Aunque el decreto de divorcio ya está firmado, la guerra entre Brad Pitt y Angelina Jolie está lejos de terminar. La nueva zona de combate es el idílico Chateau Miraval, su viñedo en Francia, que se ha convertido en el símbolo de su resentimiento. La última escalada: el equipo legal de Pitt exige acceso a conversaciones privadas de Jolie, mientras la empresa de ella lo acusa de saquear las finanzas de la propiedad, usándola como su «alcancía personal». Este no es un pleito por uvas y vino; es una batalla por la aniquilación financiera y moral del otro.
¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Brad Pitt para ganar?
La estrategia de Brad Pitt se ha vuelto extraordinariamente agresiva. Su última moción legal para obligar a Angelina Jolie a entregar comunicaciones privadas es un movimiento audaz y peligroso. Sus abogados argumentan que esta información es «central» para su caso, que alega que Jolie vendió ilegalmente su parte del viñedo a un oligarca ruso. Sin embargo, esta táctica de exigir acceso a conversaciones privadas puede ser vista por el público como un acto de acoso y control, una narrativa que el equipo de Jolie ha estado construyendo cuidadosamente.
El trasfondo de esta exigencia es crucial. El equipo de Jolie sostiene que ella se retiró de un acuerdo de venta directa con Pitt porque él le exigió firmar un contrato de confidencialidad (NDA) «oneroso y expansivo», diseñado, según ellos, para silenciarla sobre las presuntas conductas abusivas de Pitt durante su matrimonio. Al negarse a ser silenciada, Jolie vendió su parte a un tercero, desatando la furia de Pitt. Ahora, al demandar sus conversaciones privadas, Pitt parece estar intentando por la fuerza lo que no pudo conseguir con el NDA: control sobre la narrativa de Jolie. Es un juego de poder de alto riesgo que podría dañar su imagen pública más de lo que podría beneficiarlo en la corte.
Expediente Secreto: ¿Cómo se convirtió un paraíso vinícola en la «alcancía» de Pitt?
La contraofensiva de Jolie es igualmente brutal y se centra en el dinero. A través de su antigua empresa, Nouvel, ha lanzado una acusación devastadora: Brad Pitt ha estado tratando a Chateau Miraval como su «feudo personal». La demanda alega que Pitt desvió millones de los fondos del viñedo para financiar sus «proyectos personales» y los de sus amigos, incluyendo renovaciones en una piscina y un estudio de grabación. La frase clave en la demanda es lapidaria: lo acusan de manejar la bodega como si fuera su «alcancía».
Esta acusación transforma a Pitt de un actor galardonado a un supuesto malversador. Pinta una imagen de ego y despilfarro, socavando su imagen de hombre de negocios serio. La estrategia de Jolie es clara: si Pitt quiere jugar sucio en la corte, ella expondrá cada transacción financiera cuestionable. Nouvel alega que la empresa de Pitt, Mondo Bongo, ha realizado maniobras para impedir que el nuevo copropietario reciba los beneficios económicos, estrangulando financieramente al «enemigo» que él mismo acusa a Jolie de haber invitado. La batalla por Chateau Miraval ya no es sobre un negocio fallido; es una lucha a muerte donde cada bando intenta dejar al otro en la ruina financiera y moral.
El amor se acabó, el divorcio se firmó, pero la guerra por el último centavo apenas ha comenzado. Y este analista tiene los recibos.


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