quienes ven sus ingresos disminuir mientras las autoridades minimizan el problema. Para ellos, la afectación no es una posibilidad futura, sino una realidad presente y dolorosa.
«Hay clientes que se molestan», una frase simple pero contundente de un comerciante que resume el impacto directo de las obras en la experiencia del visitante y, por ende, en la economía local.
Una Obra Necesaria, una Ejecución Cuestionada
Nadie disputa la necesidad de modernizar la infraestructura de la ciudad. El reemplazo de una tubería de drenaje que ha servido por más de seis décadas es una inversión crucial para prevenir futuros colapsos y problemas de sanidad.
Sin embargo, la crítica de los comerciantes se centra en la planificación y ejecución de la obra. Cuestionan la falta de comunicación previa, la ausencia de medidas de mitigación para los negocios y la lentitud con la que parecen avanzar los trabajos. Exigen a la CESPT y al Ayuntamiento de Tijuana que se agilicen las labores y se establezcan apoyos o incentivos para los negocios afectados, que luchan por sobrevivir en medio del polvo y el ruido.
Mientras tanto, la Avenida Revolución, históricamente un símbolo de la vitalidad y el atractivo de Tijuana, hoy luce como un reflejo de la tensión entre el desarrollo urbano necesario y la protección de su motor económico y social. La pregunta que queda en el aire es si los negocios podrán resistir hasta que la obra concluya.
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