El cuerpo, a veces, lanza señales que parecen inofensivas como un mareo súbito, un brazo que se siente pesado, la lengua que tropieza con las palabras. Pero detrás de esas sensaciones puede esconderse una emergencia silenciosa que no da segundas oportunidades: el accidente cerebrovascular (ACV).
Cada 29 de octubre, el mundo recuerda que actuar rápido ante este cuadro salva vidas. Por ello, el angiólogo Guillermo Vázquez, explicó que la rapidez con la que se reacciona determina el pronóstico del paciente.
“Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe. Puede ser porque una arteria se bloquea o porque se rompe un vaso sanguíneo y hay una hemorragia. En ambos casos, el daño comienza en minutos: las neuronas mueren por falta de oxígeno y eso puede dejar secuelas irreversibles”, explicó.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas mayores de 25 años puede sufrir un ACV, pero la mayoría de esos casos podría evitarse con cambios en la alimentación, actividad física y control médico periódico.
“No se trata de vivir con miedo, sino con conciencia. El cuerpo avisa, pero hay que saber escucharlo. Si aprendemos a reconocer las señales y actuamos rápido, podemos salvar una vida, incluso la nuestra”, dijo.
Los primeros signos: cuando el cuerpo pide ayuda
El especialista destacó que cuando se presenta un ACV, los síntomas pueden ser sutiles al principio, pero ante este cuadro el cuerpo da señales de que algo malo está pasando. Entre estas señales puede presentarse asimetría facial, que es cuando un lado del rostro se cae o no responde; debilidad o pérdida de fuerza en un brazo o una pierna, generalmente de un solo lado y dificultad para hablar o entender palabras.
“Si al sonreír un lado de la boca no se mueve, o si al pedirle a la persona que levante ambos brazos uno se queda abajo, hay que sospechar un derrame cerebral. No hay que esperar ni intentar que ‘se le pase’. Cada minuto cuenta”, mencionó el especialista.
A esas señales se pueden sumar mareo, pérdida súbita de visión o un dolor de cabeza intenso y diferente a lo habitual. En esos casos, el médico recomendó llamar inmediatamente a emergencias o acudir al hospital más cercano.
“Mientras más pronto se llegue a urgencias, más opciones hay para revertir el daño. En algunos casos, con un medicamento trombolítico podemos disolver el coágulo si se actúa dentro de las primeras tres horas. Después de eso, las probabilidades de recuperación bajan drásticamente”, dijo.
Factores de riesgo y prevención diaria
El accidente cerebrovascular no distingue edades ni géneros, aunque es más común a partir de los 50 años. Sin embargo, cada vez se presentan más casos en adultos jóvenes, debido al estrés, el tabaquismo y la vida sedentaria.
“El 90 por ciento de los casos está relacionado con factores prevenibles: presión alta, diabetes, colesterol elevado, obesidad y falta de actividad física. Son cosas que podemos controlar si adoptamos hábitos saludables”, explicó el especialista.
Entre sus recomendaciones básicas están caminar 30 minutos al día, reducir la sal y los alimentos procesados, mantener un peso saludable y evitar el tabaco. También destaca la importancia de controlar la presión arterial y el azúcar en sangre, pues ambos pueden dañar las arterias y aumentar el riesgo de un derrame.
“Hay pacientes que me dicen: ‘doctor, yo me sentía bien, solo tenía la presión alta’. Pero ese ‘solo’ es suficiente para provocar un accidente cerebrovascular. La prevención empieza mucho antes de que aparezcan los síntomas”, advirtió.
La vida después del derrame: recuperación y esperanza
De acuerdo con Vázquez, el sobrevivir a un ACV es apenas el inicio de un nuevo camino, ya que la recuperación requiere rehabilitación física, terapias del habla, apoyo psicológico y, sobre todo, paciencia.
“El cerebro tiene una capacidad extraordinaria para adaptarse, pero necesita tiempo. Con terapia y constancia, muchas personas logran volver a caminar, hablar y realizar su vida normal. Lo importante es no rendirse”.
Agregó que el entorno familiar también juega un papel crucial. Los pacientes que cuentan con acompañamiento emocional tienen mejores resultados en su recuperación.
“Hay que comprender que la persona puede sentirse frustrada o vulnerable. La empatía y el apoyo son tan importantes como el tratamiento médico”.
Señales de alerta de un accidente cerebrovascular
- Debilidad repentina en un brazo o una pierna, generalmente de un lado del cuerpo
- Caída o asimetría en un lado del rostro
- Dificultad para hablar o entender palabras
- Mareo intenso, pérdida de equilibrio o visión borrosa
- Dolor de cabeza súbito, fuerte y diferente a lo habitual
Cómo actuar ante un ACV: el acrónimo RÁPIDO
- R (Rostro): observar si hay caída o debilidad en un lado de la cara
- A (Brazos): verificar si uno de los brazos pierde fuerza al levantarlo
- P (Palabra): detectar dificultades para hablar o comprender
- I (Inmediato): acudir a urgencias sin esperar
- D (Dolor de cabeza): identificar un dolor súbito e intenso
- O (Oportunidad): recordar que los primeros minutos son críticos para la recuperación
Factores de riesgo prevenibles
- Hipertensión arterial y diabetes no controladas
- Colesterol elevado y obesidad
- Sedentarismo y vida con poca actividad física
- Estrés constante y hábitos poco saludables, como fumar o consumir alcohol en exceso
Recomendaciones para prevenir un ACV
- Mantener una alimentación baja en sal, grasas y alimentos procesados
- Caminar o ejercitarse al menos 30 minutos al día
- Realizar chequeos médicos periódicos para controlar presión y glucosa
- Evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol
- Prestar atención a cualquier señal del cuerpo, por mínima que parezca


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