domingo, diciembre 21, 2025

El Comandante del Estado: Anatomía de un Narco-Gobierno en Tabasco

Por: Martín Holguín 

La Noche en que Tabasco Ardió

La víspera de la Navidad de 2023 Villahermosa perdió la Paz, el estruendo de las armas largas. La noche del 22 de diciembre, la aparente serenidad del exclusivo Fraccionamiento Campestre fue destrozada por ráfagas de fusiles de asalto.

El objetivo, según múltiples fuentes y reportes iniciales, era la residencia de Hernán Bermúdez Requena, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) del estado. No era un robo común; era un mensaje inequívoco, una declaración de guerra en la puerta de su santuario personal. La reacción oficial fue tan veloz como desconcertante: el gobierno estatal desmintió categóricamente un «ataque armado», calificándolo de un mero «incidente entre particulares». Nadie en los círculos policiales, periodísticos o criminales creyó la versión. El estruendo había sido demasiado fuerte.

Aquella balacera fue la primera grieta visible en la armadura del hombre que prometía orden. Pocas semanas después, en los primeros días de enero de 2024, la violencia contenida se desbordó en una muestra pública y aterradora del caos. Una serie de ataques coordinados sumió a la capital tabasqueña en el pánico: tiendas de conveniencia y vehículos fueron incendiados, y se desató una ola de asaltos masivos que paralizó la ciudad. El caos era de tal magnitud que el gobierno federal tuvo que intervenir, desplegando al Ejército y a la Guardia Nacional para intentar restaurar la calma.

El hombre que debía garantizar la seguridad de Tabasco había sido rebasado por una violencia que, como revela esta investigación, él mismo presuntamente gestionaba. El 5 de enero de 2024, acorralado por la crisis que llevaba su firma, Hernán Bermúdez Requena presentó su renuncia. Su salida no fue el fin del problema, sino la confirmación del mismo. Este colapso de la seguridad pública no fue una falla del sistema; fue la implosión violenta de un narco-estado en miniatura, construido y dirigido desde la oficina más alta de la policía estatal. La pregunta que quedó flotando en el aire viciado de humo de Villahermosa fue devastadora: ¿Cómo el máximo guardián de la ley en Tabasco se convirtió en el arquitecto de su más profunda crisis?

Parte I: El Pecado Original – El Nacimiento de un Capo con Placa

Capítulo 1: El Trono Vacante

Para entender la estructura de poder que colapsó en 2024, es necesario retroceder casi dos décadas, a un evento que redefinió el mapa delictivo del sureste mexicano. El 20 de abril de 2006, en la carretera que conecta Villahermosa con Cárdenas, una camioneta Ford Lobo color champagne fue interceptada. Dentro, acribillado a balazos, yacía el cuerpo de Ponciano Vázquez Lagunes, un expolicía judicial federal que, según las autoridades de la época, se había convertido en el señor de la plaza, el principal operador del narcotráfico en Tabasco.

El asesinato no fue un ajuste de cuentas más; fue un golpe de estado en el hampa. La ejecución de Vázquez Lagunes dejó un trono vacante, un vacío de poder que desató una guerra sorda por el control de las lucrativas rutas de la región. A diferencia de otros asesinatos de alto perfil en el país, los detalles oficiales sobre la muerte de Ponciano Vázquez fueron escasos, un silencio que sugería una reorganización de fuerzas en la que las autoridades locales podrían estar implicadas. Lo que importaba no era tanto quién apretó el gatillo, sino quién se beneficiaría del silencio de las armas. La consecuencia fue clara: el viejo capo estaba muerto y su imperio estaba en juego.

Capítulo 2: La Sombra Protegida

Pocos días después de la ejecución, los reflectores de la unidad de élite del gobierno federal, la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), se posaron sobre un personaje que hasta entonces operaba en las sombras de las corporaciones estatales: Hernán Bermúdez Requena. En ese entonces era Subsecretario de Protección Civil, Prevención y Readaptación Social, un cargo estratégico que le daba control sobre el sistema penitenciario del estado. Conocido en ciertos círculos con el alias de «El Milkie», fue detenido como sospechoso clave en la conspiración para asesinar a Ponciano Vázquez Lagunes.

