El cine, las redes y la polarización digital
No soy ajeno al prejuicio en materia de cine. Hay directores que evito, como M. Night Shyamalan, y otros que me cuesta trabajo ver, como James Cameron. Por cada Terminator revolucionaria, temo encontrarme con una Titanic solemne y predecible. Tampoco suelo coincidir con las elecciones de los premios Oscar: películas como Green Book o CODA me parecieron mediocres, a pesar del reconocimiento de la Academia.
Y, aunque suelo apreciar las películas críticas de México, algunas me han parecido demasiado esquemáticas, como es el caso de ¡Que viva México! de Luis Estrada, que a mi juicio cae en lo reiterativo.
Mis opiniones sobre cine pueden generar debates, como ha sucedido con otras películas en el pasado. Pero lo que está ocurriendo con Emilia Pérez, la más reciente cinta de Jacques Audiard, va mucho más allá del gusto personal o la discusión cinematográfica. Lo que está sucediendo es un fenómeno que parece tener raíces más profundas: una campaña orquestada de odio digital.
Emilia Pérez: ¿crítica legítima o agenda oculta?
Desde su estreno en Cannes, donde ganó el Gran Premio del Jurado, Emilia Pérez ha sido objeto de fuertes debates. La historia sigue a un capo del narcotráfico que decide cambiar su vida y su identidad de género, explorando temas como la violencia en México, la identidad trans y el poder de la redención.
La película tiene méritos y defectos, como cualquier obra cinematográfica. El acento de Zoe Saldaña es cuestionable, la estructura narrativa puede ser irregular y el ritmo se tambalea por momentos. También es cierto que el tratamiento de la crisis de desapariciones en México es superficial. Sin embargo, la reacción en redes sociales ha ido mucho más allá de una crítica habitual.
Mi propia experiencia lo confirma. Un reel que publiqué sobre la película se convirtió en el contenido más visto de mi cuenta de Instagram. Hasta ahora ha generado más de 270 comentarios, de los cuales la mayoría son insultos violentos sin argumentación:
- “Mierda”
- “Basura woke”
- “Asco”
- “No pierdan su tiempo en esto”
Pero lo que más llama la atención es que muchos de estos comentarios provienen de cuentas con menos de 5 publicaciones y menos de 100 seguidores, cuentas que claramente no me seguían antes. Esto apunta a bots o trolls organizados, lo que sugiere una campaña dirigida para desprestigiar la película.
El cine como herramienta política: el caso Emilia Pérez
Una película realmente mala o irrelevante no genera conversación. Nadie se moviliza en redes para atacar Fifty Shades of Grey o Madame Web. Pero Emilia Pérez sí ha despertado una reacción coordinada.
¿Por qué?
- Polarización cultural y política: La película toca temas como la identidad de género y la violencia en México. Estos temas han sido utilizados en discursos políticos para generar polarización, especialmente en tiempos de elecciones o crisis sociales.
- Intereses de grupos específicos: El movimiento anti-woke ha encontrado en el cine una nueva trinchera. Películas como Barbie, The Marvels o ahora Emilia Pérez han sido blanco de ataques organizados por grupos que ven en ellas una amenaza a su ideología.
- Desvío de la conversación: En México hay problemas urgentes: seguridad, economía, derechos humanos. Sin embargo, en lugar de enfocarnos en estos temas, nos encontramos debatiendo acaloradamente sobre una película. ¿Casualidad?
- El efecto amplificador de las redes sociales: Plataformas como X, Instagram y TikTok han facilitado la creación de burbujas de odio digital, donde bots y trolls pueden amplificar mensajes negativos para manipular la percepción pública.
El cine, las redes y el futuro del debate
Emilia Pérez no es una película perfecta, pero tampoco es la catástrofe que algunos intentan hacer creer. La verdadera pregunta aquí no es si la película es buena o mala, sino por qué se ha convertido en blanco de una campaña de odio tan agresiva.
Lo que está en juego no es solo la reputación de una película, sino la manera en que las redes sociales están moldeando el debate cultural y político. ¿Vamos a permitir que bots y trolls dicten nuestras opiniones? ¿O vamos a analizar el cine –y cualquier otro tema– con argumentos reales?
El cine siempre ha sido un reflejo de la sociedad. Pero hoy, también es una herramienta de manipulación digital. Y Emilia Pérez, más allá de su calidad artística, es solo un nuevo caso en esta tendencia preocupante.
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