Texas planea +100 plantas de gas para la creciente demanda de IA y la industria. Surgen serias dudas sobre el impacto ambiental y la salud pública. Descubre por qué te importa.
Texas se prepara para una expansión masiva de su capacidad de generación eléctrica a gas natural, con más de 100 nuevas plantas propuestas. El objetivo es satisfacer la voraz demanda energética de la inteligencia artificial (IA) y otras industrias, pero el plan enciende un acalorado debate.
Houston, TX – El estado de Texas está en camino de incrementar drásticamente su infraestructura de energía basada en gas natural, con planes para la construcción de más de 100 nuevas plantas de generación eléctrica y la expansión de otras existentes. Esta ambiciosa iniciativa, que añadiría unos 58,000 megavatios (MW) de capacidad –suficiente para abastecer a más de 8 millones de hogares–, responde principalmente a la creciente demanda de electricidad por parte de industrias de alto consumo energético, en particular los centros de datos que alimentan la inteligencia artificial (IA).
La magnitud de este proyecto, con más de 60 plantas buscando estar operativas para finales de 2028 , pone de relieve una paradoja crítica en la era tecnológica actual: el avance de la innovación de vanguardia, como la IA, se está convirtiendo en un motor fundamental para la expansión de la infraestructura de combustibles fósiles. Esto podría tener consecuencias a largo plazo, potencialmente consolidando la dependencia del gas natural y complicando los esfuerzos para alcanzar objetivos climáticos.
Impulso Estatal y Demanda Industrial
Las autoridades de Texas han mostrado un claro respaldo al gas natural como fuente de energía predominante. Durante las sesiones legislativas de 2023 y 2025, se asignaron un total de $10 mil millones en financiamiento público, a través de préstamos a bajo costo, específicamente para nuevas plantas de gas. Es notable que no se destinaron fondos públicos similares para incentivar parques eólicos o solares, a pesar de que Texas también es un líder en energías renovables. Esta política de apoyo selectivo sugiere una decisión deliberada de afianzar el gas natural en la matriz energética del estado.
Se estima que la demanda de electricidad en Texas podría duplicarse para el año 2030, en gran medida debido a la proliferación de instalaciones de computación avanzada. Varias de las nuevas plantas se ubicarían en el área de Houston.
Preocupaciones Ambientales y de Salud Pública
La expansión planificada ha disparado las alarmas entre grupos ambientalistas y comunidades locales. Según un informe del Environmental Integrity Project (EIP), estas nuevas plantas añadirían un estimado de 115 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero anualmente a la atmósfera, el equivalente a casi 27 millones de automóviles de gasolina adicionales en circulación.
Aunque el gas natural se considera más limpio que el carbón, su combustión sigue produciendo hollín y emisiones contaminantes, incluyendo gases de efecto invernadero, óxidos de nitrógeno (que contribuyen a la formación de ozono) y carcinógenos conocidos como el benceno y el formaldehído. El informe del EIP advierte que «construir más infraestructura y plantas de energía de gas natural cargaría a la creciente población de Texas con más contaminación dañina para la salud y contribuiría a los gases de efecto invernadero que calientan el planeta».
Controversias en la Permisología
Un aspecto crítico señalado por el EIP es la presunta utilización de vacíos legales en el proceso de obtención de permisos. Se alega que la Comisión de Calidad Ambiental de Texas (TCEQ) ha permitido a los desarrolladores subestimar las emisiones prospectivas o las horas de operación para calificar para permisos «estándar» o de «fuente menor», que son menos estrictos, en lugar de los permisos de «fuente mayor». Estos últimos requieren mayor notificación pública, participación ciudadana y la implementación de la mejor tecnología de control de emisiones disponible. Ejemplos citados incluyen plantas de EmberGreen/EmberYork en Sealy y Wharton, y una planta de ENGIE en Robstown. Si esta práctica es generalizada, significaría que el verdadero impacto ambiental y de salud de esta expansión industrial podría ser mayor de lo reconocido oficialmente, afectando desproporcionadamente a las comunidades cercanas a estas instalaciones.
Oposición Comunitaria
Los residentes de las áreas donde se planean estas plantas, como los del pequeño pueblo de Blue en el condado de Lee, que luchan contra una planta de 1,200 MW, expresan una fuerte preocupación por la contaminación del aire, el ruido, la contaminación lumínica y el deterioro de su calidad de vida. Travis Brown, portavoz del grupo «Move the Gas Plant», enfatizó: «Preservar lo que queda del Texas rural debería ser una prioridad. Esa es una parte importante de nuestra cultura y nuestro patrimonio».
El debate en Texas refleja una tensión fundamental entre el desarrollo industrial impulsado por nuevas tecnologías y la urgente necesidad de proteger el medio ambiente y la salud pública.


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