La acusación era demoledora: un alto funcionario del gobierno de Tabasco era señalado no solo por tener vínculos con el crimen organizado, sino por participar activamente en el derrocamiento del capo para, presuntamente, ocupar su lugar. «La detención de Bermúdez en 2006 no fue casual», confesó a La Verdad Noticias un exagente federal que trabajó el caso y que habló bajo estricto anonimato. «Teníamos información de que él y su gente le ‘calentaron la plaza’ a Ponciano. El asesinato fue la culminación. La teoría era clara: estaba escalando, eliminando a la vieja guardia para tomar el control».

Pero entonces ocurrió lo inexplicable. El sistema que lo acusó, también lo soltó. Tras pasar apenas 11 días bajo la figura de arraigo en un penal de mediana seguridad, Bermúdez Requena fue liberado sin cargos y, con una asombrosa capacidad de resiliencia, se reintegró al servicio público.1 Este episodio no fue un simple tropiezo en su carrera; fue el verdadero acto fundacional de su poder. Una acusación de esa magnitud por parte de la SIEDO no se desvanece sin una intervención política de altísimo nivel. Su liberación envió una señal inequívoca tanto a las fuerzas del orden como al mundo criminal: «El Milkie» estaba protegido por un poder que trascendía incluso a las unidades de élite federales. Fue en ese momento, según fuentes de inteligencia militar y testimonios de excolaboradores, que Bermúdez, habiendo sobrevivido a la purga, comenzó a tejer las alianzas estratégicas, principalmente con una organización en plena expansión nacional como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que darían origen a su propio feudo criminal: «La Barredora».1 Había emergido un nuevo tipo de líder, uno que vestía uniforme de día y, presuntamente, administraba el terror de noche.

Parte II: La Metástasis – La Arquitectura del «Comandante H»

Capítulo 3: El Ascenso al Poder

Durante los años siguientes, Hernán Bermúdez operó con un perfil bajo, moviéndose hábilmente entre los engranajes de la política y la seguridad de Tabasco. Su pasado en la SIEDO era una mancha borrosa, un rumor inconveniente sepultado bajo expedientes. Su ascenso culminaría de forma espectacular en diciembre de 2018, cuando el recién electo gobernador, Adán Augusto López Hernández, lo nombró Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del estado.

La relación entre ambos no era nueva. Se remontaba a la década de los noventa, durante el gobierno de Manuel Gurría Ordóñez (1992-1994), cuando Bermúdez se desempeñó como director de Seguridad Pública y López Hernández era subsecretario de Gobierno.4 Ese nombramiento en 2018 fue la culminación de una larga relación política y personal. El hombre que había sido encarcelado por presuntos nexos con el narco era ahora el máximo responsable de combatirlo. Desde su nueva oficina en el complejo de la SSPC, con el poder absoluto del estado a su disposición, Bermúdez Requena presuntamente consolidó su alter ego definitivo: el «Comandante H», el líder supremo de «La Barredora».

Capítulo 4: El Estado como Herramienta del Crimen (The Guacamaya Leaks Dossier)

La evidencia más contundente de esta dualidad provino de una fuente inesperada: el hackeo masivo a los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) por parte del colectivo «Guacamaya». Entre los miles de documentos filtrados, emergieron informes de inteligencia que eran explícitos y devastadores. Mucho antes de que el escándalo se hiciera público, la más alta instancia de inteligencia militar del país sabía perfectamente quién era Hernán Bermúdez.

Los documentos revelan una verdad alarmante: el gobierno federal y estatal fueron advertidos durante años. Al menos una treintena de documentos de inteligencia, incluyendo tarjetas, reportes y análisis clasificados como «Confidencial» y «Secreto», fueron elaborados entre diciembre de 2019 y agosto de 2022, detallando la presunta relación de Bermúdez con «La Barredora».

  • Diciembre de 2019: Apenas unos días después de su nombramiento, un primer informe titulado «Ampliación de información Caso Playas» ya lo tenía en el radar.
  • Febrero de 2021: Un reporte del Centro Regional de Fusión de Inteligencia Sureste (Cerfi) detalló una red de robo de hidrocarburos (huachicol) que contaba con la protección de autoridades, incluyendo personal de la SSPC de Tabasco.
  • Agosto de 2022: Un informe titulado «Actividad Delictiva en Tabasco» fue aún más directo. Posicionaba a Bermúdez, alias «El H», al frente de «La Barredora», y detallaba cómo presuntamente ordenó el asesinato de un líder criminal rival conocido como «Kalimba».15

Un memo interno de la SEDENA, fechado en marzo de 2023 y al que La Verdad Noticias tuvo acceso, resume el diagnóstico militar: «Se identifica a Hernán Bermúdez Requena… como líder de la célula delictiva ‘La Barredora’, brazo operativo del CJNG en la entidad. Utiliza su posición como titular de la SSPC para brindar protección institucional a las actividades del grupo, que incluyen el robo de hidrocarburos (huachicol), extorsión, secuestro y trasiego de drogas».

