Historia y cierre del acceso binacional en la biblioteca Haskell
En el pintoresco pueblo de Stanstead, Quebec, excavadoras trabajan bajo un cielo gris para restaurar el acceso a la biblioteca pública Haskell, tras la decisión de la administración Trump de terminar su estatus de excepción que permitía a los canadienses ingresar sin pasar la aduana. Durante más de un siglo, residentes de ambos países compartieron la biblioteca como símbolo de unidad.
El gobierno de Trump canceló en marzo el ingreso privilegiado de canadienses, buscando garantizar una «seguridad fronteriza al 100%». La presidenta de la junta directiva, Sylvie Boudreau, describió la medida como el fin de una era, recordando la indignación que generó entre los residentes de ambos lados de la frontera.
Impacto en la comunidad y la vida cotidiana
El acceso restringido afectó a todos, desde estudiantes hasta jubilados. Jonas Horsky, un residente francoestadounidense, expresó su nostalgia: «Siempre hemos estado unidos, pero ahora llevamos pasaporte. Antes no era así». Erica Masotto, trabajadora del Stanstead College, relató que cruzar la biblioteca por la nueva entrada se siente extraño, simbolizando la desconfianza repentina.
El cambio refleja un deterioro más amplio en las relaciones entre Estados Unidos y Canadá. La administración Trump rompió negociaciones comerciales y amenazó con anexar territorio canadiense. El primer ministro canadiense, Mark Carney, advirtió que la relación bilateral “nunca volverá a ser la misma que antes”.
Consecuencias en los viajes y hábitos transfronterizos
La agencia canadiense de estadísticas reportó en junio un cambio notable en los hábitos de viaje: las visitas a Estados Unidos han disminuido significativamente. Marc Samson, jubilado, confirma esta tendencia: “Ya no vamos a Estados Unidos, aunque esté muy cerca”. Los residentes transfronterizos esperan que un cambio de gobierno pueda revertir estas medidas, restaurando la rutina compartida de la comunidad.
La resiliencia de la comunidad y el sentido de unidad
A pesar de las restricciones físicas, los lazos comunitarios se fortalecen. Boudreau señala que, aunque el fin del acceso físico marca un cambio, el sentido de amistad y unidad entre ambos lados de la frontera ha permanecido intacto. La biblioteca Haskell sigue siendo un símbolo de historia, cultura y cooperación binacional, y la comunidad confía en que, algún día, se pueda recuperar la experiencia compartida.


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