Hollywood se estremece con la batalla legal entre Blake Lively y Justin Baldoni, que ha pasado de un set de cine a los tribunales. Alegaciones de acoso sexual, demandas millonarias y una retirada estratégica de cargos de angustia emocional que levanta sospechas. ¿Qué oscuros secretos se ocultan detrás de las cámaras de «It Ends With Us»?
El giro inesperado: Retirada de angustia emocional
En un giro sorprendente en la saga legal de Hollywood, Blake Lively ha retirado sus alegaciones de infligir intencional y negligentemente angustia emocional contra Justin Baldoni, su co-estrella y director en la película «It Ends With Us». Esta decisión, según los informes, es una respuesta directa a los intentos del equipo legal de Baldoni de obtener los registros médicos de Lively, incluyendo notas de terapia y otros detalles de salud, como parte del proceso de descubrimiento. Lo que levanta cejas es que Lively se niega a que la retirada de estos cargos sea «con perjuicio», lo que le permitiría volver a presentarlos en el futuro, una vez que la ventana de descubrimiento se haya cerrado.
La retirada de las alegaciones de angustia emocional por parte de Lively, justo cuando se le exigían sus registros médicos, es una jugada legal calculada. Esto sugiere un esfuerzo por proteger su privacidad y evitar que información sensible, como notas de terapia, sea utilizada por la defensa para desacreditarla. En casos de acoso o abuso, la divulgación de historiales de salud mental puede ser una táctica de la defensa para victimizar aún más a la parte demandante, desviando la atención de las acusaciones principales. Esta maniobra subraya la tensión entre la búsqueda de justicia y el derecho a la privacidad de las víctimas en el ojo público.
Acoso sexual, contrademandas y la guerra de reputaciones
La disputa entre Lively y Baldoni es un complejo entramado de acciones legales. Lively acusa a Baldoni de acoso sexual durante la producción de la película y de orquestar una campaña de desprestigio para «enterrarla». Baldoni, por su parte, niega rotundamente estas acusaciones y ha contraatacado con una demanda de $400 millones, alegando que Lively y su esposo, el actor Ryan Reynolds, intentaron «destruir» su carrera y reputación. Los abogados de Lively han calificado la solicitud de registros médicos de Baldoni como un «truco publicitario», afirmando que simplemente están «simplificando y enfocando» su caso. Argumentan que la estrategia de Baldoni de presentar contrademandas lo ha expuesto a nuevas reclamaciones por daños bajo la ley de California, haciendo que algunas de las alegaciones originales de Lively ya no sean necesarias.
La escalada de acusaciones mutuas y contrademandas millonarias transforma el sistema judicial en un campo de batalla para la guerra de relaciones públicas. La mención de un «truco publicitario» por parte de los abogados de Lively y la acusación de que Baldoni y Reynolds intentaron «destruir» carreras demuestran cómo las celebridades utilizan las demandas no solo para buscar justicia, sino también para controlar la narrativa mediática y dañar la reputación de sus oponentes. Este caso es un ejemplo de cómo la ley se convierte en una herramienta en la maquinaria de la fama, donde la verdad a menudo se ve eclipsada por la estrategia de comunicación.
El juicio que viene: Consecuencias para Hollywood
El juicio entre Blake Lively y Justin Baldoni está programado para comenzar el 9 de marzo de 2026 , prometiendo ser uno de los más observados en la industria. Un detalle que no pasó desapercibido es que el equipo legal de Baldoni retiró una citación que habría requerido el testimonio de la superestrella Taylor Swift , lo que añade una capa más de intriga a este ya complejo caso.
Este caso, si llega a juicio, podría sentar un precedente significativo sobre la conducta en el set de Hollywood y la responsabilidad de los directores y estudios. La naturaleza pública de las acusaciones de acoso sexual y las contrademandas por difamación obligarán a la industria a examinar más de cerca sus propias prácticas. La atención que genera este tipo de drama legal no solo vende periódicos, sino que también presiona por cambios en las políticas y la cultura de la industria, especialmente en la era post-#MeToo.


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