Los informes no solo lo identificaban a él. También señalaban a su círculo cercano dentro de la SSPC, incluyendo al comisionado de la Policía Estatal, José del Carmen Castillo, y al director general de la misma corporación, Leonardo Arturo Leyva. La información era tan detallada que incluso mencionaba cómo Bermúdez presuntamente negoció la liberación de delincuentes y otorgó privilegios a líderes criminales como Benjamín Mollinedo, alias «El Pantera».

Estos documentos demuestran que el blindaje político que mantuvo a Bermúdez en el poder no fue un acto de ignorancia, sino una decisión consciente. Tanto el gobernador Adán Augusto López como su sucesor, Carlos Merino Campos, quien lo ratificó en el cargo, estuvieron al frente del gobierno mientras el Ejército generaba reportes explícitos que señalaban a su jefe de seguridad como un capo del narcotráfico. La pregunta clave ya no es si sabían, sino por qué lo permitieron. La respuesta apunta a un cálculo político cínico, donde la promesa de una paz controlada por el crimen era, por un tiempo, un activo políticamente conveniente.

Capítulo 5: La «Pax Mafiosa» Fallida

Desde su posición de poder, Bermúdez Requena intentó implementar un cínico modelo de control que analistas de seguridad describen como una «pax mafiosa institucionalizada».1 Este modelo, irónicamente, tiene su versión más pulcra y aparentemente exitosa en la península vecina. El «Modelo Saidén», en referencia a Luis Felipe Saidén Ojeda, el perpetuo Secretario de Seguridad de Yucatán, se basa en una premisa faustiana: el Estado mantiene una apariencia de paz porque su policía, con un control férreo, se convierte en el único actor dominante, dictando las reglas no solo a los ciudadanos, sino también a los grupos criminales. Se tolera cierta actividad delictiva siempre y cuando no genere violencia pública que alarme a la sociedad o afecte al turismo.

Bermúdez, según esta tesis, intentó ser el Saidén de Tabasco. «Ofreció a sus jefes políticos, principalmente a su padrino Adán Augusto López Hernández, la promesa de la tranquilidad», comenta un analista político local.1 Sin embargo, su modelo estaba fundamentalmente viciado y destinado a implosionar. La diferencia crucial radica en la fuente de su poder. Mientras que el modelo yucateco se basa en la supremacía hegemónica de la fuerza del Estado, el poder de Bermúdez emanaba de su condición de franquiciatario de una de las organizaciones criminales más violentas y expansivas de México: el Cártel Jalisco Nueva Generación.

No era un mediador independiente que imponía la paz; era el gerente de una sucursal local en una guerra nacional. Como tal, estaba sujeto a las presiones, rivalidades y dinámicas de ese conflicto mayor. Su «paz» dependía de la estabilidad de su propia organización y de su capacidad para mantener a raya a los competidores, como facciones del Cártel de Sinaloa u otros grupos locales. La violencia que estalló a finales de 2023, comenzando con el ataque a su propia casa, no fue una falla de su modelo; fue su consecuencia lógica y violenta. La guerra nacional de los cárteles había llegado a Tabasco, y el espejo de Yucatán se hizo añicos contra la brutal realidad de un estado gobernado por un capo con placa.

Parte III: El Imperio Financiero – La Ruta del Dinero

Un imperio criminal no solo requiere poder de fuego y control territorial; necesita un flujo constante de capital y la capacidad de blanquearlo. Mientras el «Comandante H» controlaba las calles de Tabasco, una sofisticada red de corrupción operaba desde los despachos del gobierno, desviando cientos de millones de pesos del erario público. Esta maquinaria financiera, dirigida por su círculo más cercano, no solo sirvió para el enriquecimiento ilícito, sino que fue el motor que financió la violencia, la compra de lealtades y la expansión de «La Barredora».

