En una pequeña comunidad del estado de Washington, la vida de Rachel Ann Leidig cambió en segundos. En el séptimo mes de embarazo y en plena espera de su primer hijo, vio cómo agentes del ICE detenían a su esposo, el artista visual brasileño Guilherme Silva, justo cuando ambos tramitaban la residencia permanente.
La pareja había iniciado legalmente el proceso de ajuste migratorio tras casarse en abril de 2025. Un trámite común para muchos inmigrantes, pero que en su caso se volvió una pesadilla. “Estábamos haciendo todo correctamente”, relató Rachel, con la voz quebrada. “Pero ahora temo tener a nuestro bebé sola”.
El arresto: operativo sorpresa mientras buscaba a su hija
Guilherme fue arrestado el 11 de julio en Friday Harbor, mientras salía de casa para recoger a su hija. Rachel recuerda el momento con angustia: varios vehículos sin identificación rodearon su coche. En segundos, lo sacaron, confiscaron su teléfono y lo detuvieron. “Fue como una escena de película, pero nosotros somos los protagonistas, y no hay final feliz todavía”, dijo Rachel.
ICE argumenta que el arresto se realizó con una orden judicial y sin uso de fuerza, pero la familia lo vivió como una separación abrupta y traumática en medio de un proceso legal en curso.
Una historia marcada por la burocracia migratoria
Guilherme ingresó a EE.UU. con una visa de turista B2 en 2016, que expiró en 2017. Más tarde, contrajo matrimonio con una ciudadana estadounidense, lo que le permitió comenzar su primer intento de residencia, pero ese proceso se canceló tras el divorcio en 2022.
Conoció a Rachel en 2023 y, después de enamorarse, decidieron casarse y regularizar su situación. Pero el sistema migratorio no siempre reconoce los esfuerzos por corregir errores pasados. Ahora, el futuro del padre de familia depende de la interpretación legal de sus intenciones y su historial.
Dar a luz en soledad: la lucha de Rachel por mantener unida a su familia
El embarazo de Rachel no ha sido fácil. Las emociones, el estrés y la soledad se intensifican cada día. “Guilherme es mi apoyo emocional y físico. Lo necesito ahora más que nunca”, confiesa.
Mientras aguarda una resolución del caso, Rachel ha lanzado una campaña en GoFundMe para cubrir los gastos legales. “No quiero compasión, quiero justicia”, dice con firmeza.
Una comunidad que responde: solidaridad en tiempos de crisis
El caso ha comenzado a viralizarse en redes sociales, donde usuarios denuncian el trato del ICE hacia familias en pleno proceso migratorio. Organizaciones de derechos humanos han ofrecido asesoría legal y acompañamiento psicológico.
Rachel espera que el apoyo colectivo no solo sirva para liberar a su esposo, sino para visibilizar cómo la política migratoria afecta la vida de miles de familias trabajadoras y honestas en EE.UU.


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