El feminicidio de la tiktoker Valeria Márquez en Jalisco conmocionó a México. Ahora, una segunda tragedia se desarrolla en línea: la proliferación de videos deepfake, creados con Inteligencia Artificial, que afirman que está viva, explotando el dolor y la desinformación.
El 13 de mayo de 2025, la violencia en México mostró una de sus caras más crudas y modernas. La influencer Valeria Márquez fue asesinada a tiros mientras realizaba una transmisión en vivo desde su negocio en Zapopan, Jalisco. El horror, presenciado en tiempo real por sus seguidores, marcó un punto de inflexión en la percepción de la vulnerabilidad en la era digital. Sin embargo, la tragedia no terminó con su muerte. En las semanas siguientes, un fenómeno igualmente perturbador ha surgido: una campaña de desinformación que utiliza Inteligencia Artificial (IA) para «revivirla».
El crimen: Miedo, una transmisión y un final abrupto
Valeria Márquez, una joven emprendedora, había expresado temor por su seguridad. En publicaciones previas, había hecho responsable a su expareja de cualquier cosa que pudiera sucederle. Durante su última transmisión, su ansiedad era palpable. Habló de un paquete sospechoso y llegó a preguntarse en voz alta: «¿A lo mejor me iban a matar? ¿Me iban a levantar o qué?».
Minutos después, silenció su micrófono. Se escucharon detonaciones. La transmisión fue abruptamente cortada por su empleada, Erika, quien se encontraba con ella en el local. La noticia de su feminicidio fue confirmada por las autoridades, sumándose a las alarmantes cifras de violencia de género en el país, donde un promedio de 10 mujeres son asesinadas cada día.
La segunda violencia: «Revivida» por Inteligencia Artificial
Poco después del crimen, comenzaron a circular en plataformas como TikTok y Facebook videos de alta calidad que mostraban a Valeria Márquez hablando a la cámara. En ellos, una versión digitalmente recreada de la influencer afirmaba haber fingido su muerte para escapar de un peligro.
«Perdónenme, estaba en peligro y entonces fingí mi muerte, pero estoy aquí», dice la réplica de IA de Valeria en uno de los videos más virales, una manipulación que ha sido calificada por expertos y familiares como una falta de respeto y una forma de revictimización.
Estos videos, conocidos como deepfakes, son creados utilizando algoritmos de IA que analizan el rostro y la voz de una persona a partir de material existente para generar contenido nuevo y falso, pero extremadamente realista.
El impacto de la desinformación y la negación del duelo
El fenómeno ha generado un profundo debate y ha tenido consecuencias tangibles:
- Confusión y dolor para la familia: La circulación de estos videos obstaculiza el proceso de duelo de sus seres queridos, quienes deben enfrentarse no solo a la pérdida, sino también a una narrativa falsa que niega la realidad de su muerte.
- Polarización en redes: A pesar de las verificaciones de hechos y los desmentidos de las autoridades, una parte de los usuarios ha optado por creer en los videos falsos. Esto crea una polarización donde la realidad fáctica compite con una ficción más «morbosa» o «escandalosa».
- Desconfianza en las autoridades y medios: La campaña de desinformación fomenta la desconfianza hacia las fuentes oficiales y los medios de comunicación que confirman el feminicidio. Además, se ha desinformado sobre la supuesta implicación de su amiga Vivian de la Torre, lo cual ha sido negado por ella y no ha sido comprobado por autoridades.
- Monetización del dolor: Los creadores de este contenido falso se benefician del alto engagement que generan estos videos virales, obteniendo vistas y, en algunos casos, ingresos a costa de una tragedia.
Este caso ha llevado a activistas a pedir una «Ley Valeria Márquez», que regule y sancione el uso de la imagen de personas, especialmente víctimas de delitos, para crear contenido falso con IA, argumentando que constituye una nueva forma de violencia digital y de género.
El asesinato de Valeria Márquez es un doloroso espejo de la violencia machista en México. La posterior manipulación de su imagen con IA es una advertencia urgente sobre los nuevos y complejos desafíos que la tecnología presenta para la verdad, la ética y la dignidad humana en el siglo XXI.


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