Capítulo 6: El Festín de los Leales y el Hambre de los Cautivos

La red de corrupción del «Comandante H» se expandió más allá de su círculo familiar para recompensar a un grupo de operadores políticos y empresariales leales. El esquema se centró en uno de los rubros más constantes, lucrativos y a menudo menos fiscalizados del gasto público: la proveeduría de alimentos para miles de personas bajo la custodia del estado.1

Aquí entran en escena dos empresarios clave: Hugo Sánchez y Hugo Vignola. A través de sus empresas, principalmente la poderosa Corporación Sánchez, S.A. de C.V., copropiedad de la familia Sánchez Andrade, se convirtieron en los proveedores casi exclusivos de alimentos para la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.1 Los contratos, que se cuentan por cientos de millones de pesos, no eran para las oficinas de la secretaría; eran para alimentar a dos poblaciones cautivas cuya alimentación dependía directamente de la firma de Hernán Bermúdez: los miles de internos en los Centros de Readaptación Social del Estado (CRESET) y los cadetes en formación en la Academia de Policía.

La evidencia de una relación preferencial es abrumadora. Durante la gestión de Bermúdez, el gasto de la SSPC en alimentos para la población penitenciaria se triplicó, pasando de un rango de 23 a 27 millones de pesos en el bienio 2018-2019 a más de 70 millones de pesos anuales en 2020 y 2021, con Corporación Sánchez como proveedor clave.

Este esquema tiene una dimensión humana particularmente cruel. Mientras estas empresas facturaban cifras millonarias, las denuncias sobre la pésima calidad y la escasez de la comida en los penales de Tabasco eran constantes en la prensa local y en quejas de familiares. El «festín de los leales» se pagaba, presuntamente, con el hambre y la salud de las personas bajo la tutela del mismo estado que Bermúdez dirigía. La corrupción no era solo un desvío de fondos; tenía un impacto directo y degradante en las condiciones de vida de miles de personas. Los motines violentos que estallaron en el CRESET, con un saldo de múltiples muertos, no pueden desvincularse de las condiciones de hacinamiento y precariedad que este sistema de corrupción perpetuaba.

Tabla 2: La Red de Suministros : Contratista s y Cautivos     
EmpresaOperadores ClaveDependenci a ContratantePoblación AfectadaGasto Anual de la Dependenci a (2020-2021 )Quejas/Inci dentes Reportados
Corporación Sánchez, S.A. de C.V.Hugo Arturo Sánchez AndradeSecretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC)Internos del CRESET, Cadetes de la Academia de Policía> $70 millones MXNDenuncias por mala calidad y escasez de alimentos; motines violentos en el CRESET.
Corporativo Logístico Visan, S.A. de C.V.Hugo Miguel Vignola PalmaGobierno de TabascoPoblación general (suministros médicos)$94.2 millones MXN (en 2021)N/A

Fuente: Análisis de La Verdad Noticias basado en informes de inteligencia, datos de la PNT y reportes periodísticos.

Capítulo 8: El Abogado del Diablo: El Vínculo entre el Maletín y la Pistola

En el centro de esta vasta red, conectando el fraude corporativo con la violencia en las calles, se encuentra una figura clave: el abogado Carlos Tomás «N», conocido con los alias de «El Lic», «El Tomasín» o «El 12». Su rol fue fundamental para el funcionamiento del imperio de Bermúdez, actuando como el lynchpin que unía los dos motores de la organización.

Su identidad era dual y complementaria. Por un lado, era el abogado personal y hombre de confianza de Hernán Bermúdez Requena. Por otro, era el apoderado legal de empresas fachada como Soluciones y Estrategias del Sureste, la compañía que obtuvo el contrato millonario de las cámaras de solapa. Pero su papel iba mucho más allá del litigio y la representación corporativa.

La Fiscalía General de la República (FGR) lo identificó como uno de los tres líderes operativos de «La Barredora», el responsable directo de coordinar las extorsiones a empresarios, el tráfico de personas y la venta de droga en Villahermosa, todo mientras su jefe, Bermúdez, dirigía la seguridad del estado. Carlos Tomás «N» era el nexo entre el maletín del dinero público desviado y la pistola del sicario en la calle.

Su captura en Puebla el 20 de enero de 2025, por cargos de delincuencia organizada, defraudación fiscal y lavado de dinero, fue la prueba irrefutable de que la corrupción de cuello blanco y el crimen violento no eran operaciones separadas, sino dos facetas de una misma macroestructura criminal, gestionadas por el mismo círculo íntimo de poder.

