El huracán Erin golpeó el lunes las islas del Caribe con ráfagas intensas y lluvias, mientras crece la preocupación por corrientes de resaca e inundaciones en la costa este de Estados Unidos, aunque no se espera un impacto directo en tierra.
Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Miami, Erin presentaba en la madrugada de este martes vientos máximos sostenidos de 195 km/h, una ligera disminución respecto a los 205 km/h registrados días antes.
El huracán se encontraba a 1 105 kilómetros al suroeste de Bermudas y a 1 240 kilómetros al sur-sureste de Cabo Hatteras, desplazándose hacia el noroeste a menos de 11 km/h.
Aunque su trayectoria principal sigue siendo mar adentro, las autoridades alertan que esto no implica ausencia de peligro para la población costera. Jamie Rhome, subdirector del NHC, advirtió que “nada puede estar más lejos de la realidad para partes del Atlántico medio, en especial frente a Carolina del Norte”.
Erin, un huracán inusualmente grande
Erin es el primer huracán de la temporada en el Atlántico norte y ha mostrado una fuerza inusual. Durante el fin de semana alcanzó brevemente la categoría 5, la máxima en la escala de Saffir-Simpson, antes de disminuir a categoría 3. Su radio de vientos huracanados se extiende hasta 128 km, mientras que los de tormenta tropical llegan hasta los 370 km.
Daniel Gilford, científico de Climate Central, explicó que “se ha intensificado por la temperatura cálida de la superficie del océano, lo cual es coherente, pues los huracanes funcionan como máquinas de calor que toman energía del agua y la convierten en vientos”.
La NOAA mantiene su pronóstico de una temporada ciclónica “superior a lo normal” en el Atlántico Norte, que se extiende de junio a noviembre. Se esperan entre 13 y 18 tormentas tropicales, de las cuales cinco a nueve podrían evolucionar a huracanes. Erin se convirtió en el primero de la temporada 2025.


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