El asteroide marca un antes y un después en la investigación sobre los orígenes de la vida luego de que la NASA confirmara el hallazgo de azúcares esenciales en las muestras traídas por la misión OSIRIS-REx, un descubrimiento que redefine la forma en que la ciencia observa el nacimiento de los sistemas biológicos.
El asteroide analizado es Bennu, un cuerpo rocoso que data de hace aproximadamente cuatro mil 600 millones de años y que ha permitido a los científicos identificar glucosa, principal fuente de energía del cuerpo humano, así como ribosa, un componente fundamental del ARN.
Este asteroide se convierte en el primer objeto de origen extraterrestre en el que se detecta ribosa de manera directa, un elemento clave que hasta ahora solo había sido identificado en meteoritos hallados en la Tierra.
Aunque este asteroide no prueba de forma directa la existencia de vida fuera de nuestro planeta, la NASA subrayó que confirma un punto decisivo: los ingredientes fundamentales para la química de la vida están distribuidos en distintos rincones del sistema solar.
Las muestras de este asteroide fueron recolectadas en 2020, cuando la nave OSIRIS-REx logró tomar contacto con su superficie tras una misión iniciada en 2016, culminando su regreso a la Tierra en 2023 para dar inicio a una exhaustiva etapa de análisis.
El origen químico que abre nuevas hipótesis
Cada gramo de material recuperado permitió observar que el asteroide no solo contenía elementos orgánicos, sino una compleja red de compuestos que son considerados precursores directos de la vida.
Este asteroide sorprendió a los investigadores al confirmar la presencia de las cinco nucleobases tanto del ADN como del ARN, junto con fosfatos, un conjunto completo para formar estructuras biológicas básicas.
El hallazgo de ribosa dentro de este asteroide llevó a los laboratorios a concluir que Bennu contiene todos los componentes necesarios para formar moléculas de ARN, lo que refuerza la teoría de que la vida primitiva pudo basarse primero en este tipo de material genético.
La diferencia entre ARN y ADN en la historia de la vida
Uno de los puntos que más intrigó a los científicos es que este asteroide no mostró rastros de desoxirribosa, un componente esencial del ADN moderno, lo que abre nuevas líneas de interpretación sobre cómo surgieron los primeros organismos.
De acuerdo con los investigadores, esto sugiere que en el sistema solar primitivo la ribosa pudo haber sido más abundante que la desoxirribosa, dando ventaja al ARN como primer sistema químico de autoorganización.
Un cuerpo viajero con historia propia
Descubierto en 1999, este asteroide tiene un tamaño comparable al del Empire State Building y se desplaza por el espacio a más de 260 millones de kilómetros de la Tierra, convirtiéndose en un laboratorio natural viajero del tiempo.
El recorrido de este asteroide a lo largo del sistema solar expone las condiciones extremas a las que fue sometido, incluyendo cambios térmicos, contacto con agua y procesos químicos que moldearon su estructura interna.
La “goma espacial” que desconcertó a la ciencia
Más allá de los azúcares, este asteroide también reveló una sustancia descrita como una “goma espacial”, un material translúcido con textura flexible similar al plástico o al caucho, nunca antes descrito en una roca espacial.
Este hallazgo sugiere que el asteroide atravesó una transformación química temprana bajo condiciones térmicas muy específicas, en la que compuestos como el carbamato reaccionaron hasta formar esta sustancia polimérica primitiva.
El ancestro que sobrevivió al caos del sistema solar
Los estudios señalan que el asteroide progenitor del que se desprendió Bennu logró sobrevivir a violentos procesos de formación planetaria, choques térmicos y reacciones con agua durante los primeros millones de años del sistema solar.
Este asteroide ancestral se formó a partir de materiales de la nube primordial de gas y polvo que dio origen a los planetas, conservando en su interior una cápsula química del pasado.
Implicaciones para la búsqueda de vida fuera de la Tierra
El hecho de que este asteroide contenga azúcares esenciales lleva a replantear la forma en que la vida pudo surgir en distintos puntos del cosmos, no exclusivamente en la Tierra.
Para los científicos, el asteroide confirma que la química previa a la vida no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia natural de ciertos ambientes espaciales.
El vínculo con antiguos indicios biológicos
A comienzos de este año, también se reportaron indicios de vida microbiana antigua en muestras de Marte, lo que refuerza el papel central que estos cuerpos celestes podrían haber tenido como mensajeros químicos entre mundos.
Este asteroide se convierte así en una pieza más dentro de un rompecabezas mucho mayor: el de la distribución universal de los elementos que hacen posible la vida.
Una revolución silenciosa en los laboratorios
Durante meses, los científicos analizaron con extremo cuidado los fragmentos de este asteroide bajo condiciones de aislamiento absoluto, para evitar cualquier tipo de contaminación terrestre.
Cada resultado confirmaba que los compuestos encontrados no provenían de la Tierra, sino que eran auténticamente extraterrestres, fortaleciendo la solidez del descubrimiento.
El lenguaje de la vida antes de la vida
Para algunos investigadores, este asteroide representa una ventana directa a los momentos previos a la aparición de los primeros organismos, cuando la química comenzó a organizarse de manera cada vez más compleja.
Antes de que existieran células, tejidos o estructuras vivas, los materiales transportados por este asteroide ya contenían las piezas fundamentales del rompecabezas biológico.
El mensaje oculto en una roca espacial
Más allá de su impacto científico, este asteroide envía un mensaje contundente: la vida no surgió de un solo evento aislado, sino de una red de procesos cósmicos interconectados.
Cada hallazgo sugiere que las semillas químicas de la vida pudieron viajar entre planetas, lunas y cuerpos menores durante miles de millones de años.
Lo que aún falta por descubrir
Aunque el análisis de este asteroide ha arrojado respuestas clave, también ha planteado nuevas preguntas que ya ocupan a decenas de laboratorios en todo el mundo.
Los científicos saben que apenas han raspado la superficie del verdadero potencial de estas muestras.
El futuro de la exploración espacial biológica
Este asteroide consolida el valor de las misiones de recolección como uno de los caminos más prometedores para entender el origen de la vida sin depender únicamente de teorías.
Cada fragmento se convierte en una biblioteca química que narra una historia escrita mucho antes de que existiera la Tierra tal como hoy la conocemos.
Un hallazgo que reescribe la narrativa del origen
Con este asteroide, la NASA no solo sumó un éxito tecnológico, sino que abrió una nueva etapa en la comprensión del pasado químico del sistema solar, colocando a Bennu como uno de los objetos más relevantes jamás estudiados en la historia de la ciencia espacial.


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