Parte IV: La Caída y la Fuga – La Sombra que Perdura

Capítulo 8: La Violencia como Bumerán

El ataque armado del 22 de diciembre de 2023 contra la residencia de Hernán Bermúdez en el Fraccionamiento Campestre fue mucho más que un atentado. Fue el momento en que el monstruo que él había alimentado se volvió contra su creador.1 A la luz de la investigación completa, este evento no puede ser visto como un ataque de un cártel rival externo, sino como la violenta implosión de su propio sistema. La «pax mafiosa» que había construido sobre la base de una alianza con el CJNG se fracturó.

«Dentro de la corporación sabíamos que le habían llegado a su casa. O eran rivales o era su misma gente cobrándole una factura», confesó un comandante de la policía estatal bajo anonimato.1 La negativa del gobierno a reconocer el ataque fue una muestra de debilidad que aceleró su caída. El hombre que controlaba el caos ya no podía ocultar que el caos lo estaba consumiendo a él. La violencia que se desató en las calles de Villahermosa en las semanas siguientes fue el bumerán que regresaba. El sistema de control basado en el miedo y la extorsión se había derrumbado sobre sí mismo.

Capítulo 10: El Fugitivo Internacional

Tras su renuncia forzada el 5 de enero de 2024, Hernán Bermúdez Requena desapareció de la vida pública.2 Sin embargo, las investigaciones en su contra continuaron. La cronología de su huida revela una operación planificada para evadir la justicia:

  • 26 de enero de 2025: Bermúdez abandonó México. Según el General Miguel Ángel López, comandante de la 30ª Zona Militar, voló desde Mérida, Yucatán, con rumbo a Panamá.
  • 14 de febrero de 2025: La Fiscalía General del Estado de Tabasco obtuvo una orden de aprehensión en su contra por sus vínculos con «La Barredora».
  • Febrero – Julio de 2025: Las autoridades rastrearon su posible paradero. Se informó que tras su escala en Panamá, podría haber viajado a España, y que los esfuerzos de localización más recientes se concentraban en Brasilia, Brasil.
  • Julio de 2025: El Gabinete de Seguridad federal confirmó oficialmente que Bermúdez era un prófugo de la justicia y que se había emitido una Ficha Roja de INTERPOL para su búsqueda y captura a nivel internacional, convirtiéndolo en uno de los fugitivos mexicanos más buscados del mundo.

Inicialmente, existió una discrepancia, ya que las autoridades mexicanas confirmaron la activación de la ficha roja mientras esta aún no aparecía en el portal público de INTERPOL. Sin embargo, la confirmación oficial por parte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal y de la propia presidenta Claudia Sheinbaum no dejó lugar a dudas: el «Comandante H» era ahora un fugitivo internacional.

Capítulo 11: El Silencio del Padrino: La Red de Protección Política

Hoy, a mediados de julio de 2025, la capacidad de Hernán Bermúdez Requena para evadir la justicia por más de un año después de su renuncia y durante meses después de la emisión de una orden de aprehensión, demuestra que la sombra de su poder es larga y se sostiene sobre una poderosa red de protección. Mientras los brazos operativo y financiero de su organización han sido golpeados con la captura de operadores como Carlos Tomás «N», el pilar político que permitió su ascenso y lo sostuvo en el poder permanece, en gran medida, intacto.

El centro de esta red de protección apunta directamente a su padrino político, Adán Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco, exsecretario de Gobernación y actual coordinador de la bancada de Morena en el Senado. Fue López Hernández quien lo nombró en 2018 y lo mantuvo en el cargo a pesar de las múltiples y detalladas advertencias de la inteligencia militar que lo señalaban como un líder criminal.

La reacción del partido en el poder, Morena, ha sido ambivalente. Por un lado, la dirigencia nacional, encabezada por Luisa María Alcalde, ha prometido «cero impunidad» y que la investigación llegará «tope hasta donde tope». Como gesto simbólico, la Comisión de Honestidad y Justicia del partido suspendió los derechos partidistas de Bermúdez (quien se afilió a Morena en 2023) y perfila su expulsión. Por otro lado, la misma dirigencia, así como la presidenta Sheinbaum, se han apresurado a declarar que no existe ninguna investigación en curso contra Adán Augusto López.

