Un tuit calificando a Belinda como “prostituta de altísima gama” desató una tormenta digital. Esta es la cronología completa de una controversia que expone el debate sobre la fama, la misoginia y la cultura de la cancelación en México.
La polémica protagonizada por el influencer Adrián Marcelo y la cantante Belinda se ha convertido en un caso de estudio sobre la dinámica del poder, la fama y la responsabilidad en la era digital. Lo que comenzó con un controvertido tuit escaló rápidamente a una discusión nacional sobre los límites del humor, la misoginia y la autenticidad del arrepentimiento público. A continuación, se presentan los hechos, sin rodeos.
El tuit que encendió la controversia
Todo comenzó cuando Adrián Marcelo publicó un mensaje en su cuenta de X (antes Twitter) en el que analizaba la figura de Belinda. Aunque afirmaba que su intención era halagarla, el uso de un término específico provocó una reacción inmediata y masiva.
«Ojalá no se ofenda si lee esto, porque es con la intención de halagarla, pero Belinda es una ‘prostituta’ de altísima gama, de esas que pueden escoger cómo, con quién y por cuánto. Una mujer empoderada y capaz.» – Tuit de Adrián Marcelo.
El mensaje fue interpretado por una gran parte de la audiencia como un acto de violencia verbal y misoginia, independientemente de la intención declarada por el influencer.
La reacción inmediata: Fandoms en guerra y presión en redes
La respuesta no se hizo esperar. Los seguidores de Belinda, se organizaron rápidamente y llevaron a cabo denuncias masivas contra la publicación por violencia de género. La presión fue tal que Adrián Marcelo terminó por borrar el tuit.
Este evento puso de manifiesto la colisión de dos fuerzas digitales significativas:
* El poder del fandom organizado: Demostrando su capacidad para actuar como un frente unido en defensa de su artista.
* La audiencia del influencer: Un sector que a menudo valora la «incorrección política» y defiende a Marcelo bajo el argumento del «humor» y en contra de la «cultura de la cancelación».
El conflicto se convirtió en el producto viral, alimentado por la polarización de ambas facciones.
La escalada: De la disculpa monetizada a la «deconstrucción»
Lejos de extinguirse, la polémica escaló a través de una serie de acciones por parte de Adrián Marcelo que generaron aún más debate.
- Paso 1: La «disculpa» con oferta económica
En un intento por calmar las aguas, Marcelo ofreció públicamente un millón de pesos a Belinda para que asistiera a su podcast, «Un Porro Con», y así poder disculparse personalmente. Esta acción fue ampliamente criticada, ya que muchos la interpretaron no como un gesto de arrepentimiento sincero, sino como una estrategia para capitalizar la controversia y generar contenido.
- Paso 2: El curso de perspectiva de género
Días después, el influencer publicó fotografías y una constancia que supuestamente acreditaban su participación en un curso de prevención de violencia de género y perspectiva de género. En sus redes, declaró estar en un proceso de «deconstrucción» para entender sus «errores» y su «machismo».
Esta secuencia de eventos ha sido analizada como un manual de gestión de crisis de un influencer moderno, donde cada paso parece calculado para manejar la narrativa pública, independientemente de la autenticidad de los sentimientos.
El silencio de Belinda y la voz del medio artístico
A lo largo de toda la controversia, Belinda ha mantenido un notable silencio, sin responder públicamente a los comentarios ni a las disculpas de Marcelo.
Sin embargo, otras figuras del medio artístico sí se pronunciaron. Conductoras de programas como ‘Sale el Sol’ criticaron duramente al influencer, acusándolo de violentar a la cantante y validando la seriedad de las acusaciones más allá de la guerra entre fans.
¿Cambio genuino o burla del feminismo?
El caso de Adrián Marcelo y Belinda deja sobre la mesa preguntas cruciales sobre la cultura contemporánea. La cronología de los hechos, desde el insulto inicial hasta la disculpa monetizada y el performativo curso de género, invita a la reflexión.
¿Se trata de un intento genuino de cambio por parte del influencer o de una cínica estrategia de imagen para mantenerse relevante? ¿Qué nos dice este episodio sobre el estado actual del debate sobre feminismo, misoginia y los límites de la libertad de expresión en el ecosistema digital de México?


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