Aunque el clima político en Estados Unidos ha incrementado el temor a las deportaciones, especialmente entre familias hispanas, la celebración del Día de Muertos no se detuvo este año. Desde Minneapolis hasta pequeñas ciudades de Minnesota, miles de latinos decidieron mantener viva una de las tradiciones más importantes de la cultura mexicana, convirtiendo el festejo en un acto de resistencia, memoria y unión comunitaria.
En la escuela secundaria El Colegio, en Minneapolis, más de 100 personas ingresaron por un arco de flores de papel guiados por bailarines aztecas para visitar los altares elaborados por estudiantes, una actividad que ha crecido cada año. Para muchos asistentes, el evento no solo fue un homenaje a los difuntos, sino también un recordatorio de que la identidad cultural puede sobrevivir incluso bajo presión política.
“Es una forma de dar la bienvenida a los ancestros y sentirnos seguros”
Para Daniela Rosales, estudiante de último año en esta escuela bilingüe, el Día de Muertos fue una oportunidad para reconectar con sus raíces en un contexto de incertidumbre.
“Es una forma de dar la bienvenida a los ancestros, aun si no están aquí físicamente, pero sí espiritualmente. Es una manera de reunir a la comunidad y saber que, de alguna manera, pueden sentirse seguros”, explicó.
Su reflexión revela algo más profundo: en un país donde millones de familias viven bajo miedo constante a la deportación, los rituales culturales cumplen una doble función: preservar la memoria y reforzar el sentido de pertenencia.
Redadas migratorias: el temor que no frenó la celebración
Las celebraciones de este año se realizaron en medio de un aumento de redadas migratorias ordenadas por el gobierno de Donald Trump, que han generado tensión en comunidades hispanas, incluso en estados tradicionalmente menos hostiles como Minnesota.
Organizadores de eventos culturales temían que las familias se mantuvieran en casa, preocupadas por ser detenidas al asistir a actividades públicas. Sin embargo, ocurrió lo contrario:
La comunidad salió, se reunió y llenó plazas, escuelas y centros culturales.
“Decidimos que no podíamos rendirnos”, dijo Justin Ek, fundador del festival del Día de Muertos en Mankato. “Nuestras celebraciones culturales son lo que necesitamos para llenar nuestras almas para lo que está por venir”.
Un festival que creció de un estacionamiento a una celebración de 12 mil personas
El festival de Mankato comenzó en 2018 como un evento pequeño organizado en el estacionamiento de un negocio familiar. Este año, cerca de 12 mil personas asistieron, con música en vivo, danza, ofrendas y esculturas monumentales de Catrinas y alebrijes hechas en papel maché.
Lo significativo no fue solo el tamaño del evento, sino el apoyo comunitario: la mayoría de las actividades fueron financiadas por donaciones locales, sin depender de recursos gubernamentales o grandes patrocinadores. En un clima de hostilidad política, la autosuficiencia cultural fue una forma de resistencia.
Un Día de Muertos con doble significado: memoria y defensa de la identidad
Para muchos hispanos en Estados Unidos, el Día de Muertos es más que una festividad: es un vínculo con la familia, con los antepasados y con la tierra de origen. Este año, ese lazo también se convirtió en un acto político y emocional:
- Afirma la permanencia cultural pese al clima de persecución.
- Refuerza la unidad comunitaria, especialmente entre familias mixtas o con estatus migratorio incierto.
- Envía un mensaje: la cultura no se detiene, aunque la política busque intimidar.
En ciudades grandes y pequeñas, este Día de Muertos demostró que la tradición no solo sobrevive, sino que se fortalece en momentos de adversidad.
La celebración como refugio emocional y puente generacional
Las ofrendas, flores de cempasúchil, veladoras y fotografías no fueron solo elementos decorativos: sirvieron para recordar a quienes han fallecido, pero también para honrar a quienes han luchado por mantener viva la identidad mexicana en el extranjero.
En muchos hogares, los altares incluyeron retratos de familiares deportados, víctimas de violencia o fallecidos durante viajes migratorios, convirtiendo el Día de Muertos en un espacio para procesar duelos que trascienden fronteras.
Las nuevas generaciones —jóvenes nacidos o criados en Estados Unidos— participaron activamente, mostrando que la tradición sigue viva incluso entre quienes hablan más inglés que español, pero sienten la cultura como propia.
El Día de Muertos 2025 en Estados Unidos no solo fue una fiesta: fue una declaración de identidad, memoria y resistencia colectiva. Ni el temor a las redadas, ni la creciente presión migratoria pudieron impedir que miles de latinos salieran a las calles, escuelas y plazas para honrar a sus muertos, celebrar a sus vivos y proteger su cultura.
En un país donde lo cultural puede convertirse en un acto político, la comunidad hispana demostró que la tradición no se esconde: se comparte, se defiende y se hereda.


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