Este deslinde ha sido calificado como insuficiente por la oposición. El Partido Acción Nacional (PAN) anunció que prepara una denuncia formal contra el exgobernador por sus presuntos vínculos y su responsabilidad política en el nombramiento y sostenimiento de Bermúdez. Mientras tanto, Adán Augusto López ha guardado un silencio absoluto sobre el caso de su protegido. Un silencio que, para muchos en Tabasco y en el resto del país, resulta ensordecedor.

La advertencia presidencial

En la Mañanera del viernes 18 de julio, la Presidenta Claudia Sheinbaum puso la pelota del lado de Adán Augusto López, quien ha estado desaparecido del Senado.

Sheinbaum le ordenó romper el silencio y que ofrezca su versión de los hechos y su relación con Hernán Bermúdez, cuyo paradero es desconocido y en diversos momentos de las últimas horas ha surgido el rumor de que podría haber sufrido un paro cardiaco en Panamá. Nada de esto ha sido confirmado hasta el momento.

“La Fiscalía investiga. Sería pertinente que el Senador diera su versión. Es importante, por ejemplo, durante el primer periodo del Senador hoy, Adán Augusto, como Gobernador, bajó muchísimo los niveles de inseguridad en Tabasco. Los homicidios cayeron de manera muy importante, eso habla de un trabajo que se hizo cuando él fue Gobernador. Ya la parte de la investigación contra esta persona, que fue Secretario, vino después de… por eso yo decía que el gabinete de seguridad, el martes, les pueda platicar cómo fue este proceso, con las fechas y todo.

“Pero, bueno, el Senador debe dar su versión, que se conozca y la gente pueda valorar la función que desempeñó él como Gobernbador y particularmente en el tema de seguridad y de cualquier manera, si hay investigaciones, debe seguirse investigando. Nosotros no vamos a proteger, a cubrir a nadie. La Fiscalía hará sus investigaciones y hará sus propias conclusiones a partir de las investigaciones, pero me parece que él tiene sus propias decisiones, yo no le instruyo nada. De ninguna manera una imposición, pero sería muy bueno que, de alguna manera él diera su versión, para que la gente conociera que fue lo que él vivió con esta persona, cuáles fueron sus resultados y, en todo caso, como fue que llegó esa información de que esta persona estaba involucrada con un grupo delictivo”.

La Presidenta tiene muy claro que Adán Augusto debe romper el silencio, porque este tema ya escaló a nivel internacional.

Epílogo: El Estado Herido

La historia de Hernán Bermúdez Requena, desde el alias callejero de «El Milkie» hasta el imponente título de «Comandante H», es mucho más que la crónica de un policía corrupto o un capo violento. Es la anatomía detallada de la captura del Estado. Es el retrato más fiel de cómo un hombre, presuntamente, utilizó la placa y el poder que le confirió el voto ciudadano a sus protectores para construir un feudo criminal, financiado con el dinero de los mismos contribuyentes a los que debía proteger.

El caso del «Comandante H» deja un estado herido, con instituciones de seguridad y procuración de justicia infiltradas hasta la médula y una ciudadanía cuya confianza ha sido traicionada de la forma más profunda. Demuestra cómo la línea entre la ley y el crimen puede no solo difuminarse, sino borrarse por completo, creando un sistema donde la policía extorsiona, las patrullas escoltan cargamentos ilícitos y el presupuesto de seguridad alimenta la maquinaria de la violencia.

Mientras Hernán Bermúdez Requena siga prófugo, la justicia estará incompleta. Pero su eventual captura, aunque necesaria, no será suficiente. La verdadera rendición de cuentas exige una investigación que no se detenga en los operadores, sino que ascienda hasta la red política que lo incubó, lo nombró y lo protegió durante años, ignorando las advertencias de sus propias agencias de inteligencia. La historia del Comandante del Estado es una lección ominosa para México: una advertencia de que la impunidad es la semilla de la que brotan los narco-gobiernos, dejando a la sociedad a merced de aquellos que juraron defenderla. La paz en Tabasco, y en México, dependerá de que esa lección sea, finalmente, aprendida.

Georgina Balam
Georgina Balam
Georgina Balam es nuestra editora experta en la sección de Espectáculos y Entretenimiento. Con una sólida experiencia en la creación de contenido digital, se distingue por ofrecer información veraz y oportuna a nuestra audiencia. Su conocimiento y autoridad en la industria del entretenimiento aseguran que nuestros lectores reciban las noticias más fiables y actualizadas.
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