La herida abierta que no cierra
Han pasado 10 años y 11 meses desde la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, cuando 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa desaparecieron. Para las familias, el tiempo no ha traído respuestas, sino más silencio. Cada año, cada acto conmemorativo, es un recordatorio de la herida abierta que el Estado no ha querido cerrar.
En Chilpancingo, frente al antimonumento a los #43, madres, padres, estudiantes y colectivos se reunieron una vez más para exigir justicia. El aire estaba cargado de consignas, de pancartas que recordaban los rostros de los jóvenes y de la convicción de que la memoria es más fuerte que el olvido.
Promesas rotas en cada sexenio
Los oradores de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) fueron claros: cada gobierno ha repetido las mismas promesas vacías. Peña Nieto con su “verdad histórica” que intentó cerrar el caso; López Obrador con su promesa de esclarecer los hechos; y ahora Claudia Sheinbaum, que enfrenta la exigencia de un compromiso real con las familias.
“Nos damos cuenta que siguen protegiendo al ejército y a la policía. La delincuencia aumenta y las desapariciones crecen, pero el gobierno sepulta la verdad”, denunció uno de los representantes estudiantiles.
El ejército bajo la sombra de la impunidad
El GIEI ya desmontó la “verdad histórica” oficial, pero el reclamo persiste: ¿por qué no se toca a las fuerzas armadas? Para los familiares y organizaciones sociales, el ejército sigue siendo pieza clave en los hechos de Iguala. Sin embargo, el Estado parece más dispuesto a proteger sus instituciones que a enfrentar la verdad.
La indignación se mezcla con la frustración de ver cómo se destinan recursos a la compra de armas, incluso provenientes de Israel, mientras que la búsqueda de desaparecidos y la atención a víctimas quedan relegadas.
México entre violencia y resistencia
Los padres de los 43 no están solos. Colectivos de desaparecidos, organizaciones comunitarias como la UPOG y ciudadanos que han vivido la violencia en carne propia, se han sumado al reclamo. La exigencia es la misma desde hace más de una década: verdad, justicia y castigo a los responsables.
Mientras tanto, el país enfrenta cifras alarmantes de feminicidios y desapariciones forzadas, sobre todo en Guerrero y Chiapas, donde la violencia del crimen organizado avanza y las comunidades se organizan ante la ineficacia del gobierno.
Ayotzinapa como símbolo de resistencia
Los 43 estudiantes se han convertido en un símbolo de resistencia y memoria en México. Cada año, la lucha de sus padres recuerda que no se trata solo de un caso, sino de miles de desaparecidos que siguen sin justicia.
Hoy, a casi 11 años, la voz de los padres de Ayotzinapa retumba con fuerza: “Seguiremos de pie, hasta encontrarlos”.
TE PODRÍA INTERESAR